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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Podemos: espectáculo caníbal

La cuestión es que la verdadera amalgama de sentimientos que encendió la luz morada no pertenece a una pareja, sino a millones de españoles

Foto: Los diputados de Unidos Podemos Íñigo Errejón y Pablo Iglesias. (Efe)
Los diputados de Unidos Podemos Íñigo Errejón y Pablo Iglesias. (Efe)

Llegará el día en que las personas que dieron vida a Podemosse pregunten por qué gestionaron tan mal aquel sueño colectivo. No ha pasado tanto desde que aquello parecía imparable. Ahora la velocidad va en sentido opuesto y la erosión, acaben las cosas como acaben, apunta a irrefrenable. Veremos lo que viene pero cuesta discutir que Podemos ya no será lo que pudo y tuvo que haber sido.

Foto: Carolina Bescansa, presidiendo la reunión del grupo parlamentario de Unidos Podemos, el pasado 15 de diciembre. (EFE)

La incógnita está en la respuesta que cada uno de los fundadores se dará frente al espejo que trae el tiempo. ¿Por qué? Cuando llegue la pregunta, el dilema estará ahí. Tendrán que elegir entre la honestidad íntima, desnuda y cruda; o el baúl de las mentiras piadosas que todos guardamos para nosotros mismos. Los seres humanos necesitamos esos disfraces. Nos contamos cuentos para camuflar el derecho que tenemos a equivocarnos, para ocultarnos la difícil verdad de que no estuvimos a la altura, o simplemente para poder seguir mirando hacia adelante. Con esos materiales vamos vistiendo nuestra memoria sentimental.

La cuestión es que la verdadera amalgama de sentimientos que encendió la luz morada no pertenece a una pareja, sino a millones de españoles que pensaron y creyeron en la posibilidad de un “esta vez sí” pero empiezan a notar que “esta vez tampoco”. Se nota porque todo se reduce a un Iñigo contra Pablo, o viceversa, como Ustedes quieran.

Su declive está en el hecho de que sus fundadores no comprendan que ser autor de una idea no te convierte en su propietario

Podemos dejó de tener dueño en cuanto salió de la Facultad de Políticas y pisó la calle. Y buena parte de su declive está en el hecho de que sus fundadores no comprendan que ser autor de una idea no te convierte en su propietario. Siguen sin comprender que el proyecto es más grande que cualquier ego.

Ese es el tema. Si hay una razón para indignarse con quienes dieron forma política al movimiento de los indignados, es la absoluta inmadurez personal. Estando las cosas como todavía están para tanta gente, es imperdonable que se comporten como si les hubiesen votado para meterse en el cuarto de baño de cualquier garito de Lavapiés a comparar sus tristes medidas de adolescentes.

Foto: Pablo Iglesias, a la salida de la reunión convocada con los representantes de las distintas corrientes de Podemos. (EFE/Emilio Naranjo)

Pablistas y errejonistas llevan desde el mes de junio en la edad del pavo versión violenta, haciéndose más daño del que infringen a los adversarios y (lo que es más triste) trabajando muy poco para quienes les eligieron. Están tan pendientes de canearse entre ellos, tan centrados en su jueguecito de rol para iphone, que apenas les importa que les ganen la partida día tras día en el Parlamento. Les parece natural, parte de lo cotidiano, iniciativa tras iniciativa. Show must go on.

Lo que da más vergüenza ajena del espectáculo es precisamente eso, que hayan permitido que el sueño levantado en la Puerta del sol se haya venido degradando hasta el grado de espectáculo. Porque hoy en Podemos están más cerca de actuar como un producto de entretenimiento para medios de comunicación y redes sociales, que de trabajar eficazmente como una fuerza política transformadora.

Habrá quien esté enganchado a esta pésima temporada morada, quien esté tan metido en el rollo que hasta le encuentre el punto y siga las variaciones como si fuesen interesantes. Pero la dinámica general es de teleserie de instituto que acaba marginada por desapego en la audiencia.

Hoy en Podemos están más cerca de actuar como un producto de entretenimiento para medios de comunicación y redes sociales, que de trabajar

Resulta que hace unos meses Iglesias le tenía cogida la medida a Errejón, que el gag de cada jornada consistía en que el malote abría la mano, echaba del brazo hacia atrás del todo y lo soltaba para darle en toda la cara. Zasca. Sonaban las risas enlatadas de los suyos. Estupendo.

Resulta que hace unas semanas el otro comprendió que era imprescindible y que por eso “Coleta morada” no podía acabar con él. Fabuloso. Eso explica su guión: asumir el papel de defensor de la democracia interna, tomar la iniciativa, ganar la partida del debate en el campo de la mayoría, comerle terreno hacia Vistalegre para poder cortarle luego el grifo hasta que se deshidrate con las medidas orgánicas que allí se aprueben. Y si las cosas van terriblemente bien, ganarle del todo aunque sea complicado. Jugar todo el rato a la carta más alta. Brillante. Genial. Guay.

placeholder Un mitin de Podemos. (Efe)
Un mitin de Podemos. (Efe)

Pero… ¿Es esto relevante para el país? ¿Hay alguien que recuerde una propuesta nueva de Podemos, algo reciente que sirva para nutrir la democracia o fortalecer economía de la gente que se esfuerza? ¿Acaso no habían nacido para eso? ¿No vinieron para cambiarlo todo? Ellos, los de la llamada a la fraternidad y la patria, no saben salir de un cainismo que ya amenaza la supervivencia misma del partido que concibieron.

Porque a la larga da igual quien de los dos gane dentro de unos días. Poco importa que la estrategia de Errejón esté funcionando y que su discurso tenga más capacidad de atraer a más gente. Lo de menos es que hoy tenga mejores cartas de las que tenía hace muy poco. Lo central es que Podemos necesita sus dos pulmones para respirar y que hay uno que, como poco, va a salir dañado de Vistalegre. Ya veremos si apagado.

Conclusión: después de tanta épica, de haber implantado con éxito el eje “los de arriba contra los de abajo”, nadie le ha hecho más daño a Podemos que los que se sientan juntos.

No serán las oligarquías, ni el IBEX, ni el bipartidismo, ni el régimen del 78, quienes impidan al Podemos que conocimos la conquista del cielo. De ese trabajo se están encargando tanto Iglesias como Errejón. Y es de justicia reconocer que se están empleando a fondo. Por cierto, vivamente jaleados por los suyos.

Moraleja. Tienen derecho a no ser amigos, faltaría más. A muy poca gente tendría que preocuparle si se aprecian o se detestan. Pero creo que comparten la responsabilidad de frenar este espectáculo de canibalismo político sin política. Aunque sólo sea por pudor, se lo deben a la gente que creyó en ellos. A ellos, como mínimo.

Llegará el día en que las personas que dieron vida a Podemosse pregunten por qué gestionaron tan mal aquel sueño colectivo. No ha pasado tanto desde que aquello parecía imparable. Ahora la velocidad va en sentido opuesto y la erosión, acaben las cosas como acaben, apunta a irrefrenable. Veremos lo que viene pero cuesta discutir que Podemos ya no será lo que pudo y tuvo que haber sido.