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Elecciones alemanas: el punto de no retorno es ahora
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Elecciones alemanas: el punto de no retorno es ahora

En el primer nivel de la competición política, la sociología de campaña es la herramienta que confirma o matiza las intuiciones de los profesionales

Foto: Carteles electorales de los principales candidatos alemanes. (EFE)
Carteles electorales de los principales candidatos alemanes. (EFE)

El dato estalló hace unos días en todos los despachos del partido de Angela Merkel. Por primera vez en la historia una estimación electoral situaba a la CDU por debajo del 20%. La pérdida de la cifra psicológica, no confirmada todavía por el resto de encuestas, detonó y desató una onda expansiva en tres direcciones: en la organización, en la campaña y en el horizonte de la gobernabilidad alemana.

El mazazo no resultó sorprendente de puertas para dentro. En el primer nivel de la competición política, la sociología de campaña es la herramienta que confirma o matiza las intuiciones de los profesionales. Y lo cierto es que las impresiones de esta carrera nunca han sido buenas para los conservadores. La incógnita está en cuándo comenzaron a lamentar la designación de su candidato, no en si lo están haciendo ahora.

Foto: La canciller alemana, Angela Merkel. (EFE) Opinión

Ahora bien, incluso en la élite, como en todos los ámbitos de la actividad humana, existe una gran diferencia entre la capacidad de anticipación y la fuerza de la confirmación. Solo quien conoce el oficio sabe lo que pesa el vértigo y lo que viene después. Las dudas en el líder. El pánico en la dirigencia, los territorios y los cargos intermedios. La impresión de urgencia aporreando en el cuartel general mientras los votantes se alejan en completa indiferencia.

"Hay que hacer algo". Demandas de cambiar el tono y patear el tablero, de pasar a la ofensiva y poner en la mesa propuestas nuevas, de golpes de efecto y replanteamiento inmediato de la agenda. "Hacer algo" siempre es hacer esas cosas.

En eso están los conservadores alemanes. O eso creen. Porque justo antes de que estas cosas pasen se hace más pequeña la mesa de la toma de decisiones. El alto mando se aísla, se encapsula para operar a corazón abierto. Es lo que probablemente pasó hace unos días…

Foto: Foto: El Confidencial Diseño.
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Reunión de crisis. Lo habitual es que el diagnóstico se haga rápido y sea conciso. Un tipo cuajado, sociólogo con miles de horas de vuelo, pone sin rodeos el foco en las transferencias de voto. Primero menciona a los que aguantan, básicamente, los mayores de sesenta años. El hueso electoral conservador. Después, señala que las fugas no se dan tanto hacia la extrema derecha o hacia los liberales como hacia los socialdemócratas.

Con la misma precisión de cirujano pasa a exponer las conclusiones del estudio cualitativo, todavía caliente. Al grano. El candidato rival gusta más a los nuestros que el nuestro, dice. Ha conseguido que le vean como el sucesor natural de Ángela, Scholz es hoy una especie de reencarnación merkeliana en el hemisferio racional en toda la centralidad electoral alemana.

El cambio de rumbo de la CDU se ha dado en la arena política. Merkel ha entrado en la campaña con el propósito de salvar las opciones

Nos está matando, deja caer. Con Laschet sucede exactamente lo contrario. El electorado potencialmente conservador considera que es inconstante, improvisador, no llega a ser frívolo, pero sí inconsistente, incluso débil, que es lo último que perdonan nuestros votantes.

A continuación, la persona con más poder político —que no había tomado notas durante la reunión— toma la palabra. Afirma que será difícil que el socialdemócrata cometa errores no forzados, que la cultura política germana no está habituada a las maniobras de destrucción masiva del adversario. Y plantea cuatro preguntas directas.

¿Tiene sentido que esta campaña gire en torno a Laschet? ¿Dónde está el principal activo electoral de este partido? ¿Qué resorte queda disponible para retener votos, para evitar fugas y desmovilizaciones? Y, lo más importante en clave estratégica… ¿Cuánto tiempo resta para quebrar la tendencia que está llevando a la CDU hacia el peor resultado de toda su historia?

Foto: Foto: El Confidencial Diseño.
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Las respuestas están en los acontecimientos de esta semana. A lo largo de estas últimas jornadas, la imagen de Laschet está cada vez menos presente en los productos electorales del partido conservador. Cuesta encontrar carteles con su imagen en las calles alemanas. Sin embargo, solo es marketing.

El cambio de rumbo de la CDU se ha dado en la arena política. Merkel ha entrado en la campaña con el propósito de salvar las opciones de su partido y de un modo poco ortodoxo en su país, poco proclive al uso de las instituciones democráticas con fines políticos. Desde el Bundestag emitió un mensaje de miedo.

placeholder El candidato Armin Laschet. (Reuters)
El candidato Armin Laschet. (Reuters)

Miedo a la incertidumbre de un cambio de color en el gobierno, acentuado además por la posible —y poco probable— coalición de socialdemócratas, verdes y extrema izquierda. En definitiva, que viene el lobo. A veces las cosas están tan mal que solo parece quedar una tecla disponible para la decisión de voto.

Es una emoción poderosa, nadie lo duda. Puro control social. Pero también delicada porque si el temor que se difunde no es creíble, puede acabar volviéndose en contra de quien lo emite. Este es el caso. Scholz no agita el hipotálamo, acaricia la búsqueda de estabilidad. Por consiguiente, tanto la propia entrada en campaña de Merkel como su discurso, parecen estar dañando más que beneficiando a la CDU. La percepción social de que Laschet es un tipo líder podría estar acrecentándose.

A lo largo de estas últimas jornadas, la imagen de Laschet está cada vez menos presente en los productos electorales del partido conservador

Durante las campañas electorales cada jornada es un mundo. Hay margen todavía para que las cosas cambien. Un margen menor al que habría aquí, donde vivimos estas cosas con menos política y más carga dramática, más giros de guion, más espectáculo. En Alemania la política no ha perdido todavía su principio de racionalidad.

Quizá por eso, quizá también por el deseo de sacudir a su partido y a su electorado, Markus Söder —jefe de los conservadores— fue rotundo hace un par de días: "en este fin de semana está la última oportunidad de que la CDU revierta la tendencia".

Hace un trimestre su victoria parecía segura.

Hace un mes, su distancia sobre los socialdemócratas del SPD era de seis puntos.

Hace una semana, escribimos que lo que parecía imposible comenzaba a ser probable.

Hoy todo el mundo da por hecho que Scholz es el gran favorito. Pero quedan dos incógnitas: la primera está en si la CDU logrará darle la vuelta a la situación, la segunda es si el futuro gobierno de Alemania no estará integrado por dos socios sino por tres. Los verdes y el SPD. Veremos.

El dato estalló hace unos días en todos los despachos del partido de Angela Merkel. Por primera vez en la historia una estimación electoral situaba a la CDU por debajo del 20%. La pérdida de la cifra psicológica, no confirmada todavía por el resto de encuestas, detonó y desató una onda expansiva en tres direcciones: en la organización, en la campaña y en el horizonte de la gobernabilidad alemana.

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