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¿Es racional el veto a Iceta?
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Joan Tapia

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¿Es racional el veto a Iceta?

El no de ERC a Iceta no tiene lógica y quizá la razón principal es la dificultad de que el cálculo político prime sobre las emociones

Foto: El líder del PSC, Miquel Iceta, durante un pleno del Parlament. (EFE)
El líder del PSC, Miquel Iceta, durante un pleno del Parlament. (EFE)

El domingo escribí sobre la reacción radicalmente contraria de ERC a la propuesta de Pedro Sánchez de que Miquel Iceta, reputado tanto por su constitucionalismo y apoyo al 155 como por su apuesta por un mayor autogobierno y por el diálogo, ocupara la presidencia del Senado. Todo el mundo interpretó que era un gesto del presidente hacia Cataluña. Bueno, el PP y Cs dijeron —que Dios les conserve la vista— que no era un gesto sino el primer pago de Pedro Sánchez a Oriol Junqueras y a los golpistas para que sus votos le mantuvieran en el poder.

ERC ha dado varios argumentos con un único punto de coincidencia: el no a Iceta. Su portavoz en el Parlamento catalán, Sergi Sabrià, dijo primero que “así no se hacen las cosas y que se habían enterado por la prensa”. Luego otros dirigentes de ERC recordaron que Iceta había apoyado el 155 y participado, junto a Enric Millo, en una gran manifestación contra la independencia organizada por Sociedad Civil Catalana. Ayer dijeron que la decisión de la Junta Electoral de no permitir a Junqueras estar en el debate en TV3 de los cabezas de lista a las elecciones europeas había precipitado las cosas y que además Iceta era una mala persona por no visitar a los presos.

Son razones poco comprensibles. Vetar que un político catalán —que no gusta ni al PP ni a Cs— presida el Senado de España, la Cámara territorial, es algo bastante fuerte. Todavía más porque es un veto que va contra normas y usos y costumbres parlamentarias. Una ley del Parlamento catalán especifica que los senadores autonómicos se designan al principio de la legislatura en proporción a los votos obtenidos y la junta de portavoces decidió que al PSC le tocaba uno. Así fue elegido José Montilla. Luego, cuando se produce una vacante (la dimisión de Montilla), es el grupo correspondiente el que designa al sucesor y los otros grupos lo refrendan. No es cortesía parlamentaria, como ha dicho algún bobalicón, es lo que se ha hecho siempre sin que criterios políticos hayan hecho nunca variar la práctica. El Parlament votó así que Xavier García Albiol, presidente del PP catalán, fuera elegido senador en enero de 2016. Mayor importancia tiene todavía la designación como senadora autonómica de la diputada de Cs Lorena Roldán el 4 de mayo de 2018, cuando el artículo 155 estaba en plena vigencia. ¿Salvador Sabrià podía votar en 2016 a García Albiol y en 2018 (con Junqueras en prisión y Puigdemont en el exilio) a Lorena Roldán, pero sus escrúpulos no le permiten votar ahora a Iceta porque Gabriel Rufián no ha sido consultado? Parece un chiste.


No hay explicación racional, pero debe tener alguna, porque ERC es un partido fuerte y con tradición (no un recién llegado) que ha dado a Cataluña presidentes como Francesc Macià, Lluís Companys y Josep Tarradellas, muy distintos pero todos con cargos relevantes en la II República, en el exilio y en la transición democrática cuando Adolfo Suárez. ¿Cuál puede ser la explicación?

El domingo apunté que el segundo puesto del PSC en las recientes legislativas (23,2% de los votos frente al 24,6% de ERC) y la victoria socialista en la provincia de Barcelona podían haber inquietado a ERC que (vista la deriva a la fragmentación del conglomerado Puigdemont-Crida-PDeCAT) podía haber concluido que su posición como partido dominante en Cataluña era ya indiscutible. Era lógico que la resurrección del PSC —gracias a la resiliencia de Iceta y al efecto Pedro Sánchez— incomodara. Especialmente si temían que Iceta, desde la presidencia del Senado, pudiera ser un candidato de peso en las próximas elecciones catalanas.

