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¿Es el 'hackeo' a la democracia la nueva guerra?
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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¿Es el 'hackeo' a la democracia la nueva guerra?

El hecho de que se haya alterado desde Rusia el funcionamiento de la democracia norteamericana no es inocuo. Puede desencadenar una segunda guerra fría

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

¿Podríamos estar atravesando, sin darnos demasiada cuenta, un episodio tan determinante como el 11-S? ¿Podría estar modificándose la definición misma de conflicto bélico?

Trataré de aproximarme a las respuestas, reconociendo antes que no soy un experto y sirviéndome de tres herramientas humildes: un antiguo libro, un viejo recorte de prensa y algunos esquejes de la actualidad.

El libro no es nada del otro mundo. Volví a encontrarme con él en casa de mi madre. Fue en la noche de Reyes. Entré en mi antigua habitación, eché un vistazo a la estantería y me topé con el atlas histórico que utilizaba en el instituto.

Aquellas páginas me gustaban. Era agradable recorrer los mapas que servían para explicar los tiempos que vendrían después. Al cerrarlo, traté de imaginarme el dibujo global de este año que estrenamos. Torpemente, intenté trazar un planeta marcado por el aislamiento de Reino Unido y Estados Unidos, la decadencia de una Europa consumida por los extremismos, la pulsión expansiva rusa y la tensión asiática.

Contempladas en su conjunto, esas tendencias de 2017 no invitan al optimismo. Son siluetas demasiado cercanas a las perfiladas en vísperas de las peores pesadillas del siglo XX. Sobre todo si tenemos en cuenta que esta década, como ocurrió con los años treinta, es la que sucede al desplome de la economía mundial (auge del malestar, la xenofobia…). Entonces como ahora, Oriente Medio era un avispero. Y entonces como ahora, los intentos de articular instancias supranacionales (Sociedad de Naciones) estaban siendo tan devorados como comienza a estarlo la Unión Europea y como podrían estarlo pronto la OTAN o la ONU.

Devolví el libro a su sitio y busqué en mi móvil el recorte de prensa. El medio es 'The Economist', no muy propenso a la conspiranoia. Este es el titular: “En el bolsillo del Kremlin: a quién apoya Putin y por qué”. A lo largo del texto se destacan las siglas de bastantes partidos nacionalistas y/o de extrema derecha (Bulgaria, Grecia, Hungría, Austria, Francia, Reino Unido, Italia, Bélgica y Finlandia), así como de Syriza y Podemos.

Fecha, febrero de 2015. En aquel momento, parecía inconcebible lo que vemos ahora: el presidente electo de los Estados Unidos acusado de haber ganado los comicios gracias a la injerencia rusa en la campaña electoral.

Obama marchándose de la Casa Blanca reconociendo que subestimó la importancia de los ciberataques a la democracia de su país. Y Trump acercándose a la jura del mandato después de haber denigrado nada más y nada menos que a la OTAN, las Naciones Unidas y los tratados de comercio internacional.

El hecho, confirmado por los servicios de inteligencia, de que se haya alterado desde Rusia el funcionamiento de la democracia norteamericana no es inocuo. Puede desencadenar una segunda guerra fría. Y, desde luego, arroja dudas a escala global sobre la inviolabilidad de nuestras democracias.

Si el sistema político de la primera potencia mundial puede 'hackearse', cabe preguntarse por la seguridad en todas las demás naciones democráticas.

Preguntémonos por lo ocurrido durante 2016 a este lado del charco. ¿Es disparatado cuestionarse si el referéndum del Brexit fue 'hackeado'? ¿Y el referéndum italiano? ¿Y España?

Si el sistema político de la primera potencia mundial puede 'hackearse', cabe preguntarse por la seguridad en las demás naciones democráticas

Preguntémonos por lo que viene este año en Europa. El ministro de Defensa francés acaba de admitir que existe un peligro real de 'hackeo' ruso en las elecciones de abril (compite Le Pen). Cinco meses después, Alemania decide su destino y buena parte del nuestro (también compite la extrema derecha).

¿Hay alguien en Europa que pueda garantizar que nuestras democracias son impenetrables frente a los ataques digitales que se activen desde el exterior? ¿Estamos suficientemente protegidos?

Sería tranquilizador que no cupiese margen para esa duda. Porque donde parece no haber incertidumbre es en el 'modus operandi' de Putin. La sucesión de citas electorales celebradas en Occidente han venido demostrando que el Kremlin ve en el nacionalismo y el populismo herramientas eficaces para debilitar las democracias occidentales y torpedear los espacios políticos, económicos y militares de cooperación internacional.

¿Hay alguien que pueda garantizar que nuestras democracias son impenetrables frente a los ataques digitales que se activen desde el exterior?

Como decía, no soy experto en política internacional y tampoco en defensa, no dispongo de recursos intelectuales que me permitan concluir si la 'ciberguerra' es un fenómeno plenamente asentado. Todo lo que alcanzo a pensar es que los robos de información, la difusión de teorías de la conspiración y la viralización de noticias falsas (el propio concepto de 'posverdad', que podría haber acuñado Orwell) suenan a lo que leímos en la novela '1984', pero desbordado.

Los tres lemas de aquel libro venían insertándose en nuestra vida cotidiana. Nos habíamos acostumbrado ya al primero. “La guerra es paz”, como vimos en Nochevieja con todas las capitales europeas tomadas por la policía ante el riesgo de atentado. Ya vivíamos la barbarie de la muerte y el sufrimiento ajeno con indiferencia, como demuestra nuestro desdén ante el drama de los refugiados.

Nos estábamos acostumbrado al segundo. “La libertad es esclavitud” en esta sociedad de consumo y rebajas permanentes, en la que el 'big data' vulnera el derecho humano a la intimidad y anticipa el deseo comprador por la vía del historial personal de navegación.

Los robos de información, la difusión de teorías de la conspiración y la viralización de noticias falsas suenan a lo que leímos en '1984', pero desbordado

Empezábamos a acostumbrarnos al tercero. “La ignorancia es la fortaleza”, a no saber dónde están los límites entre lo real y lo falso, las fronteras entre lo trascendente y lo banal, entre lo que importa y el vestido de la Pedroche.

Sin embargo, cabe preguntarse si, mientras todo esto pasaba, vino la realidad a desbordar a la ficción y escribir el cuarto lema orwelliano, el que ni siquiera Orwell llegó a imaginar...

La democracia es un virus”. Un virus con el que alterar la decisión de la mayoría en beneficio de un interés parcial y contrario al bien común. Un ejército de 'hackers' en la otra punta del mundo. Una pesadilla que hiere en lo más profundo sin llegar a hacerte sangrar.

¿Podríamos estar atravesando, sin darnos demasiada cuenta, un episodio tan determinante como el 11-S? ¿Podría estar modificándose la definición misma de conflicto bélico?

Democracia Hackers