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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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¿Qué pinta Ayuso en Cataluña?

La dificultad aumenta cuando se analiza el estado de la marca del PP en territorio catalán. Un logotipo que emite radioactividad electoral. Los atributos del producto irradian hostilidad

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE)
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE)

¿Por qué la izquierda política y tertuliana jalea a Ayuso con tanta regularidad y tanto empeño? ¿Qué narices se le ha perdido a la presidenta de Madrid en Cataluña? Tres encuestas para dos preguntas.

Calle Génova. Título del informe sociológico: "Cataluña 2021: perspectivas electorales". Malos datos que no sorprenden a nadie. Y análisis cualitativo todavía peor de lo esperado. Los números mantienen abierto el riesgo de que los de Abascal superen a los de Casado por primera vez en unas elecciones. Eso hoy. Y los Verbatim, los extractos de los grupos de discusión, iluminan los caminos que pueden tomar las decisiones de voto. El mañana. Antes, el peligro era cierto. Ahora, resulta creciente.

Foto: El presidente del PP, Pablo Casado, y el líder de Vox, Santiago Abascal. (EFE)
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La sombra del sorpaso recorre la mente de los presentes con la velocidad de las nubes negras. De hacerse real, esa derrota pondría patas arriba la competición en el tramo que va desde el centro hasta la derecha extrema. Y, desde luego, agrietaría el suelo partidario que la dirección nacional del PP sigue intentando consolidar.

¿Qué hacer? No es fácil. No lo es porque ya han pasado años desde que la organización dejó de existir en Cataluña. Da igual cuando leas esto: ahora mismo no hay ninguna sede del PP abierta en ninguna de esas cuatro provincias. El tejido orgánico no existe.

La dificultad aumenta cuando se analiza el estado de la marca en el territorio. Un logotipo que emite radioactividad electoral. Los atributos del producto irradian hostilidad hacia lo que significa ser catalán en el año 2020. En Galicia no ocurre eso, allí el PP de Feijóo se percibe como algo naturalmente gallego. En Cataluña sucede lo contrario, allí el PP resulta directamente anticatalán.

placeholder El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, en campaña electoral. (EFE)
El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, en campaña electoral. (EFE)

No es el único problema, la marca tiene que convivir además con una dosis de recuerdo que tiene un volumen muy superior a la capacidad de la organización. El fracaso histórico de las siglas frente al desafío que plantearon los separatistas eclipsará al PP catalán durante años.

Y, además, el desarraigo. La pérdida de las raíces. La operación de Álvarez de Toledo, la lógica del abandono desde Madrid y el envío de paracaidistas, es contraria a la que llevó al PP a cosechar sus mejores resultados con semillas autóctonas y mimo desde la dirección nacional. Vidal-Quadras. Piqué. Territorio yermo.

¿Qué hacer? ¿Qué hacer cuando te surge un competidor en la derecha capaz de superarte en contundencia cabalgando a lomos del caballo de una novedad febrilmente desacomplejada? Rezar. No, perdón. Ahora que lo pienso, rezar muy fuerte.

Foto: Imagen de archivo de un mitin de Abascal. (EFE)

Puerta del Sol. Encuesta de noviembre con las estimaciones de voto en la Comunidad de Madrid. Sube Vox. Paradoja, bajan los números de contagios y sigue subiendo el porcentaje de voto a la extrema derecha. Ojo que la tendencia viene con fuerza ¿Qué hacemos, Miguel Ángel?

Asesor: Tienes que ir a Cataluña y montar el taco.

Presidenta: ¿Para ayudar a ganar votos en Cataluña?

A: No, para dejar de perderlos en Madrid.

P: ¿Crees que Pablo lo permitirá?

A: Casado no sabe qué hacer allí, se esforzará por hacer creer que la idea se le ha ocurrido a él.

P: ¿Tengo que jugar al agravio?

A: Tienes que mostrar descaro y tienes que demostrar que eres la líder más eficaz frente a Sánchez. La que no se arruga, planta cara y a veces gana. Eso es mucho en la zona de nuestro electorado que tiene dudas. La derecha madrileña responde más a los estímulos nacionales que a los regionales.

P: ¿Juana de Arco?

A: Sí, pero con música de pasodoble por debajo, levantando más el gesto, la chulería madrileña no es un estereotipo, es un mérito.

P: ¿Estás seguro de que funcionará?

Miguel Ángel Rodríguez asiente con la cabeza, pero tiene algunas dudas guardadas desde hace años. Es dolorosamente consciente del paso del tiempo. De vez en cuando, tiene el valor de asomarse a su punto débil profesional. No es versátil. No sabe adaptarse al cliente, fuerza al cliente a adaptarse a él.

Su política de comunicación y su modelo de liderazgo siempre han sido él mismo. Con Ayuso fotocopia lo que hizo con Esperanza, y con Aguirre fotocopió lo hecho con Aznar. Ahora lo llamamos polarización. Antes se llamaba crispación. El asesor sabe que lo que funcionó con Aguirre podría no terminar de funcionar con Ayuso. La realidad del año 2020 es muy distinta a la de 1990. Practicar el monocultivo administrando tres dosis de odio por cada dosis de euforia. Pero ahora hay competencia.

Reconoce entre los chavales de Vox la energía que él tenía hace treinta años y un conocimiento de las nuevas armas de comunicación que él no tiene. Haciendo lo que hacía antes podía llegar al 30%. Veremos si ahora es posible retener el veinte…

Foto: Miguel Ángel Rodríguez. EFE

La presidenta, a diferencia del asesor, desconoce cómo funciona el PP nacional por dentro. Ya ha generado rechazo, incluso repulsa, en buena parte de los rinocerontes territoriales. Ya ha sido un problema para Casado, que es quien la aupó. Mala cosa la deslealtad. Este paso no es uno más. Tratar de presentarse como abanderada del 'antisanchismo' supone una operación de alto riesgo orgánico a medio plazo. Tarde o temprano vendrá una mano de cartas malas. Siempre terminan viniendo.

Tercera encuesta. Moncloa. Los datos de la semana, recién salidos del horno que pagamos todos los españoles. Malos números en la zona moderada de votantes socialistas. No es que haya indicios de incomodidad. Es que se huele el rechazo. Cuidado.

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE) Opinión
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El PSOE necesita evitar fugas, cerrar las compuertas electorales. Impedir el tránsito clausurando la frontera sociológica con alambradas de espino. Y para eso sirve Ayuso, como venía sirviendo Vox desde que surgió. Ambos encajan como anillo al dedo en la necesidad de Sánchez y, por cierto, también de un PSC que comienza a despertar la duda razonable en los votantes catalanes. La sombra de la sospecha es alargada.

La izquierda va a jalear la visita de Ayuso a Cataluña para intentar confinar en el 'sanchismo' a los votantes del PSOE reconocible. Ella sale de Madrid para atacar a los catalanes buscando retener los votos que se van a Vox. Y Vox se prepara para llevarse por delante al partido de Casado en las urnas de Cataluña, lo tienen al alcance de manos. No. No es una comedia de enredos. Es la expresión viva de la frivolidad en medio de una tragedia nacional.

¿Por qué la izquierda política y tertuliana jalea a Ayuso con tanta regularidad y tanto empeño? ¿Qué narices se le ha perdido a la presidenta de Madrid en Cataluña? Tres encuestas para dos preguntas.

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