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Lo que el PSOE sí puede hacer para destruir a Feijóo
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Lo que el PSOE sí puede hacer para destruir a Feijóo

Basta con derrotarle en las urnas para que Ayuso entre con la motosierra en Génova. Hay algo que sí se puede hacer para derrotarle. El sendero no consiste en ir contando que Feijóo es lo peor, es hacer las cosas mejor que él

Foto: Feijóo comparece ante los medios en A Coruña. (EFE/Óscar Corral)
Feijóo comparece ante los medios en A Coruña. (EFE/Óscar Corral)
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Inmaduro, cínico, mentiroso, ignorante, vago… La orden es clara. Hay que destruir a Feijóo. Suerte con la cacería porque les va a hacer falta. Lo saben bien los socialistas gallegos, que se pasaron disparando legislatura tras legislatura y lo único que encontraron fue un resultado peor detrás de cada urna. Hoy son tercera fuerza, cinco escaños por debajo del BNG. Esta ráfaga programada de insultos supone un ejemplo de libro del tipo de campañas que se activan cuando las cosas van mal y el panorama apunta a peor. Y también una muestra canónica de la clase de decisiones que acaban teniendo efectos contrarios a los deseados.

Los continuos ataques a Feijóo le están haciendo más daño a Vox que al PP. Dejan a Abascal y eso solo puede engrosar el retorno de votantes hacia la calle Génova. Confundir al adversario con un enemigo puede no ser lo más responsable. Pero elevar al contrario regalándole todo el foco está entre las principales torpezas que cualquier formación política puede cometer. En Moncloa están remando para el gallego y no lo saben. Sí, lo saben los socialistas andaluces. O deberían saberlo, si es que han terminado de rumiar el resultado. Una derrota forjada por la vía de agredir a un rival que la mayoría consideraba moderado y aceptable gestor. Templado. Sin ganas de entrar al barro.

Foto: Juanma Moreno y Antonio Muñoz, en una visita a un centro de Ryanair en el Aeropuerto de Sevilla. (EFE/Julio Muñoz)
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Las campañas de destrucción pueden ser más o menos precisas, pero conviene que sean mínimamente profesionales, no chapuceras. Esta lo es porque el mensaje emitido no se compadece con la realidad, porque las agresiones guardan demasiada distancia con lo que el público está viendo. Lo emitido es groseramente tosco, falta trabajo en el guion. Dedicación. Tratar, por ejemplo, de fijar en la opinión pública la idea de que Feijóo es un peligroso obstruccionista casa regular con la historia y con los hechos: el PP ha votado en positivo esta misma semana a varias de las normas que se dirimían en el primer pleno parlamentario. El "No es no" es un "depende" para Feijóo y eso es algo que Sánchez no termina de comprender.

Echa de menos a Casado y se le nota, tanto que hasta lo ha dicho durante estos días. Le añora y con motivo. Era un rival menos sofisticado que el de ahora y Moncloa cometió el error de ayudar a su caída. Este líder no entra en los adjetivos calificativos personales, se centra disciplinadamente en lo sustantivo: en el contenido de cada medida y en el método con el que ha sido elaborada. De esa manera obtiene un doble retorno. En las cuestiones de fondo, en lo específico, exprime el principal atributo de la marca PP: su capacidad de gestión. En el método, en la disposición al diálogo y la mano tendida para el acuerdo, martillea en la principal debilidad de Sánchez: sus malas compañías.

Frankenstein. Exactamente, lo que más irrita al votante PSOE de toda la vida y también lo que viene haciendo que los socialistas moderados busquen una opción distinta a la de Sánchez que sea políticamente digerible. Resulta que ahora existe y el trasvase está abierto. Hay mayor complejidad en el desempeño de Feijóo que en el de Casado. La prueba está en que el gallego se pasa la vida instando al PSOE a no pactar con ERC y BILDU, pero siempre deja fuera de la ecuación a un PNV que, además de ser el eslabón más débil de Frankenstein, ha sido durante mucho tiempo un socio estable de los populares. Hila fino.

