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Joan Tapia

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¿Pablo Casado no lee 'La Razón'?

El líder del PP exige volver a aplicar el 155, pero una encuesta del diario conservador indica que la desinflamación está dando resultados

Foto: El presidente del PP, Pablo Casado (C), participa en un acto público en Málaga con motivo del Día de la Hispanidad. (EFE)
El presidente del PP, Pablo Casado (C), participa en un acto público en Málaga con motivo del Día de la Hispanidad. (EFE)

En los últimos años de Felipe González se habló de una pinza entre José María Aznar y Julio Anguita contra el Gobierno del PSOE. Ahora no hay pinza entre la derecha y el independentismo —la distancia entre Casado y Puigdemont es abismal—, aunque a los dos les molesta el Gobierno de Pedro Sánchez.

La política de dialogar y desinflamar para después negociar es todo menos fácil, y la situación de los políticos presos no ayuda. Pero sostener que la situación en Cataluña —mucho menos tensa que hace un año y con el independentismo crecientemente dividido y en cierta desmovilización— exige otro 155, como aseguran Pablo Casado y Albert Rivera, parece una barbaridad. Rajoy fue prudente al aplicar el 155. Sabía que promulgarlo era fácil: antes de que llegara Casado, entonces un subordinado, ya existía la mayoría absoluta del PP en el Senado. El problema es cuándo y cómo lo acabas, porque un 155 indefinido —idea que parece flotar en el subconsciente de algunos— puede devenir una amenaza al sistema autonómico y democrático de la Constitución del 78.

Pedir algo excepcional como otro 155 cuando la tensión en Cataluña es muy inferior a la de hace un año tiene poco sentido

Y tampoco sería lógico aplicar el 155 repetidamente hasta que, en algún momento, desapareciera la mayoría absoluta secesionista. Entre otras cosas porque aplicar el 155 sin causa grave (o incluso con ella) podría alimentar el muy extendido —en toda Europa— sentimiento de protesta.

Si Casado y Rivera exigen el 155 para desgastar al Gobierno Sánchez, es una grave irresponsabilidad. Si creen realmente que otro 155 más duro sería el remedio a la crisis catalana que se arrastra desde 2012, sería mucho peor, porque indica desconocimiento o creencia en que exacerbar el conflicto da dividendos electorales. Sería jugar con fuego y olvidar que Rajoy ya salió chamuscado de la polarización contra el Estatut.

Foto:  El presidente del PP, Pablo Casado, acompañado por Ana Pastor, Dolors Montserrat, Andrea Levy, Teodoro García Egea, Xavier García Albiol y Javier Maroto en la Junta Directiva Nacional del PP. (EFE)

El independentismo también tiene la tentación de apostar por la estrategia del 'no es no' frente a Pedro Sánchez. Unos, básicamente Puigdemont, de la cúpula de JxCAT y algunos del PDeCAT, porque creen que la desinflamación erosiona el separatismo y puede alimentar soluciones negociadas que no acaben con la independencia. Otros, entre ellos ERC, parecen decididos a mantener el no a los Presupuestos porque creen que —con presos— el independentismo está condenado a una estrategia solo reactiva y perdedora. En esto tienen algo de razón, porque ahora el soberanismo solo salva su maltrecha unidad a la espera del momento favorable (una dura sentencia del Supremo contra los presos) para convocar elecciones.

Puigdemont desconfía del PSOE, y ERC cree que mientras haya presos el independentismo está condenado a una política reactiva y perdedora

Y ERC cree —lo repiten dirigentes cualificados y conectados con Junqueras, como Pere Aragonès y Joan Tardà— que pueden arrancar a Sánchez algo como “presos por Presupuestos”. Seguramente se equivocan, porque las cúpulas judiciales actuales tienen una visión muy suya —radicalmente opuesta a la que expresó el lunes Pascual Sala, que fue sucesivamente presidente del Supremo y del Constitucional— y el propio Rajoy se encontró con un plante (obedecer diciendo que solo se acata por disciplina, no por convencimiento) de la Fiscalía del Supremo cuando interesó al fiscal general que solicitara la libertad con fianza de Joaquim Forn, dirigente del PDeCAT.

placeholder El portavoz parlamentario de ERC, Joan Tardà. (EFE)
El portavoz parlamentario de ERC, Joan Tardà. (EFE)

En Cataluña, hay opiniones favorables y contrarias al Gobierno Sánchez (y más ahora, tras el polémico pacto presupuestario con Podemos), pero está generalizada la satisfacción —todo lo prudente, escéptica y carente de entusiasmo que se quiera— respecto a la necesidad del diálogo entre los dos gobiernos y la voluntad de desinflamación. Puigdemont juega a la contra, pero sabe que no puede imponer un no de entrada. ERC está dispuesta a explorar el camino, cortar el dividendo con la libertad de los presos y luego seguir explorando.

