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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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PP: aterriza como puedas

Intuimos que algo termina. Todavía desconocemos qué o quién se acaba. Esa es la incógnita

Foto: Bancada del Partido Popular en el Congreso. (EFE)
Bancada del Partido Popular en el Congreso. (EFE)

Todavía no se ha cumplido un mes desde que el Gobierno del PP logró aprobar los Presupuestos con el respaldo del PNV a última hora. Nadie podía imaginar entonces a Rajoy instalado en Santa Pola y al Partido Popular abierto en canal, ante unas primarias con siete candidatos. Un vacío de poder que amenaza con convertirse en guerra de sucesión. Una situación inédita en un partido que ha conocido tres líderes en 40 años y que parecía tan sólido como una roca.

Eso fue antes, pero el tiempo ha venido acelerándose. Ahora los acontecimientos se suceden con la velocidad narrativa que toman las historias según se acercan al final. Hoy intuimos que algo termina. Todavía desconocemos qué o quién se acaba. Esa es la incógnita.

Todo lo que sabemos es que el avión sufrió una dura turbulencia en pleno vuelo, que el piloto se puso el paracaídas y saltó, que quien estaba llamado a comandar la nave hizo lo mismo, que la tripulación está enfrentada, y que tomará los mandos quien decidan los pasajeros tras una rápida votación. No parece que la situación esté bajo control. No sobran motivos para anticipar un aterrizaje feliz.

Foto: Pablo Casado, a su llegada este lunes a la sede del PP. (EFE) Opinión


Sin embargo, nada de lo que veremos puede darse por escrito. El destino permanece abierto. Y también impredecible, porque faltan precedentes y elementos de comparación. Creo que debemos ahorrarnos el ejercicio de trasladar mecánicamente la experiencia vivida en el PSOE a este caso.

El punto de partida contiene algunas semejanzas: primarias celebradas en pleno trauma, con un estado anímico marcado por la preocupación de los cuadros y el sentimiento de amargura en las bases. Pero los cauces políticos son muy distintos, las culturas corporativas de socialistas y populares no parecen precisamente equiparables. En varios momentos y territorios, la vena ácrata ha llevado al PSOE a regenerarse volviendo a nacer tras asomarse al abismo. Dudo que los conservadores compartan la misma atracción por el vértigo, el mismo gusto por el dilema 'establishment' o revolución. Más bien creo que en este escenario habrá otros ejes, que los riesgos serán diferentes.

El hecho de que para votar haya que registrarse previamente permite a quien controle el aparato incentivar o desincentivar la participación


Primero, el procedimiento. El hecho de que para votar haya que registrarse previamente es cualquier cosa menos inocuo, permite a quien controle el aparato incentivar o desincentivar la participación de los afiliados, en función de su territorio o de otros cálculos. No serán pocas las mujeres y hombres que se acercarán a las urnas de su sede sin saber que antes tenían que haberse inscrito. Sorpresa. La primera batalla entre los candidatos y candidatas se dirimirá en ese proceso. Y será bastante más decisiva que la tradicional pugna por el número de avales en el Partido Socialista.

Génova contará además con la posibilidad de corregir o matizar la decisión de los afiliados en el congreso del partido, para eso están los compromisarios, para que la situación pueda ser desesperada pero no grave. Ocurra lo que ocurra, los fontaneros del partido contarán con márgenes de maniobra que son inéditos en nuestro país.

Segundo riesgo, la polarización. Hay muchas candidaturas, tantas, que lo normal es que se genere algún agrupamiento. Ahora bien, la línea de tensión dramática está tendida entre Cospedal y Santamaría —por eso tiene opciones Casado—. Hay pavor a una guerra civil en el Partido Popular.

Si las primarias se convierten en un duelo a muerte entre ellas, la destrucción mutua puede estar asegurada —antes o después de las urnas, a golpe de purga—. Mientras tanto, hay más opciones de generar apoyos desde la integración que desde el sectarismo. Quien quiera dividir puede restarse a sí mismo. Quien sepa sumar podrá multiplicar sus votos.

