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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Hostias como panes

De momento, los números dicen que no hay un clima de insurrección social. Miremos la tendencia general

Foto: El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido. (EFE)
El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido. (EFE)

Pleno en el pleno: seis preguntas seis. Media docena de intervenciones en lasesión de control al Gobierno que abordaron, de un modo u otro, el desempeño de las fuerzas de seguridad en Cataluña. Cuatro de ellas para el ministro Zoido que pasó por el Parlamento con más pena que gloria. Puede que cansado. Puede que más pendiente de otras tareas. En cualquier caso, sin brío discursivo en esta recta final hacia el día D que se dirimirá en la calle.

Foto:  Los diputados de ERC, Joan Tardá y Gabriel Rufián. (EFE)

El soberanismo lo sabe. Por eso no han perdido el tiempo, siguen con la iniciativa en el campo de la comunicación. Primero, instalaron una asociación (referéndum=democracia). Después, empezaron a trabajar el marco de la represión. Llamativo. Por un lado 'escrachan' a los servidores públicos. Por el otro, demonizan a la Policía y a la Guardia Civil mientras se muestran a sí mismos como víctimas. Victimismo en tres tiempos: ahora para motivar, el domingo para movilizar y, a partir del lunes, para poder vender como 'victoria moral' una posible derrota 'de facto'. Están en eso, preparando el terreno. Anticipándose.

No se puede decir lo mismo de los partidos constitucionalistas. El Partido Popular continúa con el flanco de la comunicación desatendido. El PSOE, como ha mostrado este miércoles en el Parlamento, prefiere ver las cosas desde la barrera. Solo Ciudadanos ha expresado un respaldo inequívoco a las fuerzas de seguridad.

¿Habrá violencia en Cataluña? ¿Se verán obligadas las fuerzas de seguridad al uso de la fuerza? No faltan motivos para temerlo

Podemos viene haciendo exactamente lo contrario. Desde la famosa cena en casa de Roures, se ve al partido morado sincronizado al milímetro con ERC. Una asociación que puede desembocar en un Gobierno catalán conjunto. Un baile que, de momento, también puede contarse en tres pasos: primero el posicionamiento de Colau, después el grito de Iglesias –“Visca Catalunya lliure i sobirana!”, e Irene Montero en el Congreso. Palabras para Zoido. “Su propuesta son balines de goma, cañones de agua y también cárcel, como ha dicho un portavoz suyo, hostias como panes”.

¿Habrá violencia en Cataluña? ¿Se verán obligadas las fuerzas de seguridad al uso de la fuerza? No faltan motivos para temerlo. Pero ¿habrá masivas movilizaciones en la calle? No faltan razones para preguntarnos si la respuesta inmediata, la que nos lleva a darlo por hecho, está dictada por el pensamiento convencional. Quizá no sea tan fácil, ni tan automático. Quizá no esté tan garantizado como parece y merezca la pena plantearse qué hay al otro lado de la luna.

placeholder Última Diada en Barcelona. (EFE)
Última Diada en Barcelona. (EFE)

De momento, los números dicen que no hay un clima de insurrección social. Miremos la tendencia general. Según la Guardia Urbana, la Diada de 2014 reunió a 1,8 millones de catalanes, en 2015 la cifra bajó a 1,4 millones, en 2016 las manifestaciones se descentralizaron, y en 2017 participaron un millón de personas. Es un volumen muy elevado, desde luego, pero también con trazo descendente.

Acerquemos ahora la lupa. Tras la desarticulación operativa del referéndum ilegal, se desencadenaron rápidamente muchas llamadas a la movilización. Lo hizo la propia Colau. Los movimientos independentistas hablaron de acampadas y de respuesta continua en la calle. La mayor concentración rondó las 40.000 personas. Solo duró hasta el día siguiente. Otro número importante y de nuevo no masivo. Lo mismo puede decirse de la acción que llevó a cabo Òmnium el domingo. La llama del levantamiento popular sigue todavía sin prender. ¿Qué tendría que ocurrir para su activación?

La llama del levantamiento popular sigue todavía sin prender. ¿Qué tendría que ocurrir para su activación?

Los alzamientos necesitan que una capa social actúe como catalizador del malestar. Veremos qué pasa con la huelga estudiantil que ha empezado este miércoles en Cataluña. Lo más probable es que funcione. Convocar un paro en los centros educativos suele bastar para tener éxito. Es posible que la reciente ocupación de los rectorados no sea un destello aislado. Resulta viable que los estudiantes puedan proveer a los independentistas de material humano para el domingo, mientras actúan antes como aceleradores de la movilización.

Para que eso ocurra pronto, tendrían que moverse en la calle antes del domingo. Complicado. La masa tiene su propia psicología. El riesgo de que algún grupo de exaltados recurra a la violencia parece alto. Si eso ocurre, la actuación de las fuerzas de seguridad quedará legitimada y el independentismo quedará desacreditado como movimiento pacífico. Las 'guerras de nervios' suelen ganarlas los mejor preparados. Siempre puede saltar un loco tirando una litrona al otro lado del cordón policial. Precisamente por eso terminaron fracasando los Rodea el Congreso. Lo incontrolable existe.

Avancemos unas fechas. Previsiblemente, quienes se movilicen el domingo actuarán como escudos humanos en los lugares de votación. Desconocemos si tienen gente suficiente para llegar a todos los puntos, o si concentrarán fuerzas y elegirán ubicaciones simbólicas para proyectar espejismos. Sin embargo, parece sensato anticipar que la resistencia pasiva es el único camino que les permite la victimización, la repercusión mediática internacional y la imprescindible conexión emocional con los sectores templados.

Considero que se dan bastantes de las condiciones necesarias para una revuelta social incontenible. Pero no lo creo garantizado

¿Cómo puede producirse la conexión de los movilizados con el gran público? Generando los arquetipos que laten en el imaginario colectivo. Hay muchos. Por ejemplo, este: centro de votación, llegan los 'mossos', los chavales se tumban en el suelo mientras piden votar, una chica coge un clavel, se lo da a un 'mosso', activación de la doctrina Trapero: debemos impedir que esto se convierta en una carnicería. Brazos caídos.

Si por lo que sea el 1 de octubre termina sin que se haya establecido ese vínculo, será más difícil que la calle se convierta en la pista central de lo que vendría después. La imprescindible fotografía de las masas dando aliento a la declaración unilateral. Una imagen costosa de alcanzar y con venta complicada. No puede estar debajo de los niveles de la Diada. Pero aquello fue festivo y aquí puede haber miedo. Fatiga de materiales. Inhibición. Mejor quedarse en casa.

Mi impresión es que la temperatura del malestar es muy alta en Cataluña. Considero que se dan bastantes de las condiciones necesarias para una revuelta social incontenible. Pero no lo creo garantizado. Seguramente habrá violencia, quizá más aislada de lo que tememos. Puede que confunda el deseo con la realidad. La esperanza, lo reconozco.

Pleno en el pleno: seis preguntas seis. Media docena de intervenciones en lasesión de control al Gobierno que abordaron, de un modo u otro, el desempeño de las fuerzas de seguridad en Cataluña. Cuatro de ellas para el ministro Zoido que pasó por el Parlamento con más pena que gloria. Puede que cansado. Puede que más pendiente de otras tareas. En cualquier caso, sin brío discursivo en esta recta final hacia el día D que se dirimirá en la calle.

Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Mossos d'Esquadra Juan Ignacio Zoido