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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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El sentido de la urgencia

El deterioro institucional es vertiginoso. La estabilidad del país entero está en riesgo. Pero hay una urgencia mayor

Foto: Fallece una enfermera de covid-19 tras 40 días en la UCI. (EFE)
Fallece una enfermera de covid-19 tras 40 días en la UCI. (EFE)

Tensión entre el gobierno del país y el de la capital. También en Cataluña. Además entre Moncloa y Zarzuela. Y encima moción de censura de la extrema derecha. Por separado, cada una de esas convulsiones es objetivamente grave, desestabilizadora y negativa. Las cuatro juntas son peor que preocupantes. Pero todo al tiempo, entre una terrible crisis sanitaria y una espantosa crisis económica, resulta directamente suicida.

Las nuevas líneas de tensión que marcarán la actualidad de la próxima semana colmarán las tertulias y desbordarán los ríos de tinta, pero no estarán en el primer plano de una opinión pública, que se nota cada vez más huérfana y sabe y siente a España en la UVI y con pronóstico enrevesado.

Termina septiembre con la política empezando a desgajársenos de la vida. El tiempo de la sorpresa terminó cuando se marchó la primera ola. Hasta entonces hubo muestras de paciencia y hasta de comprensión. Después llegó el verano y perseguimos la luz para cuidarnos un poco. Ahora comienza el otoño con la segunda embestida desatada, tras una gestión imposible de defender y con problemas adicionales que podrían haberse evitado con una pizca de responsabilidad. Después, vendrá el invierno de nuestro descontento.

El tiempo de la sorpresa terminó cuando se marchó la primera ola. Hasta entonces hubo muestras de paciencia y hasta de comprensión

No habrá segunda oportunidad para los dirigentes. Cristalizará territorio a territorio la impresión de que "los políticos" no hacen más que estar a lo suyo. Pendientes de sí mismos. Atentos a las navajas. Ajenos a lo que no salga en sus espejos. Detrayendo horas a lo urgente. Distraídos en cortinas de humo y juegos de guerra de salón. Encerrados en su onanismo.

Y muchos de nosotros no seremos mucho mejores. Quienes analizamos y opinamos seguiremos interesados la evolución del juego. Nos sentaremos con nuestros pijamas delante del ordenador. Calcularemos intenciones y trayectorias. Beberemos el mismo café. Desentrañaremos los mensajes como si fueran pájaros y fumaremos entre muchos de los párrafos que nos quedan por escribir. Haremos lo que haré ahora, negar la evidencia. La certeza de que las historias que de verdad importan están en otra parte.

Agarraremos el tema de la semana y le daremos vueltas hasta encontrar el giro. El número cuatro, por ejemplo. Cuatro días hicieron falta para que Sánchez atendiese la llamada de urgencias desde Madrid. Cuatro han bastado para que Ayuso y Sánchez hayan puesto la obligación del acuerdo, el deber de la coordinación, por detrás de sus intereses parciales. Y cuatro días le quedan a Ayuso hasta una derrota sonora e irreversible. Bíblica.

Cuatro días y cuatro noches cociéndose entre sus propias contradicciones y la incapacidad de gobernarse a sí misma. Desencajada por encajonada. Se ha ido quedando sin margen de actuación porque cada movimiento de Moncloa ha ido restringiendo su rango de acción. La partida ya está jugada.

Cuatro días hicieron falta para que Sánchez atendiese la llamada de urgencias desde Madrid

Final grotesco si no fuese trágico. Interesante si la vida y la muerte no estuviesen en otra parte, si el tiempo de espera que el drama necesita no pudiese contarse en camas hospitalarias que no se ocupan y empresas que no se cierran.

A pesar de ello, muchos de nosotros hablaremos 'cursimente' del relato político, intentaremos establecer una línea de continuidad cuando es precisamente el relato lo que ha desaparecido de la política. El futuro ha desaparecido de la plaza pública, todo es presente continuo, sincopado y estérilmente violento.

Madrid y también Cataluña. Se ha convertido en un lugar común donde hablar de la sectarización de la vida pública. Quizá convenga tirar de ese hilo porque con el pasar de los años la metáfora ha ido adquiriendo tintes goyescos de realidad.

Todos dibujamos escenarios a partir de lo que hará Torra. Aquí en Madrid nos fascina este juego que deja a la diplomacia florentina en la edad de piedra. Lo normal es que Torrent no se salga de la ley, calculamos. Lo más probable es que los 'indepes' no opten por proponer un sindicato, aventuramos. Así que habrá que encontrar la manera de poner el reloj de la democracia en marcha para que pueda haber elecciones (si la pandemia lo permite).

Ese paréntesis tendría que indignar a cualquier persona en su sano juicio. ¿Acaso hay algo más importante que la pandemia? Hemos normalizado la lógica separatista hasta el punto de negar la realidad. Enajenación colectiva. 'Modus operandi' de las sectas destructivas: transgresión sistemática de la legalidad, desestructuración de la personalidad, daño sobre el equilibrio y la autonomía, ofuscación del raciocinio, secuestro de la voluntad, imposición de la obediencia debida. "Pugidemont es mi pastor, nada me faltará". Y todos fascinados mientras la urgencia nos devora.

Foto: El rey Felipe VI y Pedro Sánchez, en el Palacio de Marivent, en agosto. (EFE)

Madrid. También Cataluña. Y además Moncloa y Zarzuela. Sánchez prendiendo fuego al órgano central del cuerpo constitucional en plena crisis multiorgánica. Después, aprovechando los excesos verbales de Podemos. Más tarde, casi toda la opinología madrileña siguiendo la liebre falsa de Iglesias y Garzón.

En la sala de mandos de nuestro país están presentes quienes consideran que la España nacida con la Constitución es el enemigo. No valen para proteger de la adversidad a quienes les han votado pero sirven para hacer daño al conjunto de la sociedad. La salud de nuestra democracia se resiente. El deterioro institucional es vertiginoso. La estabilidad del país entero está en riesgo. Pero hay una urgencia mayor, resulta que Irene se ha marcado otro reportaje en otra revista de señoras. Fabuloso.

En la sala de mandos están presentes quienes consideran que la España nacida con la Constitución es el enemigo

Madrid. También Cataluña. Y además Moncloa y Zarzuela. Y encima moción de censura de la extrema derecha. Menos mal que viene Abascal a salvarnos de la muerte, la ruina y la crisis espiritual. Menos mal para Sánchez sobre todo, porque en Moncloa ya están viendo que en las encuestas comienzan a reflejar críticas a la gestión sanitaria e inquietud por la crisis económica. Malas señales en el electorado progresista. Abascal ayudará a Sánchez. Calculan en el Gobierno que llenar el parlamento de tripas abiertas e intestinos expuestos puede venir bien para que la gente se olvide un rato de sus pulmones. Puede ser.

Quizá sirva durante un rato. Lo contaremos. Contaremos todas las cortinas de humo, todos los juegos de manos y todas las maniobras de distracción. También trataremos de dejar constancia de que la urgencia sanitaria está tan desatendida como la emergencia económica. Contaremos que España ha perdido un año de esperanza de vida en este 2020. Muchos han perdido seres queridos. Pero a todos nos han robado un año.

Tensión entre el gobierno del país y el de la capital. También en Cataluña. Además entre Moncloa y Zarzuela. Y encima moción de censura de la extrema derecha. Por separado, cada una de esas convulsiones es objetivamente grave, desestabilizadora y negativa. Las cuatro juntas son peor que preocupantes. Pero todo al tiempo, entre una terrible crisis sanitaria y una espantosa crisis económica, resulta directamente suicida.

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