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Los componentes económicos de una bomba electoral
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Los componentes económicos de una bomba electoral

El pensamiento mágico no vale para hacer magia, pero la política sí que sirve para cambiar las cosas. La cuestión es que para cambiar la política hace falta cambiar el discurso

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Sergio Pérez)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Sergio Pérez)
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El Gobierno lleva meses descalificando a quienes no comparten su triunfalismo y esa huida hacia delante no podrá durar mucho más. Primero, porque la realidad se impondrá, y segundo, porque el discurso de la 'economía robusta' ya no cala ni entre su propio electorado. Cuanto más tarde Moncloa en reconocer la gravedad de la situación, mayor será el daño al país y peor será la factura electoral del Partido Socialista.

“Nuestros ciudadanos tienen dos opciones: deben elegir qué creen, el diagnóstico del curandero o el diagnóstico de los médicos especialistas. El curandero no tiene conocimientos científicos ni tampoco dispone de datos, y tampoco pretende curar la enfermedad. Quiere beneficiarse de esa enfermedad”. Pedro Sánchez, en el debate sobre el estado de la nación, 12 de julio de 2022.

Foto: La directora gerente del FMI, Cristalina Georgieva. (EFE/Lenin Nolly)

Dos semanas después, el Fondo Monetario Internacional rebajó la previsión de crecimiento económico de España para 2023 del 3,3 al 2%.

“Es necesario recordar estas obviedades cuando reaparecen entre nosotros los brujos que rescatan sus fracasadas recetas”. Pedro Sánchez en la Moncloa, 1 de octubre de 2022.

Dos semanas después, el Fondo Monetario Internacional vuelve a recortar sus previsiones para el año que viene, del 2 al 1,2%. En cuatro meses, la expectativa del crecimiento español para el próximo año se ha dividido por tres.

Foto: Un transportista, en Bilbao. (EFE/Luis Tejido)

Los datos son los que son, cada previsión es peor que la anterior. Y cuando eso pasa no hay caza de brujas que valga, aplicar al relato económico la lógica de la inquisición es una apuesta inevitablemente perdedora.

La OCDE pronostica un crecimiento del 1,5% para el año que viene, el Banco de España un 1,4% y BBVA Research apunta al 1%. Hay muchas más proyecciones, pero todas señalan a esa zona. El consenso de todo el mundo respecto a España es evidente. La pena es que llevar a todos los expertos a la hoguera no sirva para mantener la calefacción encendida.

Foto: Un barrio de Járkov (Ucrania), destruido por proyectiles rusos. (EFE/Orlando Barría)

Ponerse la bata del 'médico especialista', apropiarse del 'conocimiento científico', frente a este racimo de crisis que pide más flexibilidad mental y menos anteojeras ideológicas, es un ejercicio de dogmatismo que puede ser contraproducente hasta para la propia coherencia de un Ejecutivo que se coordina poco y que improvisa mucho.

El Gobierno de Portugal acaba de lograr un pacto de rentas, de anunciar que la inflación se descontará del IRPF y de ofrecer rebajas fiscales a las empresas. ¿Qué demonios ha pasado? ¿Han secuestrado los 'poderosos señores que fuman puros' al socialista António Costa? ¿Se ha convertido el presidente portugués, de la noche a la mañana, en un 'curandero', en otro hereje como García-Page?

Foto: Sánchez, junto a Page, Vara y Lambán. (EFE/Fernando Villar)

¿Es Ximo Puig menos socialista que Sánchez por haber activado una rebaja fiscal a las rentas de menos de 60.000 euros? ¿O es el presidente de la Comunidad Valenciana tan socialdemócrata como el presidente de Alemania, que también está bajando los impuestos a las clases medias?

Pobres alemanes, privados de disfrutar de un Gobierno para las 'clases medias trabajadoras' mientras Scholz asume el pago de la factura energética de diciembre a todos los hogares del país y aplica el discurso de la unidad en lugar de la polarización estéril.

Foto: El canciller alemán Olaf Scholz. (Reuters/Lisi Niesner)

Aquí seguiremos con la confrontación de siempre, con la diferencia de que esta vez nos dejará más fríos. Este invierno va a ser duro para España y los españoles lo sabemos. Sabemos también que 2023 será un mal año para nuestra economía. Y esa percepción también puede demostrarse con una calculadora.

