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El punto débil de los indultos de Sánchez
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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El punto débil de los indultos de Sánchez

Los indultos son un paso hacia atrás porque aumentan, a ojos del nacionalismo, la percepción de debilidad del Estado

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

La vida del sanchista es dura. Cualquier día puede uno levantarse con la urgencia de tener que inventar un argumento que contradiga lo dicho antes de ir a dormir. Por eso, existe el riesgo de decir ridiculeces, como la de Ábalos el otro día, su comparación entre Junqueras y Nelson Mandela. Palabras tan toscas, tan grotescas y por lo tanto tan risibles, que ni siquiera indignan porque mueven más hacia la compasión que hacia el escándalo. Pobre Mandela y pobre Ábalos. Lastimita…

La semana que viene lo van a tener más fácil porque la consigna tendrá solo cinco letras: Colón. La foto, claro. La maniobra de distracción. Hablar más de la plaza que de los indultos con la intención de despistar al votante socialista mientras vomita. Mover el foco para trasladar la responsabilidad y culpabilizar no a los delincuentes, no a quienes les han puesto una barra libre, sino a los que rechazan la injusticia. Propaganda. A mí me inquieta que al poder tenga que parecerle bien el lugar donde la oposición se manifiesta.

En esta España relativa ya resulta natural tachar a quienes quieren que se respete la ley y vestir de héroes a quienes quieren rompernos el país en la cara. Ya no se nos reescribe solo la historia. Ya también el presente, en tiempo real.

En esta España relativa ya resulta natural tachar a quienes quieren que se respete la ley y vestir de héroes a quienes quieren rompernos el país

Aquí, apagado el debate político como está, es costumbre esto de vendernos los argumentos sin que nadie se pare un momento a dudar sobre los presupuestos de partida. Es lo que pasa con los indultos. Se nos ha dicho que suponen un paso hacia delante porque apaciguarán el conflicto y generarán concordia. Sin embargo no se ve demasiado interés por discernir si esto es moralmente aceptable, políticamente acertado y práctico, además de verdadero.

El punto de partida es falso. No supone un paso hacia delante, sino hacia atrás, es un error político y no traerá concordia, sino que aumentará todavía más la polarización. El conflicto no se resolverá con un acuerdo de la mitad de España —la izquierda— con la mitad de Cataluña —los nacionalistas, en realidad, la mitad de la mitad porque los cuperos y los de Puigdemont están deseando que los republicanos se estrellen—.

La verdadera búsqueda de la solución pasa, ineludiblemente, por un acuerdo entre las fuerzas centrales de España y por un entendimiento mínimo entre catalanes nacionalistas y no nacionalistas. Por este sendero de Frankenstein solo puede crecer el enfrentamiento. Los indultos son un paso hacia atrás porque aumentan, a ojos del nacionalismo, la percepción de debilidad del Estado. Su aprobación sin contrapartidas, sin que haya garantías de no reincidencia, es una invitación al chantaje y no a la negociación. Todo repliegue del constitucionalismo es visto como una reconquista por el nacionalismo.

Foto: El líder del PSC en el Parlament catalán y exministro de Sanidad, Salvador Illa. (EFE)

Y son un error político al menos por dos motivos. Primero por el daño que se inflige a la justicia española. No solo en términos de la imagen exterior del país, ya que el empeño del Gobierno en que Estrasburgo desautorice al Supremo conlleva sentenciar que aquí se celebran juicios que no son justos y que no se respetan los derechos humanos. Los indultos también suponen un golpe a la percepción de los españoles sobre nuestro sistema judicial en una época de grave crisis institucional.

Segundo error, más grave todavía, los indultos suponen un imperdonable ejercicio de egoísmo generacional. Otro más de Sánchez que está negociando una tregua con el independentismo para que los que vengan detrás no tengan más remedio que firmar la derrota.

La utilidad, la función de los indultos no es el interés general, no es la búsqueda de la solución a un problema, es un acuerdo entre dos fuerzas políticas que comparten el objetivo de perpetuarse en el poder. Sánchez quiere dos años más para vender las vacunas y las ayudas que nos trae Europa. Aragonès quiere hundir las raíces de ERC en la sociedad clientelar catalana y poder desalojar a los de Puigdemont.

Junqueras busca diez años para que el número de catalanes que quieren la independencia llegue al 60%. Para eso hay que gobernar al borde de la ley

A su vez, Junqueras busca diez años para que el número de catalanes que quieren la independencia llegue al 60%. Para eso hace falta gobernar al borde de la ley, neutralizar a los tribunales, evitar la presencia del Estado, arrancar el español de las aulas, completar el proceso de lavado cerebral y la implantación del pensamiento único desde los medios de comunicación catalanes, ir ganando en competencias, y, en cuanto se pueda, trastocar la financiación. Ahora el jefe operativo de la sedición lo tiene todo al alcance de sus manos.

La salida de Junqueras de la cárcel no va a cambiar la historia de España, lo que hará después sí puede hacerlo. Su entrada en la mesa de negociación es una mala noticia para la supervivencia de España porque va a dañar, todavía más, el principio de igualdad que nos ampara a todos los españoles. Nacer hoy en una parte del país en lugar de otra ya significa empezar a vivir con menos esperanza de vida, con una educación peor, con un sistema de sanitario menos equipado. Ese principio, que explica el rechazo histórico del socialismo a todos los nacionalismos, está hoy más amenazado que hace un mes. ¿Están los dirigentes del PSOE en condiciones de plantar cara a una reforma de la financiación redactada a cuatro manos por Junqueras y por Iceta?

Foto: El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès (i), y el presidente de ERC, Oriol Junqueras. (EFE)

Creo que los todos los socialistas tendrían que hacer una lectura crítica del concepto de partida que sostiene el argumento de los indultos sanchistas. Lo creo porque considero que el relato es falso y la medida es un error que nos lleva a la derrota del constitucionalismo. Y pienso que quienes se oponen a los indultos tienen, además del derecho de manifestarse, la obligación cívica de asumir que la batalla racional y política debe darse desde un discurso veraz. Racional. Político.

Y eso empieza por subrayar, en mi opinión, la trampa de que los indultos forman parte del camino hacia la solución. No es así, son un peaje en la autopista hacia el precipicio. 'Ho tornarem a fer'. Como Mandela, pero al revés.

La vida del sanchista es dura. Cualquier día puede uno levantarse con la urgencia de tener que inventar un argumento que contradiga lo dicho antes de ir a dormir. Por eso, existe el riesgo de decir ridiculeces, como la de Ábalos el otro día, su comparación entre Junqueras y Nelson Mandela. Palabras tan toscas, tan grotescas y por lo tanto tan risibles, que ni siquiera indignan porque mueven más hacia la compasión que hacia el escándalo. Pobre Mandela y pobre Ábalos. Lastimita…

Oriol Junqueras Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Indulto