Es noticia
Ejercicio de sadismo en el debate electoral entre Macron y Le Pen
  1. España
  2. Crónicas desde el frente viral
Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

Por

Ejercicio de sadismo en el debate electoral entre Macron y Le Pen

La repulsa al contrario viene marcando la estrategia de los dos candidatos que han pasado a la segunda ronda

Foto: Foto: Reuters/Pool/Ludovic Marin.
Foto: Reuters/Pool/Ludovic Marin.
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

El 46% de quienes votarán a Macron lo hará para evitar que Le Pen alcance la presidencia. El 44% de quienes votarán a Le Pen lo hará para que Macron no repita. El miedo y el odio pesan hoy en la decisión de voto de todos los franceses más de lo que han pesado nunca.

La repulsa al contrario viene marcando la estrategia de los dos candidatos que han pasado a la segunda ronda. Le Pen se ha esforzado por pintar a Macron como un producto de la élite, sin espina dorsal moral. Un clasista ajeno a las preocupaciones de las familias corrientes, a quienes en el fondo desprecia, mientras no pierde el tiempo en cumplir sumisamente con todos los deseos de los poderosos.

Macron está retratando a Le Pen como un peligro público para la democracia, desde luego para la economía porque es una incapaz, por supuesto para Europa entera porque es el caniche de Putin y, sin duda, para la convivencia. Una bomba en el centro de la plaza pública y también en los barrios. Una explosión de violencia y de fanatismo que devolverá la nación a la Edad Media, antes de la Ilustración, que fue cuando la verdadera Francia vio la luz.

Foto: Emmanuel Macron y Marine Le Pen, durante el debate electoral. (Reuters/Pool/Ludovic Marin)

Las reglas del juego estaban, por lo tanto, marcadas. Y los dos llegaron al debate con la intención de hacer más grotesca —más simple y más exagerada— la caricatura de su rival. La diferencia estuvo en que solo uno lo consiguió. El ejercicio de dominación llegó a situarse varias veces en la frontera de la humillación inclemente, sin verse claro de qué lado en más de una ocasión.

El duelo resultó frontal y feroz. Fue duro sin que hiciesen falta los gritos o los insultos. Encarnizado pero civilizado. Sofisticado. Nuestro país vecino es así, en ningún otro lugar del mundo se ejecuta y se degusta tan cortésmente la crueldad. Allí saben hacerlo y hasta disfrutarlo.

El duelo resultó frontal y feroz. Fue duro sin que hiciesen falta los gritos o los insultos. Encarnizado pero civilizado. Sofisticado

Un pequeño error antes del saque precipitó el reparto de roles. Le Pen comenzó su primera intervención mientras la música sonaba todavía y sin que se le hubiese otorgado la palabra. Visiblemente nerviosa, se desestabilizó y ya no puedo levantar la cabeza durante las casi tres horas de cara a cara.

Macron se convirtió en amo antes de que ella se diese cuenta, justo en el bloque inicial que tantas oportunidades ofrecía a la aspirante —microeconomía, inflación, poder de compra—. Hizo algo más que tomar la iniciativa. Acorraló, regañó y sometió a su rival con tanta contundencia, con tanta agresividad y frialdad, que ella terminó atada de pies y manos. Tartamudeando, físicamente bloqueada.

Foto: Debate presidencial. (Reuters/Christian Hartmann) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
Macron ha jugado con la táctica de Simeone
Esteban Hernández

Había pasado apenas un cuarto de hora de debate y el gran acierto estratégico del equipo de la extrema derecha —aparcar la guerra y centrarse en el deterioro de las condiciones de vida de los perdedores de este siglo 21— había quedado completamente desarbolabo. Pero quedaba más.

Vino el momento en que pensé que el marqués de Sade podría parecer un adolescente lleno de granos en la cara al lado de Macron jugando a la ofensiva. El segundo bloque era la guerra de Ucrania y el presidente se acercó a ella sonriendo, con cierta paciencia, para decir despacio: “Dependes del poder ruso, dependes de Putin, no puedes defender el interés de Francia”. Marine se quedó con los ojos muy abiertos mientras él ponía la cinta aislante sobre su boca.

