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Elecciones alemanas. La paradoja de los Verdes: entre la celebración y la decepción
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Pablo Pombo

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Elecciones alemanas. La paradoja de los Verdes: entre la celebración y la decepción

Las campañas electorales son difíciles. También son un agradable paseo por el campo al lado de lo que significa gobernar, y más en una situación como la actual. Veremos si no dejan escapar ese segundo tren

Foto: La candidata del Partido Verde, Annalena Baerbock, a su llegada, ayer, al último debate televisado. (Getty)
La candidata del Partido Verde, Annalena Baerbock, a su llegada, ayer, al último debate televisado. (Getty)
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Hay consenso estadístico. Según Alemania se acerca a la última semana de su campaña electoral, todos los números ponen a los socialdemócratas del SPD por encima del 25% y a los conservadores de la CDU en la zona del 21%. Los pronósticos otorgan a Scholz tres opciones sobre cuatro de alcanzar la cancillería.

El partido de Merkel parece haber sido capaz de frenar la tendencia decreciente que viene sufriendo desde inicios del verano. Se ha estabilizado dentro de la gravedad. Su victoria es poco probable, pero no ha dejado de ser viable todavía.

Parar la sangría que abrió el pobre desempeño de su candidato Laschet no ha sido fácil. Han tenido que pasar a la ofensiva, mucho. Los ataques contra Scholz han sido directos. El cambio de estrategia en mitad de la carrera no ha servido para dañar a Scholz, pero, al menos, ha permitido activar al electorado tradicional de la CDU, que venía emitiendo señales de desmotivación y depresión.

La sensación es que los conservadores están trabajando más en la contención de daños que en la construcción de una remontada

¿Queda margen para su recuperación? La impresión generalizada es que no. La sensación es que en los cuarteles generales de los conservadores se está trabajando más en la contención de daños que en la construcción de una remontada. En cualquier caso, la incógnita de la noche electoral permanece abierta, mejor dicho, entreabierta.

La certeza aguarda en el después, en el juego de posibles sumas destinadas a formar Gobierno. Los números otorgan un 50% de probabilidades a la repetición de la Gran Coalición entre conservadores y socialdemócratas, aunque sea con cambio de color en la cabeza. Alemania tendrá un Parlamento más fragmentado que el actual.

Foto: Foto: El Confidencial Diseño.
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A día de hoy, cinco coaliciones reúnen mejores cifras. La extrema derecha no entra en ninguna. La extrema izquierda, en una. El partido de los liberales está en ellas. Y los ecologistas en cuatro. El partido de los Verdes tiene serias opciones de entrar pronto en el Gobierno de la primera potencia europea: si esto se consolida, el cambio puede ser profundo. ¿Por qué? Porque siendo nueva política son también una fuerza sistémica.

Los más cercanos a ese partido deben estar viviendo esta campaña con un sabor agridulce: es verdad que el poder se acerca, también es cierto que la cancillería está fuera de su alcance. No era así hace unos pocos meses. El reciente mes de mayo comenzó con los Verdes en la primera posición de las encuestas. De entonces a ahora, han perdido más de un tercio de votantes. Una bajada del 26 al 16%. Mientras tanto, el SPD ha pasado del 15 al 26%. ¿Qué ha ocurrido?

En las facultades de Ciencias Políticas y de Sociología se estudia a Weber, pero no se explica la importancia del material humano. Lo primero sirve para entender el poder que tienen las burocracias para el ejercicio del poder. La CDU y el SPD son dos maquinarias descomunales, con amplia implantación territorial, conexiones firmes con el 'establishment' y los medios de comunicación, y, además de todo eso, una cultura propia. Eso que suelo llamar el gen adicional de los partidos históricos.

Vista con el pasar de los meses, la designación de Baerbock como candidata de los Verdes a la cancillería germana parece poco acertada

Carecer de lo anterior conlleva una importante desventaja competitiva que se acrecienta cuando los métodos de decisión y ejecución no son profesionales, y que se multiplica cuando el liderazgo no logra estar a la altura de la demanda social que se ha generado. Nada que los españoles no hayamos visto en nuestro propio país.

Vista con el pasar de los meses, la designación de Annalena Baerbock como candidata de los Verdes a la cancillería germana parece poco acertada. Su elección generó un espasmo en el cuerpo electoral, esa primera posición durante unas pocas semanas de mayo, una clara demostración de interés y hasta de voluntad de cambio en la sociedad alemana que ha ido desvaneciéndose como el agua entre las manos.

placeholder Carteles electorales. (Reuters)
Carteles electorales. (Reuters)

La campaña electoral de los ecologistas no ha puesto freno ni remedio a una caída en las encuestas que venía acentuándose semana tras semana. Problemas de planteamiento y hasta de tono. Muestras del sesgo generacional que también puede apreciarse con frecuencia en España.

Quienes comenzamos a comandar nuestras vidas con la llegada del nuevo siglo tenemos tendencia a confundir el mundo con nuestro mundo, también un exceso de sentimentalismo —el tremendismo, la cursilería, el adanismo— y un cierto déficit de racionalidad política. La brecha generacional que se aprecia en la política no es más que un espejo de nuestras maneras distintas de vivir la vida. No solo aquí, también en Alemania, quizás en Occidente en general.

Foto: Carteles electorales de los principales candidatos alemanes. (EFE) Opinión

La paradoja emocional entre la celebración y la decepción de los Verdes alemanes, esa contradicción entre su resultado electoral y su resultado medido en términos de poder, se agudiza todavía más al analizar el creciente peso del cambio climático en la opinión pública de la sociedad.

A mediados de abril, esta cuestión preocupaba al 11% del electorado germano. Entonces era el tercer gran tema, 70 puntos por debajo de la pandemia. Hoy, allí, la cuestión climática es la primera inquietud —43%—, 13 puntos más que el covid-19.

Las inundaciones que vivió Alemania a principios del verano han disparado la conciencia medioambiental de aquel país

Las inundaciones que vivió Alemania a principios del verano han disparado la conciencia medioambiental de aquel país. Sin embargo, simultáneamente, las expectativas electorales de los Verdes no han hecho sino desinflarse. Es un caso de oportunidad perdida en el tramo decisivo de la competición que merece un lugar de honor en los libros de historia de las campañas electorales.

Habían hecho lo más difícil. Aparcaron el fundamentalismo, centraron el tiro, resistieron con éxito los duros embates de las élites y, sobre todo, articularon un completo proyecto de país posibilista, pero ambicioso, quizás el más transformador que se ha ofrecido a Alemania desde el que abanderó Willy Brandt en 1972. Pero perdieron la ocasión histórica de liderarlo por inmadurez y por falta de profesionalidad.

Las campañas electorales son difíciles. También son un agradable paseo por el campo al lado de lo que significa gobernar, y más en una situación como la actual. Veremos si no dejan escapar ese segundo tren. Ahí es donde se imprime de verdad la diferencia, en el BOE.

Hay consenso estadístico. Según Alemania se acerca a la última semana de su campaña electoral, todos los números ponen a los socialdemócratas del SPD por encima del 25% y a los conservadores de la CDU en la zona del 21%. Los pronósticos otorgan a Scholz tres opciones sobre cuatro de alcanzar la cancillería.

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