Foto: Soraya Sáenz de Cantamaría al presentar su candidatura en la puerta del Congreso. (EFE)


Tercer riesgo, la sombra de la corrupción. El umbral de tolerancia hacia los asuntos sucios está más que rebasado. Los ciudadanos y los afiliados pueden tolerar errores políticos, pero difícilmente aceptarán el más mínimo de los deslices en esta materia. Cuidado.

Cualquier patinazo, cualquier resbalón, puede ser definitivo. De eso sí hay antecedentes, por ejemplo en Italia. La Democracia Cristiana, un aparato de poder todavía más robusto, se desplomó como un castillo de naipes, súbitamente carcomido por la aluminosis de la corrupción. Desapareció más rápido que la UCD.

La principal decisión estratégica que tendrá que afrontar cada equipo es sencilla: tratar o no tratar a los afiliados y afiliadas como personas adultas


Cuarto riesgo, confundir el patriotismo de partido con el patriotismo de verdad. Esto va a decidirse en muy pocos días, no hay tiempo para planificar una verdadera campaña de primarias. La principal decisión estratégica que tendrá que afrontar cada equipo es sencilla: tratar o no tratar a los afiliados y afiliadas como personas adultas, afrontar estas semanas como un combate para dilucidar quién obtiene una batalla moral, o encararlas como la ocasión colectiva de levantar las opciones de victoria electoral.

Previsiblemente, la opinión pública seguirá con mucha atención el debate televisado. En ese encuentro, toda España verá quién mantiene que el PP debe seguir siendo un partido de gobierno, y quién se conforma con el poder partidario aunque sea generando un divorcio todavía mayor con la sociedad. Pistas: apropiación de los símbolos, mensajes a los intestinos, cánticos para la tribu.

Quinto riesgo, renunciar al futuro. Serán constantes los elogios a la gestión de Rajoy al frente del Gobierno. Serán unánimes las apelaciones a la unidad porque hay percepción de amenaza a la supervivencia en el cuerpo electoral. Pero, seguramente, costará encontrar respuestas a un miedo mayor: el temor a quedarse sin futuro.

Ha llovido desde que entró en la sede un joven con ganas de afiliarse. Renovar el porvenir de la organización puede conllevar premio


Las mujeres y hombres que militan en el PP comparten un sistema de valores, no castigarán a quien endulce su manera de estar en el mundo. La cuestión es que también saben que ha llovido desde que entró en la sede un joven con ganas de afiliarse. Asegurar, renovar el porvenir de la organización puede conllevar el premio de la ilusión hecha voto. Está por ver si es un premio que termina desierto, podría pasar. No sería la mejor noticia para ese partido.

En el PP han elegido malos días para dejar de fumar. La sensación de peligro es lógica. Lo extraño es que no se vean señales de esperanza. Es verdad que todas las luces alarmantes parpadean, que el tiempo no admite errores, que las probabilidades de éxito son una entre un millón o menos. Vale. Pero también es cierto que estas primarias ofrecen a los populares una oportunidad que no podría haber generado ningún dedazo. Veremos si saben verlo. Nunca habrá mejor solución que la democracia.

Todavía no se ha cumplido un mes desde que el Gobierno del PP logró aprobar los Presupuestos con el respaldo del PNV a última hora. Nadie podía imaginar entonces a Rajoy instalado en Santa Pola y al Partido Popular abierto en canal, ante unas primarias con siete candidatos. Un vacío de poder que amenaza con convertirse en guerra de sucesión. Una situación inédita en un partido que ha conocido tres líderes en 40 años y que parecía tan sólido como una roca.

Mariano Rajoy Pablo Casado Soraya Sáenz de Santamaría María Dolores de Cospedal