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Colau, Iglesias y las siete vueltas de campana que esperan a Podemos
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Colau, Iglesias y las siete vueltas de campana que esperan a Podemos

Después de tanto devaneo con los nacionalistas, después de haber convertido a los comunes en los irrelevantes del Parlament, serán los nacionalistas quienes desahucien a Colau

Foto: Ada Colau y Pablo Iglesias. (Reuters)
Ada Colau y Pablo Iglesias. (Reuters)

En 2015, Podemos alcanzó las alcaldías de Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Cádiz, La Coruña y Santiago de Compostela. Ahora, la posibilidad de que todos los “ayuntamientos del cambio” cambien de color empieza a abrirse camino. En 2019 la formación de Pablo Iglesias puede quedarse sin ninguna capital. Desconozco si el partido de los círculos está preparado para absorber el impacto que conlleva un vuelco así de duro. Son siete vueltas de campana.

El escenario resulta verosímil desde el punto mismo de partida. Recordemos lo que ocurrió en Madrid tres años atrás. Podemos y el PSOE sumaron un escaño más que el Partido Popular y Ciudadanos. La diferencia fue de 19.000 votos, el 1,1% de los votos. En el resto de ciudades, los márgenes también fueron estrechos e hizo falta el apoyo del PSOE (como mínimo).

La hipótesis sube un grado y entra en el campo de lo viable cuando observamos el recorrido, la gestión de sus gobiernos municipales. Quienes se sientan más cercanos explicarán su frustración señalando las dificultades encontradas, quizá reconociendo problemas de coordinación y preparación en los equipos. Quienes se sientan más alejados, expresarán su enfado poniendo el énfasis en la polémica o en el deterioro, quizá dejándose llevar por la demonización. En cualquier caso, no parece que los alcaldes morados hayan generado la impresión de que Podemos sea capaz de hacer las cosas mejor que los demás. Mala cosa. Mala, porque impide el crecimiento.

Quienes se sientan más cercanos explicarán su frustración señalando las dificultades encontradas, quizá reconociendo problemas de coordinación

Lo viable asciende al ámbito de lo probable cuando contemplamos que la crecida naranja altera el mapa de alianzas posibles en todos sitios. El juego ha cambiado, cuando se repartan cartas, Podemos solo podrá pactar con el PSOE, el PP solo con Ciudadanos, mientras que los de Rivera y los socialistas tendrán dos opciones para alcanzar acuerdos; los dos podrán mirar tanto a su izquierda como a su derecha.

Supongamos, por el momento, que Podemos no pierde un solo voto en ninguna de las capitales que hoy gobierna. Para mantener cada alcaldía el partido de Iglesias necesitará que se cumplan dos condiciones. Primero, que la izquierda sume el número de concejales necesario para tener la mayoría (prendido con alfileres en 2015). Segundo, que el Partido Socialista no cambie de socio y se alíe con Ciudadanos.

¿Sumará la izquierda? Difícil. Los números apuntan a desmovilización del electorado progresista, a próximo secado de las transferencias de voto entre Podemos y el Partido Socialista, y a fuga de votantes del PSOE hacia Ciudadanos.

¿Puede darse por seguro que los socialistas solo vayan a pactar con los podemitas después de las próximas municipales? Difícil. Cada lugar tendrá sus resultados, sus posibles combinaciones. Pero en todos hay una cultura de pacto más asentada que la que existe a escala estatal. Por otro lado, conviene tener en cuenta que Ciudadanos nunca ha dicho que su socio preferente sea el Partido Popular. Ejercitarán la geometría variable, compensarán, tratarán de buscar el equilibrio en el paisaje político general.

placeholder Los líderes de Podemos, Pablo Iglesias, y del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)
Los líderes de Podemos, Pablo Iglesias, y del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

A continuación, superemos la falsa suposición anterior y afrontemos los hechos. Hay consenso estadístico: Podemos sí que va a perder votos. El informe elaborado por Bescansa tras la publicación del CIS pone el dedo en la llaga al señalar que, en términos de intención directa de voto, el partido y las confluencias han perdido un tercio de su electorado entre enero de 2017 y enero de 2018. Efectivamente, sus siglas y su líder son los que más rechazo despiertan en España. No es fácil alcanzar ese registro estando la imagen del PP y de Rajoy como están. Tiene su mérito.

Las encuestas reflejan unánimemente que Iglesias ya solo emite luz negra. No hay manera de rebatirlo. Sin embargo, quizá convenga preguntarse si su declive responde únicamente a las malas formas, o si además es consecuencia de una cuestión de fondo.

En mi opinión, convertir a Podemos en una sucursal de Colau ha cegado las perspectivas de la formación morada en toda España empezando por Cataluña, tanto en el Parlament como con vistas al Congreso de los Diputados. Así lo revela la última estimación del CEO (equivalente catalán del CIS): si hubiese elecciones generales mañana, los comunes pasarían de 12 diputados en la Carrera de San Jerónimo a 8/10.

Han perdido un tercio de su electorado entre enero de 2017 y enero de 2018. Efectivamente, sus siglas y su líder son los que más rechazo despiertan

Todos hemos visto negocios mejores, incluso para ella. Apenas ha pasado tiempo desde que fue el gran valor de la política catalana, llegó a ser vista como futura presidenta de la Generalitat. Después de tanto devaneo con los nacionalistas, después de haber convertido a los comunes en los irrelevantes del Parlament, serán los nacionalistas quienes desahucien a Colau del Ayuntamiento de Barcelona.

El protagonismo de la alcaldesa durante estos días demuestra su potencia radioactiva. Nadie como ella para hacer que marchiten todas las flores moradas. Ha quebrado el intento de Iglesias de salir del agujero negro catalán, la redefinición de su estrategia parlamentaria, y la rehabilitación de Errejón diseñada para la campaña electoral en Madrid. Todo, para nada.

Y habrá más, cada actuación ambigua suya supondrá una dosis de recuerdo que avivará en la memoria la principal debilidad que aqueja al conjunto de su proyecto político (la arquitectura de España). La manera más eficaz de visibilizarlo está en repetir y repetir la asociación. “No hables de Iglesias, habla de Iglesias y Colau”, pondrá en la guía de campaña de todos los adversarios que tendrá Podemos en toda España.

No descartemos que Podemos pierda las siete capitales que hoy gobierna, que veamos esas siete vueltas de campana en la noche de las municipales. Si el vuelco ocurre, quizás Iglesias considere que debe apartarse del liderazgo de su partido. No puede ser fácil descubrir que la sonrisa que guardaba el destino era igual a la que mantuvo Anguita, poco más del 15%. Cuando un partido pierde poder, en este caso todo el poder, la primera silla que peligra es la del líder. Si tiene margen y queda brío, tratará de designar a alguien más oscuro que él. Esas cosas siempre pasan. Ley de vida.

En 2015, Podemos alcanzó las alcaldías de Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Cádiz, La Coruña y Santiago de Compostela. Ahora, la posibilidad de que todos los “ayuntamientos del cambio” cambien de color empieza a abrirse camino. En 2019 la formación de Pablo Iglesias puede quedarse sin ninguna capital. Desconozco si el partido de los círculos está preparado para absorber el impacto que conlleva un vuelco así de duro. Son siete vueltas de campana.

Ada Colau Campañas electorales