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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Iglesias pide el voto para Sánchez

Los votantes que le rodeaban solo pudieron echarse a la boca un triste condicional: “Apoyaría una moción de censura para hacer presidente a Sánchez”

Foto: Pablo Iglesias, en 'Salvados'.
Pablo Iglesias, en 'Salvados'.

Los votantes que le rodeaban, sedientos de motivación y claramente hartos de tanta división, solo pudieron echarse a la boca un triste condicional: “Apoyaría una moción de censura para hacer presidente a Sánchez”. Con Susana, sonrió para aliviar el espanto de los suyos, “sería muy difícil llegar a ese acuerdo”.

Foto: Sesión de control al Gobierno en el Congreso.

Les propongo que antes de descodificar el mensaje, hagamos un ejercicio sencillo. Tratemos de imaginar lo que habría dicho el propio Iglesias si, antes del congreso de Vistalegre, un líder socialista hubiese ofrecido un pacto de esa envergadura a Errejón. ¿Qué habría dicho del PSOE? ¿Qué palabra gruesa no habría utilizado? Habría dado espectáculo, eso seguro.

Y ahora, vamos con el significado y los motivos de la oferta. ¿Por qué específicamente a Sánchez? Porque lo único que Iglesias puede hacer si no gana Sánchez es ponerse a trabajar en el Parlamento, lo que le implica navegar entre las proposiciones no de ley sobre agricultura y la elección del cartelito o la camiseta del día para salir en el periódico.

Iglesias es bien consciente de que si España no se atasca, quien se atasca es Podemos. Sabe que para desatascar a Podemos necesita a Sánchez, sin él no podrá salir de la marginación política, pero con él se le abren dos caminos. Opción 1: moción de censura y presencia en el Gobierno (como dejó claro en 'Salvados'). Opción 2: elecciones y sorpaso. La oportunidad histórica de enfrentarse al candidato socialista que ha cosechado los peores resultados que recuerdan esas siglas.

Siguiente cuestión: ¿quiénes formarían el Ejecutivo en caso de moción de censura? Los mismos socios que tenía hilados Sánchez antes de su intento de pucherazo en el comité federal: PSOE, Podemos y nacionalistas. El mismo Gobierno Frankenstein de la otra vez, pero con dos diferencias no menores: la situación catalana, que ahora está todavía más delicada que antes, y Sánchez circulando sin frenos, tras haber logrado en las primarias el resultado que Iglesias prefiere.

En la práctica, el ofrecimiento es un reconocimiento de aquel pacto. Por cierto, también es justo reconocer el papel de Celestina que ha sabido interpretar Évole. Su pregunta al líder de Podemos no cabe en la categoría del capricho. El guion responde a las reglas básicas de la comedia romántica. En la última aparición de Pedro en 'Salvados' hubo guiño a Pablo, y en la última de Iglesias ha llegado una respuesta equivalente a Sánchez. Música de violines.

En política, cuesta creer que alguien llegue a plantear una petición de mano sin saber si hay agua en la piscina. A este nivel, ese tipo de ofertas no se hacen sin haberlas hablado antes. Sencillamente, porque nadie corre el riesgo de recibir una negativa pública al día siguiente y caer en el ridículo nacional para bastante tiempo. Coleta morada sabe que hay agüita, no lo duden. No es tonto.

La cuestión no es esa. La pregunta es si todo esto tiene que ver con la decisión que finalmente tomó Sánchez de presentarse a las primarias. A fin de cuentas, el premio de la competición cambia después de la conversación que recupera el acuerdo. Amigo: ya no es la calle Ferraz, es el Palacio de la Moncloa. Es un acceso directo sin pasar por las urnas.

Por ahí puede ir la cosa a partir de mayo. Serán los militantes socialistas quienes decidan el destino del país. De momento, hasta que voten, esas primarias corren el riesgo de acabar siendo 'hackeadas' por Podemos. La oferta planteada por Iglesias en 'Salvados' es una interferencia seria en la vida orgánica del PSOE, y podría no ser la última.

La lógica del entrismo lleva practicándose desde hace décadas por el PCE y por los trotskistas, dos de las principales corrientes en la formación política morada. Aunque tampoco es necesario remontarse muy lejos: los militantes de Izquierda Unida en Madrid saben bien lo que hicieron los podemitas, y los errejonistas van a tardar en olvidar los 22.000 votos que volcó Echenique en Vistalegre a última hora.

Después de la intromisión de Iglesias, Sánchez se encuentra ante dos opciones: salir inmediatamente a negar cualquier posibilidad de pactar con Podemos y los nacionalistas (condenando la injerencia de Podemos en la elección del liderazgo socialista), o callar, bailar el agua y más tarde moción de censura para acabar gobernando con Iglesias y los nacionalistas, o elecciones para acabar siendo rebasados por los podemitas.

Decíamos que el entrismo no es nuevo en la extrema izquierda. La novedad estaría en que el PSOE, por primera vez en toda su historia, cayese en el entreguismo. No ha ocurrido nunca, pero podría pasar. Yo desde luego no lo descarto.

De todas formas, mientras eso llega, no dejará de chocarme el hecho de que las dos personas que más división han generado en sus partidos compartan mensajes para acabar unidas. La ambición personal es lo que tiene. No tienen nada más, ninguno de los dos.

Los votantes que le rodeaban, sedientos de motivación y claramente hartos de tanta división, solo pudieron echarse a la boca un triste condicional: “Apoyaría una moción de censura para hacer presidente a Sánchez”. Con Susana, sonrió para aliviar el espanto de los suyos, “sería muy difícil llegar a ese acuerdo”.

Salvados Pedro Sánchez