“Asúmelo”, dijo. “Finito”, susurró para que lloviesen los 'memes' en las redes. Y a la siguiente pronunció: “Quieres sacarnos de Europa, pero no puedes decirlo”. Se estaba cebando tanto con la amordazada que hasta me pregunté si demasiado, si estaba emitiendo demasiada soberbia intelectual. La situación se mantuvo durante unos minutos más.

Foto: Emmanuel Macron, durante una videoconferencia por la crisis en Ucrania. (Reuters/Pool/Ludovic Marin)

Estábamos ya en el tercer bloque y ella utilizó la 'palabra de control'. Es un recurso de las prácticas sadomasoquistas. La esclava afirma la palabra preacordada para poner freno al juego porque la situación se está yendo de las manos. Le Pen a Macron: “No me des lecciones, mantente humilde”. Y el amo aflojó.

No terminó. Tampoco cedió el control, simplemente concedió un respiro a su 'partenaire'. Un poco de aire para que ella pudiese ir mencionando a cada colectivo que tenía apuntado, también alguna frase extraída de estudios cualitativos.

Iban pasando los minutos. La primera parte se había rebasado y la audiencia, cansada porque no había publicidad, debía estar cayendo a plomo. Fue la etapa valle del debate.

Foto: Macron y Le Pen, frente a frente en el plató del debate. (EFE/EPA/Pool/Ludovic Marin)

Duró hasta que tocó el tramo del medio ambiente. Llegué a preguntarme si Le Pen recuperaba resuello, porque ejecutó su primera intervención bastante bien. Empleó algún concepto brillante como el de 'ecología punitiva'. Las dudas desaparecieron rápido, cuando salió la cuestión de la energía nuclear. Macron sacó una bolsa de basura y envolvió con ella la cabeza de su víctima. No te enteras de nada: hacen falta 10 años para construir una central nuclear. El juego de la asfixia estaba ya en marcha.

El presidente ya no hizo concesiones. Interrumpió y vertió cera ardiente, mandó con todas las consecuencias, hasta el punto de no atender a los moderadores. Estaba a lo suyo. Mantuvo prietas las correas en educación, digitalización, seguridad e inmigración. Quedaba, a pesar de todo, el mayor destello de todo el debate.

Reducida a la insignificancia, Marine Le Pen ni siquiera acertó a protestar. Estaba rota. Había terminado con ella. El debate terminó allí

El instante de más altura ideológica se produjo en el apartado final, el de laicidad. Macron se creció desde las convicciones y embistió a Le Pen con la acusación de que en el fondo estaba buscando la guerra civil. Al hacerlo provocó sus últimos temblores, casi infantiles. Reducida a la insignificancia, Marine Le Pen ni siquiera acertó a protestar. Estaba rota. Había terminado con ella. El debate terminó allí, los dos minutos finales cayeron como caen los títulos de crédito de una película pornográfica. Exigencias de la industria.

Nos ha tocado vivir en una época de los líderes fuertes. El populismo va de eso, de vender una fortaleza falsa. Su modelo de liderazgo oferta un recipiente para la ira y ofrece un escaparate de soluciones simples a problemas complejos. Los roles se han invertido en el debate de las elecciones francesas. El hombre fuerte ha sido el demócrata. Pero fuerte de verdad.

Es verdad que Macron transpira soberbia, que es un sobrado, que hasta puede haberse pasado de frenada porque el victimismo puede dar votos. Dicho esto, también creo cierto que es una lástima que aquí no tengamos a nadie como él.

El 46% de quienes votarán a Macron lo hará para evitar que Le Pen alcance la presidencia. El 44% de quienes votarán a Le Pen lo hará para que Macron no repita. El miedo y el odio pesan hoy en la decisión de voto de todos los franceses más de lo que han pesado nunca.

Marine Le Pen Emmanuel Macron Elecciones Francia
El redactor recomienda