Foto: Pedro Sánchez firma un ejemplar de su libro en Pamplona, este 15 de mayo. (EFE)

Pero una cosa es la incomodidad y la lucha por el electorado no muy definido y otra el veto a presidir el Senado a un político catalán que incluso habló de la posibilidad de estudiar en algún momento algún tipo de indulto. Bastante inexplicable.

Otra tesis es que ERC se siente frustrada e inquieta (más allá del lógico triunfalismo de fachada) con el resultado electoral. Tuvieron un gran éxito el 28-A con sus 15 diputados, que más que doblan los de Puigdemont. Pero a veces nueve diputados (los que tenían hasta ahora) pesan más que 15. Es lo que pasa ahora. Antes de que el no a los Presupuestos forzara la disolución de las Cortes, los nueve de ERC y los ocho del PDeCAT eran matemáticamente necesarios para que Sánchez pudiera gobernar. Ahora puede ser investido y gobernar (si ancla bien un pacto con Podemos y con el PNV) no sin negociar, pero sí dependiendo mucho menos de ERC.

ERC puede estar frustrada porque sus 15 diputados de 2019 pueden pesar bastante menos que los nueve de 2016

Y puede ser que la decisión normal de Sánchez de que la Mesa del Congreso esté formada solo por los cuatro principales grupos (lo que le permite excluir a Vox, que tiene nueve diputados más que ERC) haya sido mal digerida por los republicanos y quieran satisfacer su descontento con una patada en la espinilla al líder socialista.

Pero pretender corregir lo que se ha demostrado que para ellos fue un error (el voto contra los Presupuestos) con otro error que puede marcar la legislatura tiene poca racionalidad. No está el independentismo, que resiste bien pero no tiene dinámica alcista (39% del voto en las recientes legislativas frente al 32% de 2016, pero casi el 48% de las autonómicas de 2017), para decisiones poco meditadas. Y la victoria en la Cámara de Comercio tiene el valor que tiene, pero solo votó el 4% del censo (antes votaba menos) y en todo caso es un éxito de la militancia de la ANC, que no está en sintonía ni con Puigdemont ni con ERC y que si se presentara a unas elecciones introduciría todavía más división en el campo separatista. Y el candidato de FemCat, del independentismo tradicional, también salió derrotado.

Foto: Jordi Turull, Oriol Junqueras, Carles Puigdemont y Miquel Iceta, en 2017. (EFE)

Por eso, que ERC reaccione a su posible pérdida de valor estratégico en el Congreso con una patada al PSOE no tiene sentido. La primera consecuencia —que ya apuntó El Confidencial— puede ser facilitar un pacto entre socialistas y comunes en el Ayuntamiento de Barcelona que perjudique a Ernest Maragall.

Se analice como se analice, se entiende mal. Hay quien sostiene que, pese a un discurso y una práctica normalmente más realista, en los momentos cruciales ERC acaba asumiendo una posición igual de agresiva que Puigdemont. El 27-O de 2017, cuando parecía que Puigdemont se inclinaba a congelar la DUI y convocar elecciones (la negociación con Rajoy a través de Urkullu), Gabriel Rufián lanzó el tuit de las 155 monedas de plata. ERC fue la primera en decir que no votaría los Presupuestos de Sánchez si antes no había cambios en la calificación de rebeldía de la Fiscalía. Y ERC ha sido —por boca de Sabrià— la primera en el veto a Iceta. Pero todo el mundo sabe que Sabrià pesa lo que pesa y que la decisión final se ha tomado en Soto del Real.

