Es noticia
Quinta ola en España: el turismo internacional al borde del precipicio
  1. España
  2. Crónicas desde el frente viral
Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

Por

Quinta ola en España: el turismo internacional al borde del precipicio

Todavía no hemos tocado techo. Vamos por detrás de Gran Bretaña, donde la propagación ha crecido un 40% en la última semana. Nos queda delta para rato

Foto: La playa de Punta Prima, Menorca. (EFE)
La playa de Punta Prima, Menorca. (EFE)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Hace un par de meses, había consenso en el sector turístico de cara a esta temporada de verano. Estaba abierta la opción de recuperar hasta dos tercios de la actividad anterior a la pandemia. Hace unas semanas, la ministra de Industria, Comercio y Turismo habló del 50%. En estos momentos, el escenario más probable es que nos quedemos muy por debajo de ese objetivo. El fracaso español en la contención de la variante delta es para echarse a llorar. Y también para preocuparse por lo mucho que nos va a costar. Esto nos saldrá caro. Pero mejor no hablar de ello.

La quinta ola está oscureciendo el repunte económico en toda Europa y, singularmente, en los países más dependientes del turismo. La situación es más preocupante en España donde las cifras están desbocadas. A día de hoy, esta es la nación con la tasa de coronavirus más alta en todo el continente europeo. Con nuestros números es difícil vender la idea de destino turístico seguro. No hay manera.

Todavía no hemos tocado techo. Vamos por detrás de Gran Bretaña, dónde la propagación ha crecido un 40% en la última semana. Nos queda delta para rato.

Foto: Una mujer se realiza una prueba diagnóstica para detectar el coronavirus (EFE)

El calendario no parece ofrecer esperanza a corto plazo. Simplemente, nos recuerda que es precisamente ahora cuando se llevan a cabo todas las compras y reservas turísticas con vistas a julio y agosto que permanecían embalsadas —muchísimas este año—.

La confianza del consumidor es sensible. Las restricciones vuelven a pintar el mapa de España como si fuese un sarampión. Francia y Alemania han subrayado los riesgos de pasar las vacaciones aquí. El Reino Unido ha retirado a las Baleares de la lista verde.

Este mismo medio titulaba el otro día "la patronal del turismo alerta de un parón de reservas internacionales". Una caída del 15% en la última quincena. Un recorte de 600 millones de euros en las estimaciones para este verano.

Foto: Playa de Binibèquer en Menorca. (EFE)

Uno tiene la sensación de que la temporada central del primer motor económico de español puede estar colapsando ante nuestros ojos, sin que ni siquiera se hable de ello. Y creo que eso merece una reflexión. Probablemente, prefiramos no explicarle a nuestros hijos esta indiferencia espantosa frente a la pandemia, el cómo fue que convertimos la enfermedad en parte de nuestro paisaje social.

Llama la atención, en una cultura que guarda una relación tan distintiva con la muerte, la infantil manera en que naturalizamos a la guadañera durante la pandemia. Nos la negamos mientras estaba a nuestro lado, segando compatriotas. Abandonamos a nuestros padres y a nuestros abuelos que murieron solos y olvidados. Toleramos que los profesionales médicos se jugasen la vida sin la protección adecuada. Nos acostumbramos a vivir con cifras de fallecimientos doblemente terribles. Primero por su volumen y segundo por la inexcusable opacidad de los números, la mayor obscenidad perpetrada desde el poder político en muchas décadas. Menos mal, eso sí, que a las ocho de la tarde aplaudíamos con disciplina en los balcones. Ahí sí que dimos la talla.

Sin ese proceso de borrado de la realidad y de la memoria inmediata que nos infringimos, no puede comprenderse el otro abandono que llegó después. Después… Después abrazamos al becerro de oro mientras el virus nos seguía devorando.

Foto: Varias personas caminan por una popular calle comercial en Zaragoza. (iStock)

El PP —que fue levantado sobre el andamiaje moral de la democracia cristiana y, como consecuencia, sobre el principio del valor supremo de la vida humana— optó por echarse en brazos de la tesis falsaria y populista de Bolsonaro, de Trump. Y recogió buenos réditos en las urnas madrileñas porque la izquierda se arrugó al no plantear una alternativa que pusiese la ética por delante del cuento de la lechera.

