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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Patxi López: un discurso placebo

El discurso del socialista vasco podría llegar a tener la función de convencer a los militantes de que hay cura para todos los males con un mensaje que sabe a PSOE pero sin principio activo

Foto: Patxi López, durante su rueda de prensa para anunciar su candidatura a las primarias del PSOE como secretario general. (EFE)
Patxi López, durante su rueda de prensa para anunciar su candidatura a las primarias del PSOE como secretario general. (EFE)

Hubo un tiempo en el que las cuerdas vocales de Patxi López eran capaces de reverberar en toda la compleja relojería sentimental del Partido Socialista. Quizá por eso aclaró la garganta una, dos, tres veces; como llamando a su voz de entonces. Luego respiró hondo. Agarró los extremos del atril y clavó la mirada en el papel hasta el final del texto. No había tenido tiempo para ensayar.

Tremendo, pensé. Este hombre está dando uno de los pasos más importantes de su vida y todo parece improvisado a su alrededor. El lugar no tiene valor simbólico, la fecha parece elegida a última hora, el formato con preguntas le va a dañar y la intervención, por lo que se ve, ha terminado de escribirse hace un rato.

Le han dejado solo, murmuré. Nada transmite la impresión de que comienza a cumplirse un sueño plural. Nada refleja a un líder cuajado, valiente y decidido frente a la aventura que inicia. Ni siquiera se le ve seguro en un terreno que le resulta de sobra conocido: su discurso de siempre.

Hubo un tiempo en el que su mensaje desprendía un calor difícil de igualar. Aquellas intervenciones siempre agarraban a los militantes de las tripas. Al hablar, acumulaba más y más gestos de asentimiento en el público. Terminaba un párrafo y era mayor la cantidad de cabezas que subían y bajaban. Y así hasta que un hombre de la décima fila se ponía en pie y levantaba a toda la sala para desatar un trueno de aplausos imposibles de apagar.

Aquello pasaba 10 años atrás. Ahora, Patxi López se ha presentado a dirigir el PSOE hasta el año 2021 con un primer discurso que le ha quedado oxidado: atascado en lo político (el presente y el futuro) y bloqueado en los tópicos y las frases hechas (el pasado).

Patxi López se ofrece para liderar el PSOE

La pérdida de frescura, la falta de evolución formal de su relato, puede superarse pronto. Basta con reunir imaginación, con volcar creatividad. No debería costar mucho reciclar expresiones tan sobadas como “abrir un tiempo nuevo”, “PSOE renovado, unido, progresista, para alcanzar el apoyo de la mayoría”, “acabar con las tensiones internas”, “recuperar el valor de la política”, “adaptar las señas de identidad a los nuevos tiempos”, “reactivar a las bases”… Y, a ser posible, renunciar al vocablo 'modernidad'. No hay nada más antiguo, ni que enseñe más el cartón.

Puede que ni siquiera resulte necesario pulir el texto para que suene menos a cassete de La Década Prodigiosa. Al fin y al cabo, buena parte de quienes votarán en las primarias de mayo conocen bien esa música y hasta pueden sentirse reconfortados al escucharla si no se les ofrece un sonido más original.

Ahora bien, más allá de la superficie, es en lo político donde el discurso de López puede tener más dificultades. Y no me refiero únicamente a las grandes cuestiones que se está planteando la socialdemocracia para los próximos lustros. Hablo de los meses que vienen, de las preguntas directas que los periodistas seguirán planteando durante los próximos días:

- ¿La parece adecuada la actual estrategia socialista 'de conquista' en el Parlamento?

- Si usted gana, ¿comandará una moción de censura contra Rajoy?

- En caso afirmativo, ¿cuál sería el objetivo? ¿Gobernar con Podemos y nacionalistas? ¿Nuevas elecciones antes de que termine el año?

El hecho de que el discurso de Patxi, en el que no hubo respuestas, esté oxidado no implica que su apuesta sea forzosamente perdedora

El domingo no hubo respuestas, pero hubo lenguaje corporal: movió el cuerpo hacia un lado y otro. Inseguridad. Bamboleó.

En cualquier caso, el hecho de que el discurso de Patxi esté oxidado no implica que su apuesta sea forzosamente perdedora. Podría ocurrir perfectamente lo contrario. Esa es la paradoja.

En mayo votan 180.000 mujeres y hombres agotados, militantes que ven en esas siglas parte del sentido de sus vidas y que están hartos de sufrir. Después de todo lo que ha ocurrido, trauma de la división incluido, se dan las condiciones necesarias para que llegue a calar un discurso que responda a la siguiente definición.

Placebo: “Sustancia que carece de acción curativa pero produce un efecto terapéutico si el enfermo la toma convencido de que es un medicamento realmente eficaz; tiene el mismo aspecto, gusto y forma que un medicamento verdadero pero está hecho de productos inertes y sin ningún principio activo”.

Un placebo que, en definitiva, sirva en el mejor de los escenarios para ganar Ferraz, y en el peor de ellos para negociar puestos

El discurso de Patxi López podría llegar a tener la función de convencer a los militantes de que hay cura para todos los males con una retórica fuertemente identitaria y políticamente inerte. Un mensaje que sabe a PSOE pero sin principio activo:

  • Que en su análisis apunta que “no hay que hacer cálculos de poder”, después de haber aconsejado a Sánchez que renunciase a ser diputado.
  • Que añada la necesidad de “recuperar el respeto”, después del imperdonable intento de pucherazo en el comité federal.
  • Que diagnostique la necesidad de proyecto futuro, sin ofrecer respuestas para el presente.
  • Y que recete actividad para las bases, mientras Óscar López, César Luena y Rodolfo Ares reúnen avales a golpe de teléfono

Un placebo, en definitiva, que en el mejor de los escenarios sirva para ganar Ferraz, y en el peor para negociar puestos después de haber obtenido no menos del 40% de los votos. Una apuesta que, por su propia pequeñez, supone una oportunidad perdida que el PSOE no está en condiciones de desaprovechar.

Foto: Patxi López y Pedro Sánchez, el pasado 11 de junio en un acto de campaña de las generales del 26-J en Durango, Bizkaia. (EFE)

Ganar unas primarias con un universo de 180.000 personas no es la tarea más compleja del mundo. En esencia, basta con tener un buen aparato político y con poner una banda sonora para que todo el mundo escuche lo que quiere oír.

Lo difícil es ser un líder político de verdad, alguien que señale un camino en lugar de apuntarse a sí mismo. Eso empieza por decir a los demás lo que necesitan escuchar. Y continúa por ampliar la mirada, por aprovechar las primarias del PSOE para que este ofrezca un mensaje de país. Emitir señales de vida inteligente hacia las capas sociales cansadas de esperar y de ver tantas palabras y tantas jugadas torpes repetidas. ¿Quién puede hacerlo?

Hubo un tiempo en el que las cuerdas vocales de Patxi López eran capaces de reverberar en toda la compleja relojería sentimental del Partido Socialista. Quizá por eso aclaró la garganta una, dos, tres veces; como llamando a su voz de entonces. Luego respiró hondo. Agarró los extremos del atril y clavó la mirada en el papel hasta el final del texto. No había tenido tiempo para ensayar.

Patxi López