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El discurso de Iglesias: 75% de efectividad
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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El discurso de Iglesias: 75% de efectividad

Dejemos la interpretación que hizo Iglesias del texto y centrémonos en su redacción. Todo el discurso se levantó a partir de la 'respetabilidad'. Ese es el concepto clave

Foto: El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, responde al discurso del candidato del PP, Mariano Rajoy. (EFE)
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, responde al discurso del candidato del PP, Mariano Rajoy. (EFE)

Cuatro objetivos para el discurso de Iglesias: aumentar la unidad interna en un periodo de turbulencias no resueltas, obtener algún rédito en las urnas gallegas y vascas del 25-S, puntuar en la lucha que mantiene con Sánchez por el puesto de líder de la izquierda y aumentar la percepción social de que Podemos está capacitado para gobernar.

Y solo había una forma de alcanzar el pleno: superar a Rajoy. Pero Pablo no lo hizo. Consiguió, eso sí, que el latido del 15-M volviese a resultar audible, desde luego estuvo bastante más que en la pasada campaña electoral.

Puede que no falte demasiado tiempo para que aquella emoción acabe archivada en la memoria colectiva como acaban en la individual las huellas de los amores perdidos. La vida tiene eso, que siempre va más deprisa de lo que parece.

Pero hasta que eso ocurra, el resonar de la Puerta del Sol seguirá generando sentimientos de unidad en Podemos. Por eso la vibración y la vehemencia de la primera intervención, los suyos piensan que no hay mejor líder que Pablo transformado en 'Coleta morada'. De eso se trata, primer objetivo cumplido.

Pero dejemos la interpretación que hizo Iglesias del texto y centrémonos en su redacción. Todo el discurso se levantó a partir de la 'respetabilidad'. Ese es el concepto clave.

Foto: Pablo Iglesias

Porque vale para definir el papel de Podemos en el Parlamento tras las elecciones de junio: “Respetabilidad es decirle a la gente, yo estoy aquí por ti y para ti”.

Porque sirve para establecer un factor diferenciador respecto a todos los partidos de la Cámara: “La respetabilidad no se gana por que los poderosos te reconozcan”.

Y porque es útil para disputarle al PSOE la posición de antagonista del Partido Popular: “Nadie duda de que siempre estaremos frente a ustedes”.

De esa forma, solo Podemos acaba siendo respetable. Los demás no pueden serlo por su trayectoria (“el PP fue fundado por ministros franquistas”), por su sumisión a las oligarquías (Ibex 35 y poderes financieros), por su corrupción (“ustedes no pueden combatir la corrupción porque son la corrupción”), ni por su ideología (traición a la soberanía nacional).

Cabe preguntarse si esta lógica discursiva construida a martillazos es la más compatible con un debate intelectualmente honesto y la más conveniente para la convivencia, pero desde luego no hay motivos para dudar de su eficacia.

Foto: Pablo Iglesias, en la sesión de investidura (EFE)

A Iglesias le ha funcionado para empaquetarlo todo en pocos minutos. Ese concepto de 'respetabilidad' le armó del hilo narrativo que necesitaba para lograr los objetivos dos y tres que mencionábamos al principio.

Para marcar un tanto en la campaña gallega de manera dura y explícita (“el amigo narcotraficante” de Feijóo) y de un modo más tímido en la vasca con las reiteradas menciones a “los pueblos”.

Y para puntuar frente a Sánchez en la competición por el liderazgo ideológico de la izquierda golpeando, punto por punto, el programa de gobierno con el que Rajoy se presentó a la investidura. Pablo no ha ido a una confrontación personal con Mariano, sino política.

Quizá fuesen esos sus mejores minutos, allí llegó al 75% de efectividad. El otro 25%, la necesidad que tiene Podemos de aumentar su perfil como partido de gobierno, se lo llevó por delante Mariano. La prueba está en el tono que el dirigente del PP mantuvo durante todas las réplicas, con todos.

Rajoy recurre al sarcasmo cuando no reconoce la altura de su adversario. Así es como despacha a quienes considera competidores menores

Después de años estudiando a Rajoy, he llegado a la conclusión de que su retranca refleja la opinión que tiene del contrario. Creo que recurre al sarcasmo -más que a la ironía- cuando no reconoce la altura de su adversario. Así es como despacha a quienes considera competidores menores.

Con Zapatero y con Rubalcaba no había lugar para la broma. Todo resultaba más áspero, más hiriente, incluso violento. Pero ahora parece entrar en el Parlamento con la impresión de que no necesita desenfundar para ganar.

Cuatro preguntas le bastaron para poner a Iglesias en aprietos: “¿Hay algo bueno en la Cámara aparte de usted? ¿Es usted el único demócrata de España? Si a ustedes les vota la gente, a los demás, ¿quiénes nos votan? ¿No está usted un poco desfasado?”.

Con la frase “ustedes no tienen el patrimonio de los sentimientos” Rajoy cegó la vertiente emocional de su retórica. Allí, Iglesias cometió su principal error

Y con la frase “ustedes no tienen el patrimonio de los sentimientos” le cegó a Iglesias la vertiente emocional de su retórica.

Allí fue donde creo que Pablo cometió su principal error, por primera vez le vi falto de reflejos en un debate. La respuesta estaba al alcance de la mano.

Le habría bastado con no abandonar su terreno, pudo haber dicho por ejemplo algo parecido a “es verdad que no tenemos el patrimonio de los sentimientos de la gente, son ustedes los que especulan con el miedo y el sufrimiento de la mayoría”. Pero se aplacó, dejó la calle, volvió a la cafetería de la facultad.

Y el resto del enfrentamiento con Rajoy perdió temperatura, se convirtió en una cordial conversación entre dos personas que nunca se pondrán de acuerdo.

A pesar de todo, creo que Iglesias sale reforzado internamente de este debate y que su formación política se mantendrá donde estaba en el mapa de la opinión pública.

Lo que desconozco es si la suma de discursos de Unidos Podemos ha ayudado al Gobierno alternativo que proponen. Pero eso ya es harina de otro costal.

Cuatro objetivos para el discurso de Iglesias: aumentar la unidad interna en un periodo de turbulencias no resueltas, obtener algún rédito en las urnas gallegas y vascas del 25-S, puntuar en la lucha que mantiene con Sánchez por el puesto de líder de la izquierda y aumentar la percepción social de que Podemos está capacitado para gobernar.

Pedro Sánchez Mariano Rajoy