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Duelo andaluz de líderes: espadas contra bazuca
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Duelo andaluz de líderes: espadas contra bazuca

Nunca creí que vería al Partido Socialista de Andalucía en estas condiciones. Por primera vez en toda la historia, esas siglas afrontan una competición sin opciones de ganar y sin la posibilidad de gobernar

Foto: El presidente andaluz, Juanma Moreno (d), conversa con Juan Espadas (i). (EFE/Julio Muñoz)
El presidente andaluz, Juanma Moreno (d), conversa con Juan Espadas (i). (EFE/Julio Muñoz)
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Estamos viviendo cosas inimaginables. Faltan 50 días para las elecciones andaluzas y nadie discute que las ganará el Partido Popular. Directamente, no existe la posibilidad de que la izquierda llegue a asumir nada cercano a una mayoría parlamentaria. Buena parte de este vuelco se explica desde los liderazgos, pero no todo. Hay más.

Nuestra encuesta trae datos sobre la valoración de Juanma Moreno que habrían parecido ciencia ficción hace muy pocos años. 6,6 de media. No baja del 6 en ningún tramo de edad. Y tampoco en ninguna provincia —6,8 en Sevilla—. Los votantes socialistas le puntúan con un 5,7, solo le suspenden un 23%. Y solo el 1% de quienes votaron a Vox no le da el aprobado. Entre los de Ciudadanos tres de cada cuatro le dan entre un 6 y un 10.

Foto: Macarena Olona (Vox) y Juanma Moreno (PP). Imagen: EC Diseño.
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Si alguien quiere ver un caso rotundo de liderazgo transversal, aquí tiene uno de libro. Un líder completamente distinto a Ayuso, que no polariza, que emite serenidad sin perder profesionalidad. Algo inaudito en Andalucía representando al Partido Popular.

Enfrente sucede exactamente lo contrario. Juan Espadas es menos conocido y se queda en el 4,7 de media. Casi la mitad de las valoraciones que recibe se concentran entre el 4 y el 6. Esto es, la zona templada, donde se concentran los que no tienen una opinión suficientemente definida.

Si alguien quiere ver un ejemplo claro de candidato sin imagen formada, aquí tiene un caso digno de estudio. Interesante para el análisis porque sorprende que una organización tan implantada, tan potente y tan competitiva, se encuentre ahora con un candidato que, casi, casi empata en capacidad de entusiasmar con el agua mineral.

Foto: El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. (EFE/Raúl Caro)

Nunca creí que vería al Partido Socialista de Andalucía en estas condiciones. Por primera vez en toda la historia, esas siglas afrontan una competición sin opciones de ganar y sin la posibilidad de gobernar. Lo tienen complicado: saberse derrotados antes de saltar a la cancha es lo peor que le puede ocurrir a un equipo acostumbrado a vencer y a mandar.

El contraste entre el tirón electoral de los dos candidatos principales se sitúa, por lo tanto, cerca de lo inconcebible. La diferencia entre el estado de sus marcas es igual de insólita.

Por un lado, Juanma Moreno Bonilla ha logrado convertir a una formación que antes parecía extranjera en el Partido Popular Andaluz. El enorme instrumento de poder que es la Junta ha servido para imprimir aire de Andalucía a las siglas, difuminando las fronteras entre el gobierno y el partido. Pero también para multiplicar el brío en lo que ya tenía: presencia en el territorio, recursos, cuadros y alcaldes.

Foto: El presidente de Andalucía, Juanma Moreno. (EFE/Julio Muñoz)

Juanma Moreno llevaba barajando la idea del adelanto técnico desde hace meses, cuando él todavía parecía un verso suelto en aquel partido del ceño fruncido que comandaba Casado. Estalló la crisis del líder nacional con Ayuso y echó el freno. Acertó.

Ahora, además de los atributos de su liderazgo personal y de la fortaleza de la marca regional, cuenta con un Partido Popular que, a escala nacional, se encuentra en fase creciente, dirigido por un Feijóo con el que puede acompasarse bien sin dificultades. En unas pocas semanas ha pasado de la disonancia con Madrid a la simbiosis, ahora todo le encaja como un guante. A competir.

Fijémonos ahora en el otro lado. La designación de Espadas, que es un tipo amable, lejano al cinismo de Sánchez, se explica únicamente desde la clave interna. Fue señalado desde la convicción de que nadie manda del todo en el PSOE si no controla al Partido Socialista de Andalucía. Por eso se creyó que era necesario la endodoncia.

Foto: La candidata de Adelante Andalucía a la Junta de Andalucía, Teresa Rodríguez. (EFE/Julio Muñoz)

Y por eso se colocó después a un candidato que electoralmente es una prótesis, pero que resulta útil para garantizar a la dirección federal la paz en la más importante de las federaciones. Hasta tal punto es así, que tras su nombramiento nadie se preocupó de trabajar, aunque solo fuera un poco, su liderazgo social. Nadie quiso preocuparse de las elecciones. Todos pensaron que la misión estaba cumplida porque el objetivo terminaba donde acaba la política interna.

Pero las elecciones están a la vuelta de la esquina. Y hoy el Partido Socialista de Andalucía es una organización sin capacidad competitiva. Un gallo capado, atado una campaña que se dirigirá desde Ferraz. Esa organización no tiene posibilidad de discutir la victoria al adversario. No tiene una razón convincente para pedir el voto al público. Y mucho me temo que no serán pocos los cuadros y militantes que harán huelga de brazos caídos durante los próximos 50 días.

Añadan a lo anterior el estado de la marca a escala nacional. Lo bien que ha tenido que caer en Málaga o en Granada el bailecito con Bildu de estos días. Lo bien que se recibe el discurso económico triunfalista en las colas de los supermercados de Jaén. Y pongan, sobre todo lo que está llevando a las siglas socialistas a este momento de dificultad, el 'topping' de Sánchez. Malo si no va. Y peor si cruza Despeñaperros. Así que hará lo mínimo.

Foto: La secretaria general de Vox en el Congreso, Macarena Olona. (EFE/Osés)

Juan Espadas carece de magnetismo electoral, dirige un partido regionalmente quebrantado y nacionalmente desgastado, bajo un líder federal que estará más pendiente de evitar su erosión personal que de volcarse en la campaña. Será difícil que el candidato pueda fidelizar los sufragios de 2018.

Sin embargo, el mayor riesgo no está en las fugas hacia el PP, ni siquiera en la desmovilización. Lo peor que le puede pasar a ese partido es que comience a acostumbrarse a perder. Ese es el peligro. Y también el objetivo de su rival, que saldrá a pelear con la mente puesta en lograr la hegemonía andaluza de las próximas décadas.

Habrá que ver si lo consigue. De cara a esa incógnita sí que hay dos puntos de partida en el terreno de las certezas. El primero es que la anterior campaña de Juanma Moreno fue un espanto. El segundo es que Vox es hoy el partido de España que mejor compite en todos los procesos electorales. El mejor competidor —guste más o guste menos— en todos los planos, de largo.

Veremos que ocurre. Y veremos también si el Partido Socialista de Andalucía vuelve a ser algún día lo que fue. No será fácil. Lo que no veremos, eso seguro, es a Espadas levantándolo.

Estamos viviendo cosas inimaginables. Faltan 50 días para las elecciones andaluzas y nadie discute que las ganará el Partido Popular. Directamente, no existe la posibilidad de que la izquierda llegue a asumir nada cercano a una mayoría parlamentaria. Buena parte de este vuelco se explica desde los liderazgos, pero no todo. Hay más.

Juanma Moreno Partido Popular (PP) Noticias de Andalucía