Pero ¿por qué el centro-derecha español se decanta hacia el 'no es no' de la desinflamación si Cataluña es desde hace años el primer problema de España? Es cierto que, si la desinflamación fracasa, Pedro Sánchez tendrá más difícil seguir en La Moncloa. Pero ¿puede ser esta la única motivación?

Los catalanes piden que los presos salgan de la cárcel, pero si hubiera elecciones, el independentismo perdería su actual mayoría

La realidad es que tras el 155 de Rajoy (con el apoyo de Sánchez y Rivera), ahora la política de desinflamación parece estar funcionando, pese a los repetidos excesos verbales de Torra y su jefe de Waterloo. Lo atestiguan multitud de datos, uno de los últimos una interesante encuesta sobre Cataluña de 'La Razón', diario nada sospechoso de izquierdismo o nacionalismo (al menos catalán).

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el 'president' de la Generalitat, Quim Torra, en el Palacio de la Moncloa. (EFE) Opinión
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La citada encuesta, de hace muy pocos días, refleja datos interesantes que coinciden bastante con otros estudios. Cataluña sigue partida en dos, ya que el 44,3% quiere la independencia, que es rechazada por un 47,7%, y hay un 8% de no sabe-no contesta. Parece pues imposible buscar una solución razonable montando un cordón sanitario contra ese 44%.

placeholder Portada de 'La Razón' del pasado 1 de octubre.
Portada de 'La Razón' del pasado 1 de octubre.

Respecto a si hay que ir a otro 1-O, que parece ser el objetivo de Quim Torra, el 56%, contra el 36%, de los catalanes dice que no, una diferencia de 20 puntos, que es la misma que la que se obtiene cuando se pregunta si hay que hacer otra declaración unilateral de independencia (52% que no, contra 32% que sí).

Claro, surge la desconfianza. ¿Y si NC Report, el instituto encuestador, hubiera estado tentado de 'gustar' a la dirección del diario? No parece que sea así, pues el 47%, contra el 34%, piensa que los líderes encarcelados no llevaron a cabo una rebelión y el 59%, contra el 30%, cree que “hay que sacar de la cárcel a los líderes del 'procés”. Al menos en la encuesta las tesis de Pascual Sala baten por goleada a las del juez Llarena, que supongo más próximas al diario.

Pero, sigamos, la actuación de la Policía Nacional y de la Guardia Civil el 1-O obtiene una nota del 4,6 (sobre 10), que es superada por la de los 'mossos', un 5,5. Un dato para reflexionar —habría que contrastarlo con otras encuestas— y que puede sorprender, por razones opuestas, en Madrid y en Barcelona.

placeholder El presidente de la Generalitat, Quim Torra (d), y su predecesor, Carles Puigdemont, en Bruselas. (EFE)
El presidente de la Generalitat, Quim Torra (d), y su predecesor, Carles Puigdemont, en Bruselas. (EFE)

Así, según la encuesta de 'La Razón', mientras la pulsión independentista sigue y hay un sentimiento de solidaridad con los presos, el apoyo a una declaración unilateral de independencia está retrocediendo. Y esto se refleja también en la parte electoral de la encuesta, ya que el independentismo, que tiene ahora 70 diputados, bajaría a 66, por lo que quedaría por debajo de la mayoría absoluta de 68 escaños. Y también es interesante la composición del bloque independentista. JxCAT, la coalición dirigida por Puigdemont, bajaría nueve diputados, de 34 a 25, mientras que ERC subiría cinco, al pasar de 32 a 37, con lo que se convertiría en la primera fuerza secesionista. La CUP no se mueve y mantendría sus cuatro diputados, pero perdería su estratégico papel de bisagra, que pasaría a los diputados de En Comù Podem, que mantiene sus ocho escaños.

Así, el total del independentismo bajaría del 47,5% al 44% del voto, mientras que el constitucionalismo (Cs, PSC y PP) subiría del 43,5% al 44,8%.

La pregunta entonces es clara: si la encuesta de 'La Razón', que parece equilibrada, muestra indicios de que la desinflamación está funcionando, ¿por que Pablo Casado apuesta por aplicar otro 155? ¿No sería más razonable que apoyara —con condiciones— la política de desinflamación, como Pedro Sánchez respaldó el 155 de Rajoy?

En los últimos años de Felipe González se habló de una pinza entre José María Aznar y Julio Anguita contra el Gobierno del PSOE. Ahora no hay pinza entre la derecha y el independentismo —la distancia entre Casado y Puigdemont es abismal—, aunque a los dos les molesta el Gobierno de Pedro Sánchez.

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