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Pablo Pombo

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¿Por qué se estrellará Sánchez en Andalucía?

No tienen el motor de la Junta que tantas veces supieron aprovechar, el aparato territorial ha quedado desarticulado, el candidato autonómico no suma y el líder nacional ya resta

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), y el candidato socialista a la presidencia de la Junta de Andalucía, Juan Espadas. (EFE/Julio Muñoz)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), y el candidato socialista a la presidencia de la Junta de Andalucía, Juan Espadas. (EFE/Julio Muñoz)
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Dentro de unas semanas, podrá confirmarse que Gabilondo es Mike Tyson al lado de Juan Espadas. El primero es reconocible y respetado, está discursivamente armado. Al menos tiene algo. Su desempeño no sirvió para evitar el peor resultado socialista en Madrid porque no es un producto electoral potente. El segundo, siendo plano en todos los planos, acelerará una decadencia que dejará a su partido sin base territorial para articular una mayoría a escala nacional.

Así lo refleja el Centro de Estudios Andaluces en su reciente preelectoral: la valoración de Espadas es dos puntos inferior a la de Juanma Moreno y solo tres puntos superior a la de Macarena Olona. Como se dice en el argot electoral: el candidato no tira. A día de hoy, el 14,5% de los andaluces quiere que el candidato socialista presida la Junta, mientras que el 49,8% quiere que continúe el presidente popular.

Cuando lleguen los lamentos —que llegarán— no estará de más que alguien recuerde que este candidato no es la causa sino el síntoma de algo más profundo y estructural. Porque con este cartel electoral que nada suma, con una campaña electoral bien planificada y un aparato electoral no desguazado, el resultado de los socialistas podría ser digno incluso en circunstancias adversas, como ha habido antes otras. En esta ocasión, por primera vez, no lo será.

Foto: Juan Espadas, candidato del PSOE andaluz, en la sede socialista de Sevilla. (F. R.)
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Según el mencionado estudio, solo el 8,5% de los andaluces cree que el PSOE puede obtener la victoria el próximo 19 de junio. Esa es una cifra que refleja hasta qué punto son devastadoras las expectativas de los socialistas.

Casi todo parece escrito en el camino hacia las urnas del 19 de junio. Se sabe quién ganará y que será por mucho, se sabe que subirá Vox —ya veremos si tanto como ha ocurrido otras veces—. Se sabe que la izquierda en su conjunto perderá apoyos. En realidad, la única duda es hasta dónde se precipitará el Partido Socialista. Nadie se atreve a dar una cifra hoy, todo lo que se ve es que no hay a donde agarrarse, que la caída es libre.

La situación es endemoniada para los socialistas andaluces: no tienen el motor de la Junta que tantas veces supieron aprovechar, el aparato territorial ha quedado desarticulado, el candidato autonómico no suma y el líder nacional ya resta. Por si fuera poco, el planteamiento de campaña ofende a cualquiera que sepa apreciar la belleza del juego electoral.

Foto: Juan Espadas, en Torredelcampo (Jaén), donde usó por primera vez el lema "si votamos, ganamos". (EFE/José Manuel Pedrosa)

Hoy no se aprecia tensión electoral en el Partido Socialista de Andalucía. Es algo que puede medirse en las redes y apreciarse en los actos de campaña. Son tan minúsculos que hasta cabe preguntarse si no se estará produciendo una especie de huelga orgánica de brazos caídos.

No sería extraño. Después de una operación a lo Putin para devastar el territorio e instaurar un Gobierno títere, después de haber querido operar como Guerra y ejecutar cirugía de guerra sin anestesia entre los propios compañeros, no es extraño que las filas socialistas lleguen mutiladas al combate electoral. Les han amputado hasta las ganas. Basta con verles las caras. Nunca había visto al socialismo andaluz tan triste.

Cualquiera que conozca mínimamente esa tierra sabe que colocar al alcalde de Sevilla es apostar a perdedor en toda la Andalucía oriental. La rivalidad entre ciudades es obvia. Ya veremos si terminan consiguiendo la victoria en esa provincia —la única en la que tienen opciones—. Ya veremos si con este movimiento no terminan poniendo en peligro la propia alcaldía. Y ya veremos, también, con qué ánimo se afrontarán allí las elecciones municipales del año que viene.

Foto: El candidato del PSOE a la Junta de Andalucía, Juan Espadas, junto a Pedro Sánchez. (EFE/Pepe Torres)

De momento, lo evidente es que existe una creciente crisis de confianza entre el líder nacional y el electorado socialista. El 37% de quienes votaron PSOE tiene poca o ninguna confianza en Sánchez, el 33% de quienes optaron por ese mismo partido tiene mucha o bastante confianza en Feijóo.