Y la degradación siguió. Una vez que los números de las vidas humanas pierden valor al lado de las cifras económicas, ya casi parece normal que estas importen menos que las cuentas electorales. Por eso, Sánchez, desoyendo a los expertos que nunca escuchó, prestó más atención que nunca a las encuestas y tomó una decisión. "Hay que salvar el verano".

Salvarlo como el año pasado cuando no se salvó y fracasamos. 'Ho tornarem a fer'. Pero con una importante corrección. El añadido de la cuenta atrás para cantar victoria por quinta vez. Tiene narices.

Sánchez, desoyendo a los expertos que nunca escuchó, prestó más atención que nunca a las encuestas y tomó una decisión

Mira que hemos visto cosas en esta pandemia, pero ver a Sánchez contándonos los días que faltaban para la fecha de la victoria, conlleva una carga de vergüenza ajena y de profunda pena por nuestro país que va a ser difícil de superar. O quizá no, ahí es exactamente donde nunca se le debe infravalorar.

Mientras escuchábamos aquella cuenta atrás, no hubo orden ni recursos para secuenciar suficientes contagios y ver cómo y dónde crecía la variante delta en España. No se tomaron medidas aunque se sabía que es mucho más contagiosa. Y de nuevo el virus nuevo se propagó bajo el radar para subir como un volcán. Delta: vuelve a demostrarse que la irresponsabilidad es el acceso directo de la incompetencia.

Por eso ahora, ahora que llega el momento clave para el turismo, es cuando puede comprobarse —otra vez— que la mejor política económica es la mejor política sanitaria.

Foto: Varias personas se vacunan en el centro de vacunación UB Raval. (EFE)

Los científicos apuntan que el número de hospitalizados y fallecidos no alcanzará los terribles volúmenes que sufrimos en las cuatro embestidas anteriores. Advierten de las variantes que pueden propagarse próximamente. Nadie se atreve a descartar el endurecimiento de las restricciones.

Los economistas, que venían de celebrar el subidón del consumo, andan ahora preocupados. Nada preocupa más a un economista que la incertidumbre. Justo lo de ahora. El gobernador del Banco de España señala que sus previsiones "están basadas en la asunción de que la crisis sanitaria habrá terminado después del verano" y la recuperación de la mitad del turismo durante este verano. Advierte de que "todavía existe incertidumbre por las variantes y las medidas de contención que deban aplicarse".

Mejor no hablar de esto aunque el turismo internacional se nos esté acercando al borde del colapso. El gobierno no quiere hacerlo porque su gestión durante la pandemia es —con amplia diferencia— la peor en toda la Unión Europea.

El gobernador del BdE señala que sus previsiones "están basadas en la asunción de que la crisis sanitaria habrá terminado después del verano"

La oposición tampoco quiere porque su dilema ya pasó y este es el tiempo de las consecuencias. Llegó el covid y Casado tuvo ante sí la oportunidad de poner el interés del país por delante de cualquier otro cálculo. Eligió.

Sacar el tema ahora conlleva también una evaluación de su tarea y de la del PP. Así que mejor dejarlo y seguir en el Parlamento como en una sala de realidad virtual. Tampoco estamos hablando de algo tan importante. Solo es el turismo, poca cosa. Solo el 15% del PIB. Solo los turistas británicos el 2%. Hablemos de otras cosas…

Hace un par de meses, había consenso en el sector turístico de cara a esta temporada de verano. Estaba abierta la opción de recuperar hasta dos tercios de la actividad anterior a la pandemia. Hace unas semanas, la ministra de Industria, Comercio y Turismo habló del 50%. En estos momentos, el escenario más probable es que nos quedemos muy por debajo de ese objetivo. El fracaso español en la contención de la variante delta es para echarse a llorar. Y también para preocuparse por lo mucho que nos va a costar. Esto nos saldrá caro. Pero mejor no hablar de ello.

Internacional