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Joan Tapia

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Siete apellidos catalanes

Mariano Puig elogia los 40 años de estabilidad y es aplaudido por el Rey, el empresariado —español y catalán—, el Gobierno socialista y el PSC

Foto: El directivo catalán Mariano Puig. (EFE)
El directivo catalán Mariano Puig. (EFE)

En 2014, cuando España tímidamente empezaba a salir de la gran crisis económica y moral iniciada en 2008, tres asociaciones empresariales españolas —sin espíritu de patronal—, el Círculo de Empresarios de Madrid, el Cercle d'Economia de Barcelona y el Círculo de Empresarios Vascos, acordaron crear un premio anual para distinguir a un empresario que hubiera contribuido a la vez al crecimiento económico y al bienestar de la sociedad. Y debieron contar con el apoyo de la monarquía, ya que lo bautizaron como Premio Reino de España a la Trayectoria Empresarial.

Curioso que los empresarios —al asociar sin alarmas España, Cataluña y Euskadi— mostraran mayor capacidad de adaptación a la realidad que algunos sectores políticos prisioneros siempre de las categorías jurídicas.

Foto: Pabellón español en una feria en Rusia (Efe)

El lunes, en el IESE de Barcelona —en lo más alto de la zona alta—, más de 600 personas se reunieron para la entrega del Premio Reino de España a Mariano Puig Planas, de 91 años, que fue el impulsor de la transformación de la tradicional Lavanda Puig, una mediana empresa catalana de perfumería de los cincuenta, en una gran multinacional de la cosmética con ventas de 2.000 millones de euros, 4.500 empleados, filiales en 25 países y presencia comercial en 150.

Estaban presentes lo más granado de la empresa familiar catalana —apellidos como Molins, Uriach, Pujol de Ficosa, Gallardo, Esteve, Pont, Miarnau, Godó, Rodés— y destacados empresarios de Madrid —desde Jaime Carvajal Urquijo a Enrique Garamendi, Javier Vega de Seoane y José María Bergareche—, así como los presidentes de las tres asociaciones creadoras del premio: John de Zulueta, Juan José Bruguera y Javier Ormazabal.

Y había expectación. El premio se concedió en 2017 —el año de la DUI—, Mariano Puig quería recibirlo en Barcelona y las visitas del Rey a la ciudad se han espaciado por motivos obvios. Además, coincidía con otro exitoso Mobil World Congress, algo empañado por el largo conflicto político y por los actos de rechazo del 'president' Torra (y en menor grado de la alcaldesa Colau) al jefe del Estado.

El homenaje a Puig se convirtió en un acto de reconocimiento de gran parte de Cataluña a los logros de la Constitución del 78

El acto mostró una imagen no demasiado habitual en los últimos años, con el mundo empresarial de Madrid y Barcelona, y la vicepresidenta Carmen Calvo (escoltada por la plana mayor del PSC, con Miquel Iceta, Nuria Marín, la alcaldesa de l'Hospitalet, y la pletórica delegada del Gobierno en Cataluña, Teresa Cunillera), aplaudiendo la significación empresarial de Mariano Puig. Y a Felipe VI.

El acto fue un homenaje a un empresario de éxito, de hablar prudente pero directo y que nunca ha ocultado su catalanidad y españolidad. Puig repite que Barcelona, Cataluña y España son tres ruedas que se potencian y que si alguna falla, las otras se resienten. Y ayer lo repitió, al decir que vivimos momentos difíciles pero que se sentía muy catalán, con siete apellidos catalanes, y que cuando muchas empresas trasladaron su domicilio social, por miedo a la inestabilidad, ellos decidieron pese a todo —y a riesgo de equivocarse— mantener su sede social en la plaza Europa de l'Hospitalet de Llobregat.

Foto: Mariano Puig y Felipe VI. (EFE)

Mariano Puig, en un discurso ceñido y sin notas, afirmó sentirse muy, muy catalán, pero que “España es nuestro país”, y resaltó la gran transformación y “el aumento de la prosperidad económica y la calidad de vida que nada tiene que ver con la España del pasado”. Subrayó y recalcó que habría sido imposible sin la “estabilidad estructural” de los últimos 40 años "brindada por la Constitución del 78 y bajo gobiernos de signo muy diferente".

Explicó que su padre le había llamado a mitad de los cincuenta —entonces la empresa crecía gracias a la sustitución de importaciones que convirtió una sociedad comercial en una empresa industrial— y le dijo que en la vida había cinco fases: aprender a hacer, hacer, enseñar a hacer, hacer hacer y dejar hacer. "Éramos cuatro hermanos —añadió— y no siempre estábamos de acuerdo, pero supimos ponernos de acuerdo". Tuve la impresión de que era también un guiño político, ya que en el acto se notó la ausencia de la la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona.

Carmen Calvo subrayó, como Puig, el gran valor de los 40 años de la Constitución, la transformación positiva del tejido productivo y la necesidad de acompasarlo con la mejora de la calidad de vida. Y destacó la aportación de Puig a la internacionalización de las empresas españolas. El Rey cerró el acto destacando valores tan catalanes de Mariano Puig como la moderación y la prudencia, a las que luego añadió (en la corta parte de su discurso en catalán) la pertenencia “a la terra”. Destacó que Puig era un catalán y un español universal y que el MWC se celebraba mirando a Barcelona, y que el mérito de Puig había sido mirar al mundo desde Barcelona y convencerlo. Como pasó en los JJOO del 92.

Puig concluyo diciendo que pese al momento complicado le gustaría dejar un país con ilusión y confianza en el futuro, para lo que se necesita recuperar la convivencia, “lo que en estos momentos parece casi imposible, pero si lo hicimos hace 40 años, hemos de volver a hacerlo”.

Puig dijo —y no pensaba solo en su familia— que eran cuatro hermanos y no siempre estaban de acuerdo, pero supieron ponerse de acuerdo

A la salida, un empresario catalán me dijo, satisfecho, que pese a todo hay una Cataluña mayoritaria que sigue creyendo en el 'seny'. ¿Mayoritaria? Bueno, el puntilloso periodista Josep Maria Ureta explicaba ayer en el diario 'Ara' que había contabilizado la presencia del 15% del PIB catalán. Y con el PSC, estaba una parte de la izquierda.

Otro empresario, amigo de Mariano Puig, estaba inquieto por la ausencia de Torra: “Pujol habría venido, habría explicado sus historias y habría triunfado… Ahora…tantos años ayudándolos [deduje que se refería a CDC] y nos lo pagan así…”.

El domingo expliqué que el Gobierno Torra estaba desconectado de la sociedad. La huelga general a la que incitó fue muy poco seguida. El lunes se vio que tampoco conecta con parte del tejido productivo catalán. Eso sí, habla con Waterloo y tiene el apoyo —a regañadientes— de las listas electorales con mayoría absoluta en el Parlamento.

En 2014, cuando España tímidamente empezaba a salir de la gran crisis económica y moral iniciada en 2008, tres asociaciones empresariales españolas —sin espíritu de patronal—, el Círculo de Empresarios de Madrid, el Cercle d'Economia de Barcelona y el Círculo de Empresarios Vascos, acordaron crear un premio anual para distinguir a un empresario que hubiera contribuido a la vez al crecimiento económico y al bienestar de la sociedad. Y debieron contar con el apoyo de la monarquía, ya que lo bautizaron como Premio Reino de España a la Trayectoria Empresarial.

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