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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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¿Para qué sirve Fernando Simón?

Ha pasado ya prácticamente un año desde que fue designado para tres funciones: asesor, gestor y comunicador. Ha terminado demostrando que no vale para ninguna

Foto: El director del Centro de Alertas y Emergencias (CCAES), Fernando Simón. (EFE)
El director del Centro de Alertas y Emergencias (CCAES), Fernando Simón. (EFE)

"Se recomendara lo que se recomendara sabíamos que esto iba a pasar". Esas palabras, el tono general y la intervención completa de Fernando Simón son un canto a su propia inutilidad que deja abiertas dos preguntas: ¿Por qué aceptaste? y… ¿Cuándo te vas?

Ha pasado ya prácticamente un año desde que fue designado. Un nombramiento que buscaba la articulación de tres funciones: asesor, gestor y comunicador. La voz de la ciencia en el Gobierno. El jefe operativo en el combate de la pandemia. Y el portavoz del Ministerio de Sanidad.

¿Es adecuado reunir tres tareas tan exigentes y complejas sobre las espaldas de una sola persona? A nadie se le da bien todo. Simón debió de pensar que sí, que podía con las tres. Pero ha terminado demostrando que no vale para ninguna. Y, esto no me lo esperaba, resultando hasta antipático. Probablemente incluso para sí mismo.

placeholder  El ministro de Sanidad, Salvador Illa, la ministra de Política Territorial, Carolina Darias y el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias, Fernando Simón.
El ministro de Sanidad, Salvador Illa, la ministra de Política Territorial, Carolina Darias y el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias, Fernando Simón.

Llegó con cierto aire pop, nos acordamos. Moncloa se esforzó por evocar la imagen del científico amable y distraído, moderadamente rojete pero riguroso. Daba el papel sobre el papel. Sin embargo, acaba de dejarnos con la confesión pública de que no ha cumplido su obligación y el regaño a los españoles por habernos divertido más de lo que debíamos. Un proceso de culpabilización –con autolavado de manos incorporado– especialmente insultante para quienes, por responsabilidad, hemos sido más prudentes de lo que recomendaba el Gobierno, sacrificando por primera vez en nuestras vidas la deseada posibilidad de pasar estas fiestas con nuestros padres. Está tardando en disculparse.

¿Ha servido Simón para que la ciencia guiase al Gobierno en la toma de decisiones? Hace tres meses 'The Economist' referenció una encuesta con entrevistas a 25.000 científicos de 31 países. Los números no pueden discutirse: nuestro país destaca en la séptima posición (eso sí, empezando por detrás). Los científicos de Colombia, México o Turquía consideran que sus gobiernos les hacen más caso del que hace el Gobierno de España a los científicos españoles.

¿Ha servido Simón como jefe operativo en el combate de la pandemia? Si tomamos el número de fallecidos por Covid –reconocidos por el Gobierno– relacionado con los diferentes tamaños de población, podremos comprobar que España sobresale superando a Francia en un 10%, a Portugal en un 55% y a Grecia en un 55%.

Simón solo ha valido como el altavoz de quienes verdaderamente han estado tomando decisiones

¿Ha servido Simón como comunicador? Simón solo ha valido como el altavoz de quienes verdaderamente han estado tomando todas las decisiones.

Desde su libertad, ha callado mientras se tomaban decisiones con más atención a las encuestas que a la evidencia de la ciencia. No ha actuado como un científico independiente.

Y desde su responsabilidad como gestor, ha permitido que se ejecutasen decisiones tan contrarias al bien común como las que van a llevarnos hasta la cresta de la tercera ola. No se ha comportado con autonomía.

Por eso ha dilapidado la confianza que debía haber cuidado. Por haber actuado y hablado al dictado. Y también por haber dicho lo que creía que los españoles querían oír, en lugar de lo que necesitábamos escuchar.

Foto: Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. (EFE)

Él mismo ha reconocido que ha recomendado lo que no tenía que recomendar. La pena está en que no se haya dado cuenta de que los gobiernos no existen para emitir recomendaciones sino para tomar decisiones, también cuando son difíciles.

¿Cuándo se va? Simón está abrasado pero no puede irse porque fue elegido para una función distinta a la que su vanidad le hizo creer. Quizá en algún momento, alguien que le quiera tendría que contarle para qué fue verdaderamente nombrado, cuál es su verdadero rol en el teatro del poder.

Ni científico, ni gestor, ni comunicador. Está donde está para ser el fusible que proteja a quienes verdaderamente están tomando las decisiones. Ahora el fusible está fundido pero su labor no ha finalizado, tiene que permanecer en el organigrama porque detrás de él va Illa y a continuación ya solo queda Sánchez. ¿Para qué sirve Simón? Simón ya solo vale de reclamo para adversarios torpes y tertulianos distraídos.

Fusible dos. La tercera ola ha llegado en pleno proceso de extracción de Illa del Gobierno. ¿Estaríamos los españoles más protegidos frente al virus si el ministro de Salud no hubiese andado distraído con el lanzamiento de su candidatura? La pregunta es legítima.

¿De verdad puede alguien sostener que es posible que la pandemia nos haya pillado por sorpresa tres veces?

Es justo reconocer que una operación electoral de esta envergadura lleva su tiempo. No se improvisa el diseño de una campaña relámpago, virtual, de poca exposición mediática, con toda la tropa mediática a favor y todos los primeros materiales ya preparados. Hay muchas horas de trabajo detrás de ese empeño.

Y no parece inadecuado recordar que las señales eran claras, que los gobiernos de nuestro entorno empezaron las restricciones en noviembre y las endurecieron en diciembre. ¿De verdad puede alguien sostener que es posible que la pandemia nos haya pillado por sorpresa tres veces?

Si la situación no fuese trágica hasta tendría cierto interés prestar algo de atención al intento de devolver la pasta de dientes al tubo. (Primero, salvar a Salvador. Segundo, guardarle entre algodones porque es un competidor flojo. Y tercero, prepararle para una campaña en la que el efecto sorpresa ha sido sustituido por más cantidad de plomo en las alas). Pero es que el mientras tanto existe...

placeholder El ministro de Sanidad, Salvador Illa, y el secretario general del PSC, Miquel Iceta. (EFE)
El ministro de Sanidad, Salvador Illa, y el secretario general del PSC, Miquel Iceta. (EFE)

Y es un mientras tanto desgarrador. Esta tercera ola que se nos está levantando entre las calles y los hospitales que temen el colapso puede ser todavía más devastadora que la primera. La cepa británica y la sudafricana están pasando bajo el radar, nadie en España puede perseguirlas. Los próximos meses van a ser muy difíciles para la sanidad, para la economía, también para la salud mental nacional que está completamente machacada.

Ahora empezamos a vernos de nuevo desprotegidos. Ahora, después de tanto tiempo perdido, es cuando puede verse que el estado de alarma servía precisamente para proteger al Gobierno del desgaste cortocircuitando la toma de decisiones. Es lo que tiene atravesar una pandemia con un Gobierno que hace las cosas como si la política fuese un juego en un tablero pequeño, en lugar de una noble tarea sobre el terreno entero de la patria. Una pena. Y así casi todo.

"Se recomendara lo que se recomendara sabíamos que esto iba a pasar". Esas palabras, el tono general y la intervención completa de Fernando Simón son un canto a su propia inutilidad que deja abiertas dos preguntas: ¿Por qué aceptaste? y… ¿Cuándo te vas?

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