Esos datos del CIS iluminan, como si fueran autopistas, los dos puntos de fuga del 19-J: la desmovilización socialista y su trasvase hacia el PP. Una dinámica que se acentuará por la buena valoración del Gobierno andaluz y de su presidente. Y que se acelerará por el asombroso planteamiento socialista de campaña, torpe hasta la obscenidad.

Foto: Entrevista Juanma Moreno. (S. B.)
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Desconozco qué agencia se encarga de los materiales electorales. No sé cuánto cobra. Pero puedo asegurar que les está saliendo cara. Hay que ser burro para proponer —y todavía más para aprobar— el lema 'Andalucía quiere más' cuando la percepción de lo hecho en la Junta es tan positiva.

El 53% de los andaluces considera que el rumbo de su comunidad es positivo. La gestión de Juanma Moreno al frente de la Junta es considerada buena o muy buena por el 66,4% de la población. Dos tercios de aprobación, un dato sideral…

Foto: Juanma Moreno y Alberto Núñez Feijóo, en Sevilla, junto a Juan Bravo, Patricia del Pozo y Elías Bendodo. (EFE/Julio Muñoz)

'Andalucía quiere más'. Por primera vez en toda mi vida, veo a un partido de la oposición pidiendo literalmente el voto para el partido que gobierna. Desde luego, es todo un hito. Harían bien en retirarlo pronto: se presta a todo tipo de contra campañas y es sencillamente ridículo. Es un error lamentable y no están las cosas para bromas.

El socialismo andaluz se juega la vida en las elecciones del 19 de junio y se está acercando al frente con una espadita de plástico. La dependencia andaluza del conjunto del partido es histórica y se agudiza invariablemente cuando las cosas van mal en el ámbito nacional, cuando lo que está en juego es la supervivencia.

Bastan unos pocos datos para demostrarlo. Año 2000, cuando la mayoría de Aznar, 44% de Almunia en Andalucía —10 puntos más que en el resto del país—. Año 2011: 37% con Rubalcaba —otros 10 puntos más—. Año 2019: 33% con Sánchez —cinco puntos más—. Estar en junio por debajo del 30% sería dramático para todo el PSOE, aunque mucho me temo que el resultado terminará descendiendo hasta el sótano de la tragedia. La estimación del Centro de Estudios Andaluces los sitúa en un 24,2%.

Foto: Juan Espadas, el pasado enero en Granada durante la presentación de su candidatura a la Junta. (EFE/Pepe Torres)

El PSOE podía permitirse una salida del poder transitoria en Andalucía, algo parecido a lo que ocurrió en Galicia con el PP, en el País Vasco con el PNV o en Cataluña con el nacionalismo. Era necesario actuar con pericia y con imaginación, sumando y no diezmando. Diseñar una estrategia para retomar San Telmo era más urgente y necesario que los genocidios internos. Pero la sinrazón se instaló.

Ahora, la imposibilidad material de una victoria servirá para alimentar la derrota durante las próximas semanas y tendrá irremediables consecuencias estructurales para el PSOE, para la izquierda y para toda la política nacional.

Caerá el recuento y habrá algún movimiento espasmódico. Puede que algo de ruido interno en Andalucía. Una crisis en el Gobierno, quizá. Pero no habrá manera de ocultar que la responsabilidad de lo que ocurra con los socialistas andaluces recaerá directamente sobre Sánchez, sin postizos a los que culpar.

Foto: Juan Espadas. (EFE/Julio Muñoz)

Entonces adivinos y augures tomarán la plaza pública para debatir si debe o no debe presentarse. Y los candidatos a las elecciones municipales y autonómicas del año que viene tomarán distancia discretamente porque preferirán que el presidente no haga campaña en sus territorios…

La sensación de que la derrota nacional resulta inevitable irá proyectándose cada vez a mayor tamaño. Envolverá a Sánchez, reducirá sus movimientos. Queda saber en qué curva se saldrá y cuántas serán las vueltas de campana del vehículo socialista.

Queda, después de tanto tiempo de violenta y estéril frivolidad, el periodo del escarnio, el repudio social en la memoria de España. Cuestiones menores que además pasarán rápido. Los finales, ya se sabe, operan bajo el principio de aceleración de los acontecimientos.

Dentro de unas semanas, podrá confirmarse que Gabilondo es Mike Tyson al lado de Juan Espadas. El primero es reconocible y respetado, está discursivamente armado. Al menos tiene algo. Su desempeño no sirvió para evitar el peor resultado socialista en Madrid porque no es un producto electoral potente. El segundo, siendo plano en todos los planos, acelerará una decadencia que dejará a su partido sin base territorial para articular una mayoría a escala nacional.

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