El reciente índice de confianza del consumidor, elaborado por el CIS, contiene todos los elementos necesarios para una bomba electoral con un horizonte de elecciones municipales, autonómicas y generales por delante.

Foto: La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Cristalina Georgieva. (EFE/Lenin Nolly)

Los datos son más que rotundos. ¿Cuántos españoles consideran hoy que la economía del país está peor que hace unos meses? Algo más del 80%. El triunfalismo sanchista está sencillamente desconectado de la vida cotidiana en todas las capas sociales. No hay discusión. Por eso no es racionalmente sostenible.

Por eso y porque la mirada hacia el futuro de nuestros compatriotas está teñida por el desánimo y por el miedo. ¿Cuántos españoles creen que la situación de la economía española será peor dentro de seis meses? El 67%.

Esa es la imagen general. Y resulta muy preocupante, porque un pesimismo así de incrustado solo puede tirar hacia abajo del consumo interno.

Foto: Un edificio en construcción en Málaga. (EFE)

Y ahora, ahondemos en las aguas electorales, profundicemos un poco, fijémonos en lo que responden únicamente quienes votaron al PSOE en las últimas elecciones:

¿Cuántos socialistas creen que la inflación de 2023 estará por encima del 10,5% de este año? 2,7 millones de votantes, el 40,5%.

¿Y cuántos consideran que sus posibilidades de ahorrar serán menores el año que viene? 2,8 millones de votantes, el 41%.

¿Cuántos piensan que la situación económica de España para encontrar un puesto de trabajo —o mejorar— será peor en los próximos seis meses? 3,3 millones de votantes, el 49%.

¿Y cuántos socialistas auguran que los tipos de interés subirán más en 2023? 4,8 millones de votantes, el 72,5%.

Son malos datos para el pensamiento paranoico que parece haberse instalado en la Moncloa. Silenciosamente, el electorado socialista se está llenando de brujos, brujas y brujes. Herejes iguales a los de la oposición, a los expertos, a los organismos internacionales. Desagradecidos. Negacionistas del milagro económico español. Blasfemos.

Los números fríos están midiendo la distancia entre lo que Sánchez emite y lo que viven, piensan y anticipan sus propios votantes

La realidad es otra. Los números fríos están midiendo la distancia entre lo que Sánchez emite y lo que viven, piensan y anticipan sus propios votantes. Aplicar purgas en las instituciones es útil para que el poder no reciba malas noticias, pero no para variar los hechos. Negar o manipular los datos no servirá para evitar que el desgarro sea mayor según nos acerquemos a mayo y a las generales.

La encuesta de nuestro Observatorio Electoral coloca al PSOE por debajo de los 100 escaños (96) y del 25% (24,4%). Es lo que hay hoy. Pero el tiempo no ha terminado. Las siglas socialistas son históricas y han sobrevivido a mucho, pero no garantizan un suelo electoral eterno.

Foto: El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
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El pensamiento mágico no vale para hacer magia, pero la política sí que sirve para cambiar las cosas. La cuestión es que para cambiar la política hace falta cambiar el discurso. Y eso requiere unas dotes de liderazgo que Sánchez desconoce.

La retórica populista del rencor social de los de abajo contra los de arriba, la elusión de responsabilidades trasladando las decisiones difíciles a las autonomías —tanto en la crisis energética como en la pandemia—, el anuncio clientelar de medidas semanales a discreción y la acusación de brujería a todo el que vea las cosas de un modo distinto no van a reparar la doble amenaza que afrontan los socialistas.

Viniendo lo que viene, no es prudente afirmar que la desmovilización socialista y el trasvase de votos hacia Feijóo hayan tocado techo. Parece más probable que ocurra lo contrario.

El Gobierno lleva meses descalificando a quienes no comparten su triunfalismo y esa huida hacia delante no podrá durar mucho más. Primero, porque la realidad se impondrá, y segundo, porque el discurso de la 'economía robusta' ya no cala ni entre su propio electorado. Cuanto más tarde Moncloa en reconocer la gravedad de la situación, mayor será el daño al país y peor será la factura electoral del Partido Socialista.

Pedro Sánchez Moncloa Fondo Monetario Internacional (FMI) Alberto Núñez Feijóo
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