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Las encuestas que vienen: los españoles nos estamos asustando
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Las encuestas que vienen: los españoles nos estamos asustando

Lo refleja el CIS en su último índice de confianza del consumidor, con un dato que refleja la magnitud del daño que está sufriendo la clase media: la situación económica ha empeorado en el 56,1% de los hogares españoles

Foto: Una mujer comprando fruta. (EFE/Miguel Gutiérrez)
Una mujer comprando fruta. (EFE/Miguel Gutiérrez)
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Te habrás dado cuenta de que la cosa está cambiando. Si también eres de los que miran lo que los demás eligen en el supermercado, habrás visto que la gente está comprando bastante menos. Se nota. Claro que la cosa va por barrios, que la adversidad está creciendo desigualmente. Pero el miedo nos une a todos. Los números demuestran que el temor está creciendo y las consecuencias económicas y políticas no tardarán en apreciarse. Estamos cruzando un umbral.

Lo nota Cáritas que acaba de avisar del "desborde total" que está suponiendo para muchas familias la inflación. La capa que ya venía sufriendo más dificultades para llegar a fin de mes es la que ahora está poniendo un pie en la pobreza. En Barcelona, por ejemplo, las peticiones de ayuda que esta organización recibe han crecido en junio un 8% respecto al mismo mes del año anterior.

Lo refleja el CIS en su último índice de confianza del consumidor, con un dato que refleja la magnitud del daño que está sufriendo la clase media: la situación económica ha empeorado en el 56,1% de los hogares españoles.

Nuestro comportamiento de consumidores empieza a parecerse demasiado al de 2008

Y lo sabe la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados: estamos aumentando la frecuencia de visitas a los establecimientos pero bajando el gasto por cada compra. También optamos por más productos de marca blanca —en alimentación ya suponen el 48,9%—. Miramos la pela, que diría un castizo.

Nuestro comportamiento de consumidores empieza a parecerse demasiado al de 2008. Esto va más allá de la prudencia, el temor está expandiéndose silencioso e imparablemente.

Todavía cuesta verlo del todo porque la pandemia nos hizo guardar algo de dinero, sobre todo en los tramos de renta media-alta. Pero eso también viene bajando. Muchas familias estarán tirando del colchón mientras la capacidad de ahorrar se está agotando velozmente. CaixaBank estima que los españoles terminaremos este año con una tasa de ahorro inferior a la de 2019.

Y cuesta verlo además porque venía distrayéndonos una disonancia cognitiva que ahora se diluye. Eso que algunos economistas del comportamiento denominan "síndrome del Titanic": la irracional, pero humana, alegría en el bolsillo antes del hundimiento, el deseo de vivir el último gran verano. Una pulsión que los precios también están moderando: 7 de cada 10 restaurantes subirán los precios este verano, los hoteles disparan sus precios un 25%. Mejor rehacer las cuentas.

El miedo económico activa la demanda de líderes capaces y profesionales, grises y tristes gestores, el casting más apropiado para Feijóo

Lo malo no es que el miedo exista, lo que de verdad me inquieta es que está justificado. Ya nadie se atreve a negar que la inflación va para largo y cada vez son más los que auguran una recesión en otoño. El único contrapunto está en el triunfalista discurso del gobierno.

Nuestro país está perdiendo un tiempo precioso para operar sobre una realidad económica peligrosa, porque el ejecutivo no se siente capaz de reconocer la verdad y levantar un discurso socialdemócrata honesto y tan fácil de comprender como de resumir: no podemos elegir evitar la crisis que viene, pero sí podemos elegir que la crisis no deje todavía más desigualdad en nuestra sociedad.

En ese mensaje cabe el marco lingüístico de la protección que siempre ha sido central en los partidos progresistas que laten con vocación de mayoría. La protección es un valor político abandonado por los progresistas de nuestro país que los conservadores se apropiarán más temprano que tarde. De hecho, considero que ya están en ello.

Ya no estamos en el periodo del odio que provocó la crisis social de 2011 y que explica la emergencia y el reinado de la polarización. Estamos cambiando de paradigma: el miedo económico activa la demanda de líderes capaces y profesionales, grises y tristes gestores, el casting más apropiado para Feijóo.

Cuando la mitad de tu electorado te suspende en una cuestión tan básica para la familia, tienes un problema

Es ingenuo pensar que la cumbre de la OTAN pueda mover un solo voto o rehabilitar la imagen de Sánchez. El veredicto social ya ha sido formulado, la condena electoral ya está escrita. Sin embargo, nadie en Moncloa parece entender lo que ocurre: no es que las clases medias estén abandonando al PSOE, lo que pasa es que las clases medias se saben y se sienten abandonadas por el sanchismo.

Los números del CIS de junio no pueden ser más claros:

  • Clase media/media. Valoración de Sánchez: 4,26. Valoración de Feijóo: 5,01.
  • Clase media/baja. Valoración de Sánchez: 4,27 —seis décimas menos que hace un año—. Valoración de Feijóo: 4,58.

Resulta ridículo confiar en que el último giro discursivo, este jueguecito conspiranoico tan del gusto de Iglesias, pueda servir para reparar el barco: el problema no está en la mecánica, está en el casco. No es la comunicación, es la gestión. Y la gestión disgusta demasiado al propio electorado socialista. La rotundidad de las cifras es evidente.

Encuesta de GESOP del 20 y 21 de junio. Votantes PSOE, valoración de la gestión del gobierno frente a los precios de la electricidad: bien o muy bien 23,5%, mal o muy mal 49%.

Cuando la mitad de tu electorado te suspende en una cuestión tan básica para la familia, tienes un problema que no se soluciona cambiando de relato, sino cambiando de política.

Mi pronóstico es que para octubre veremos estimaciones con el PP por encima de los 145 escaños y el PSOE por debajo de los 90

Si algo demuestra la historia de las crisis es que la propaganda no sirve para llenarte la nevera. Pero es que todo esto irá a más durante los próximos meses. El miedo está fundamentado:

  • Según el CIS, dos de cada tres españoles —64,7%— piensan que la situación económica de nuestro país será peor dentro de seis meses.
  • Tres de cada cuatro consideran que los precios no bajarán durante el próximo año —el 22,6% cree que seguirán subiendo al mismo ritmo y el 56,8% cree que crecerán todavía más—.

El verano suele ser un periodo inflacionario, será difícil contener el alza de los precios. Si no entramos en recesión en este trimestre será porque el turismo internacional nos habrá salvado.

Los tipos de interés subirán este julio y después de agosto. La cuesta de septiembre tiende a castigar en las encuestas al partido gobernante. Mi pronóstico es que para octubre veremos estimaciones con el PP por encima de los 145 escaños y el PSOE por debajo de los 90. Después puede agudizarse la crisis energética en todo nuestro continente.

Salgo de las especulaciones, vuelvo a nuestro supermercado. Miro la cesta del cliente que va detrás. El miedo condicionará pronto las encuestas y puede que también la economía. Ojo con eso porque también lo hemos pasado y dejarlo atrás cuesta muchísimo. Lo pagamos con proyectos vitales perdidos y con el progreso social hipotecado.

Te habrás dado cuenta de que la cosa está cambiando. Si también eres de los que miran lo que los demás eligen en el supermercado, habrás visto que la gente está comprando bastante menos. Se nota. Claro que la cosa va por barrios, que la adversidad está creciendo desigualmente. Pero el miedo nos une a todos. Los números demuestran que el temor está creciendo y las consecuencias económicas y políticas no tardarán en apreciarse. Estamos cruzando un umbral.

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