"En el método, en la disposición al diálogo y la mano tendida, martillea en la principal debilidad de Sánchez: sus malas compañías"

Pero, además de mayor sofisticación, también se ve ahora más trabajo que en la etapa anterior. Prueba de ello está en el reciente anuncio de presentar un Plan Energético 'made in PP', alternativo al de un gobierno que ni siquiera quiere convocar a la conferencia de presidentes en medio de la mayor crisis de energía que se recuerda —el método, de nuevo—. Hay preocupación en Moncloa, claro. Normal por el desgaste: pandemia, volcán, inflación, guerra, crisis energética, sequía… Lógico también por todo lo que viene. Y comprensible además porque este rival es serio de verdad. Sin embargo, no tiene uno la sensación de que cuenten ahora mismo con el análisis adecuado.

Se ve la fatiga, a veces se huele el miedo. Pero no parece haber plena conciencia de que el sanchismo está ya en fase de decadencia acusada. Digo "acusada" porque ya no estamos en decadencia de nivel 1 —cuando se le echa la culpa a la comunicación—, ni siquiera en de nivel 2 —cuando la razón de todos los males se localiza en los portavoces—. Estamos en el tercer nivel, ya en el tramo donde se argumenta que lo que falta es "tensión orgánica". Término que en la jerga significa falta de pulso en el partido, desmovilización.

Salvo que se esté contemplando un adelanto de las urnas, no se entiende bien poner a la organización socialista en modo de simulacro electoral. Pensar en que una ensalada de actos públicos puede servir para remontar en las encuestas, detener la decreciente tendencia electoral, o activar al electorado socialista; es un ejercicio de autoengaño que solo puede justificarse por la necesidad de transmitirle al líder que se está haciendo algo en alguna dirección.

Foto: Pedro Sánchez, durante su viaje oficial a Ecuador. REUTERS/ Karen Toro

Sucede que la dirección no termina de ser correcta. El lema elegido para esta campañita —"El gobierno de la gente"—es ajeno al ADN PSOE porque compra la lógica discursiva del populismo. La gente frente a la élite. Los de abajo frente a los de arriba. Los señores que fuman puros, la casta como enemigo y el líder como salvador. Es de primero de peronismo que el poder se disfrace de pueblo para evadir su responsabilidad política. Pero también es incompatible con el alma del socialismo español. Y por eso no funcionará.

Hay un camino para destruir a este candidato del Partido Popular, basta con derrotarle en las urnas para que Ayuso entre con la motosierra en Génova. Hay algo que sí se puede hacer para derrotarle, el mapa existe. El sendero no consiste en ir contando que Feijóo es lo peor, la vía está en hacer las cosas mejor que él.

El gallego es imbatible en el escenario de la refriega política porque no comparece en el desafío. Pero sí puede ser superado en el campo de lo político, en el terreno de lo sustantivo, donde se dirime el fondo de cada cuestión y el método con el que se hace todo. Para eso hacen falta acuerdos, desde luego. Y para eso hace falta grandeza, claro. Y una promesa de España que ahora no existe, es evidente. Por el camino del insulto, del juego de contrarios, Sánchez está perdido, aunque sea lo de menos. Lo grave no está en su derrota, está en lo que perderemos todos.

Inmaduro, cínico, mentiroso, ignorante, vago… La orden es clara. Hay que destruir a Feijóo. Suerte con la cacería porque les va a hacer falta. Lo saben bien los socialistas gallegos, que se pasaron disparando legislatura tras legislatura y lo único que encontraron fue un resultado peor detrás de cada urna. Hoy son tercera fuerza, cinco escaños por debajo del BNG. Esta ráfaga programada de insultos supone un ejemplo de libro del tipo de campañas que se activan cuando las cosas van mal y el panorama apunta a peor. Y también una muestra canónica de la clase de decisiones que acaban teniendo efectos contrarios a los deseados.

Partido Popular (PP) PSOE Alberto Núñez Feijóo
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