El independentismo no se atreve a confesarse —menos a admitir— que la Constitución española es de obligado cumplimiento

Si fuera así, habría que llegar a la conclusión de que, en último término, Puigdemont y Junqueras están en una posición muy similar y que lo que les separa es el personalismo y el odio entre los respectivos aparatos, más 'amateur' uno (el puigdemontista) y más profesional el otro. Pero que ninguno quiere aceptar —o no se atreven a confesarlo a los creyentes— que la independencia puede ser un objetivo legítimo pero que en el corto plazo tienen que respetar —admitiéndolo o negándolo— la Constitución democrática del 78 y la posición europea, radicalmente contraria a la emergencia de nuevos Estados.

placeholder El portavoz de ERC, Sergi Sabrià. (EFE)
El portavoz de ERC, Sergi Sabrià. (EFE)

Pero estas interpretaciones no son incompatibles, sino que complementan una realidad que sobrepasa la política racional y que por eso es más difícil de entender (especialmente para los ajenos a la fe nacionalista). Todo puede deberse en gran parte a que la larga prisión provisional y sin fianza de los presos y la posible e inminente condena a penas no leves de quienes son los dirigentes del partido tiñen de emocionalidad todas las decisiones de la cúpula republicana y mantienen unida a su militancia en un discurso que alterna la racionalidad con fuertes y espectaculares gestos de repulsa. La emoción prima sobre la razón. Los 'emocionados' no pueden actuar con racionalidad y los racionales no entienden —pese a todas las lecciones de la historia— que el Estado de derecho es la garantía de la democracia, pero no controla todas las emociones. Y es cierto que los conflictos políticos no se resuelven en los tribunales y con penas de prisión, y que todos los nacionalismos —todavía más los insatisfechos— son muy emocionales.

La situación de los presos y las emociones que generan en dirigentes y militantes son el factor predominante en muchas decisiones

Quizás estemos ahí, en un desbordamiento nacionalista y por la situación de unos presos que tuvieron el apoyo de mucha gente. Y como dijo una vez acertadamente Jordi Pujol, es imposible volver a meter en el tubo la pasta de dientes cuando ya ha salido.

Pedro Sánchez ha dicho que ERC no ha vetado a Miquel Iceta sino el diálogo, la convivencia y la negociación. Respecto a la convivencia, Sánchez se equivoca, porque pese a todo en Cataluña hay convivencia, lo que no excluye fuertes tensiones. Y ERC tampoco ha vetado el diálogo y la negociación. No puede. Le ha propinado, eso sí —por falta de racionalidad—, un duro golpe que no beneficiará ni a los presos, ni al secesionismo, ni a Cataluña ni a la democracia española.

Foto: Pedro Sánchez, junto al presidente de la Real Sociedad, Jokin Aperribay, y la capitana del equipo, Sandra Ramajo. (EFE)

La ilusión (si prefieren, el fantasma) separatista —que Artur Mas y Rajoy, uno por error garrafal y el otro por falta de cintura— reavivaron en 2012 nos sigue acompañando. Y la famosa sentencia del Constitucional y la crisis no fueron la única causa, pues entre 2010 y 2012 CDC y el PP votaron muchas cosas juntos, entre ellas, unos Presupuestos catalanes. ¿Cómo doblegar las emociones a la racionalidad? La historia nos demuestra que los españoles y los catalanes no estamos especialmente dotados para ello.

El domingo escribí sobre la reacción radicalmente contraria de ERC a la propuesta de Pedro Sánchez de que Miquel Iceta, reputado tanto por su constitucionalismo y apoyo al 155 como por su apuesta por un mayor autogobierno y por el diálogo, ocupara la presidencia del Senado. Todo el mundo interpretó que era un gesto del presidente hacia Cataluña. Bueno, el PP y Cs dijeron —que Dios les conserve la vista— que no era un gesto sino el primer pago de Pedro Sánchez a Oriol Junqueras y a los golpistas para que sus votos le mantuvieran en el poder.

Miquel Iceta PSC Senado Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)