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Sube el telón del Parlamento y Rajoy pierde los nervios ante Rivera
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Sube el telón del Parlamento y Rajoy pierde los nervios ante Rivera

Sorprendió ver a Rajoy fuera de sitio después de tanto cuajo mostrado. Fue Rivera quien le enervó. Lo hizo al remover la herida del 1 de octubre, todavía tan abierta en su propio electorado

Foto: El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, durante su intervención en la sesión de control al Gobierno. (EFE)
El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, durante su intervención en la sesión de control al Gobierno. (EFE)

Más que para examinar al Ejecutivo, la primera sesión en 2018 de control al Gobierno sirvió para desvelar la línea política de cada grupo, para evidenciar la parálisis del Legislativo, para confirmar que no disminuirá la tensión de la crisis catalana y, sobre todo, para reflejar que Rajoy está nervioso. Llamativo.

El PSOE preguntó sobre la brecha salarial, Podemos por la corrupción, y tanto Ciudadanos como ERC se centraron en Cataluña. Se ve que las elecciones del 21-D han marcado un hito y que los partidos han decidido resetear o reforzar discurso.

Foto: El jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, durante su intervención en la sesión de control al Gobierno. (EFE) Opinión
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Comencemos por quienes reformulan relato. Los partidos progresistas saben que el predominio de lo territorial es letal para la izquierda, entienden su necesidad de llevar el debate político a otros ámbitos, y son conscientes de la dificultad que tienen por delante. Primero, porque el elefante catalán seguirá en el centro de la vida política durante los próximos años. Y segundo, porque la evolución de la economía complica su mensaje sobre los números.

Es posible que alguien piense que tanto el PSOE como Podemos han quedado desarmados porque los grandes datos apuntan hacia la salida de la crisis. Quizá merezca la pena preguntarse si perdieron el tiempo o hicieron los deberes cuando tocaba.

¿Desatendieron su obligación de fijar en la opinión pública que España podía salir de la recesión con más pobreza pero no con más injusticia? ¿Descuidaron su responsabilidad de repensar la realidad para construir un modelo productivo alternativo? Visto desde ese ángulo, la izquierda puede parecernos más desnutrida que desarmada para afrontar el debate económico.

Quedan dos opciones abiertas para los progresistas: el reto de fijar en el primer plano la cuestión social y la ira por corrupción

Sin ganas de entrar en la crisis territorial y sin recursos para adentrarse en la disputa por la economía, quedan dos opciones abiertas para los progresistas: el reto de fijar en el primer plano la cuestión social y la ira por corrupción. A eso se dedicaron PSOE y Podemos, a intentar cambiar la conversación. Normal.

Ese esfuerzo es legítimo, aunque probablemente requiera algo más de sentido estratégico. Claro que en España hace falta un debate serio de políticas sociales. Y claro que resulta prioritario erradicar la corrupción de nuestro país. Pero no estoy seguro de que guiarse por el último golpe de viento sea la manera más seria de afrontarlo.

¿Habría preguntado Margarita Robles por la brecha salarial sin el patinazo de Rajoy en la radio? ¿Habría preguntado Iglesias por las declaraciones de Ricardo Costa si la trama Gürtel no hubiese vuelto a la actualidad? No lo creo.

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Si el PSOE, como parece, quiere que lo social empiece a marcar la conversación de este país, va a necesitar alguien que emita en el Parlamento mayores dosis de autenticidad y profundidad. Y si Podemos quiere mantener viva la llama de la indignación, tendrá que superar la indiferencia que inevitablemente provoca escuchar en 2018 el mismo discurso que en 2014, calcado. Mientras tanto, Rajoy seguirá despachando a socialistas y podemitas con el feo desdén que reserva para los adversarios que ve menores. Para ella: “Va usted por mal camino”. Para él: “Que tenga usted muy buenos días”.

Pasemos a los otros grupos políticos, a quienes más interesados están en que la conversación permanezca girando en torno a Cataluña. Sin salida, como en el ángel exterminador de Buñuel.

Esta vez, faltó ímpetu entre Tardà y la vicepresidenta. La hostilidad fue calculada. Cada uno se mantuvo en el guion y ninguno de los dos fue más allá de marcar los golpes al contrario, sin apretar. Son enemigos íntimos para muchos años, pero ahora están invisiblemente unidos por el rechazo a Puigdemont. Veremos hasta cuándo.

Veremos, aunque lo más destacado del Parlamento ya se había visto. Sorprendió ver a Rajoy fuera de sitio después de tanto cuajo mostrado. Fue Rivera quien le enervó. Lo hizo al remover la herida del 1 de octubre, todavía tan abierta en su propio electorado.

Por primera vez en mucho tiempo, he tenido la impresión de que el presidente está extraviado. No tiene el control de la situación

Esa fecha tiene algo de zona cero en Moncloa, porque fue entonces cuando cundió la noción de que al Gobierno le habían tomado el pelo: los 'mossos', las urnas, los colegios abiertos… Y ahora, encima, ahora viene Rivera con la duda de si aquello se pagó con el dinero de todos los españoles. La reacción agresiva de Rajoy demostró el volumen del daño que acaba de infligirle el de Ciudadanos.

Por primera vez en mucho tiempo, he tenido la impresión de que el presidente está extraviado. No tiene el control de la situación. Le están pasando cosas para las que no tiene receta. Y el lunes tiene que reunir a los líderes territoriales para pedir confianza y exigir tranquilidad, sin poder ofrecer Presupuestos, calendario legislativo, financiación ni antídoto para Ciudadanos.

Empiezo a preguntarme si al PP comienza a ocurrirle lo que le pasó al PSOE cuando emergió Podemos. La sensación de que los bárbaros llaman a la puerta del palacio. El vértigo que generan los adversarios que manejan otros códigos y combaten con otras armas. La incapacidad de percibir que la situación ha cambiado. La ansiedad. La obsesión por los atajos y los golpes de efecto. El tipo de declive que solo pueden traer las esencias perdidas. ¿Irreversible?

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Esa cuestión queda en el aire, suspendida sobre el rastro de pólvora de una baldía sesión de control al Gobierno. Otra más de fuegos cruzados. Da pena resumirlo:

Rajoy arremetiendo contra Ciudadanos porque los naranjas se llevan votos dando donde duele.

Iglesias hablando de corrupción porque no quiere hablar de Cataluña.

El PSOE usando el feminismo para vestir el veto a Guindos.

Y Ciudadanos tratando de exprimir lo que ocurrió en octubre, cuando la situación sigue exigiendo la máxima prudencia posible.

La suma de todas esas actitudes rudimentarias tiene como resultado el bloqueo político que sufre el Parlamento. A este paso, el partidismo primitivo hará que la última legislatura perdida no sea la anterior (la fallida), sino esta (la improductiva).

Mientras tanto, Merkel y Schulz levantan un Gobierno que hoy parece doloroso para sus partidos, pero que seguramente será constructivo para todo los alemanes. Vaya contraste.

Más que para examinar al Ejecutivo, la primera sesión en 2018 de control al Gobierno sirvió para desvelar la línea política de cada grupo, para evidenciar la parálisis del Legislativo, para confirmar que no disminuirá la tensión de la crisis catalana y, sobre todo, para reflejar que Rajoy está nervioso. Llamativo.

Mariano Rajoy