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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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La próxima estación de Yolanda Díaz

Ahora que la legislatura se agota, tiene sentido reflexionar sobre la transformación que el proyecto Sumar puede propiciar en el sistema de partidos español

Foto: La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. (EFE/Javier Lizón)
La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. (EFE/Javier Lizón)
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No acierto a precisar el qué, pero algo tendrá esa agua cuando la bendicen. Está la izquierda cansada y enfrentada, está la derecha en máximos demoscópicos, pero ella destaca, sobresale, en la valoración de líderes políticos. Ahora que la legislatura se agota, tiene sentido reflexionar sobre la transformación que el proyecto Sumar puede propiciar en el sistema de partidos español.

Comencemos por el origen. Yolanda Díaz no es nueva, lleva muchos años en política. Y el tiempo también ha ido trabajando sobre ella, hoy no tiene el perfil que tuvo, emite en un ancho de banda mayor. No ha dejado de ser lo que siempre fue: un producto 100% PCE. Sin embargo, tiene ahora los atributos de imagen más pulidos —hay un buen trabajo profesional detrás— y su discurso actual es más seductor, porque genera menos rechazo en un país que sigue confundiendo la suavidad de las formas con la moderación ideológica.

Foto: La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez (c), y la ministra de Sanidad, Carolina Darias (d). (EFE/J.J. Guillén)

Tiene algunas cualidades poco frecuentes a la izquierda del PSOE. Se estudia los temas, sabe de lo que habla y le gusta la política —hacer política— tanto o más que la simple comunicación. Es profesional, aunque baja enteros al salirse de su ámbito de especialización. Cuenta, además, con un aparato que no conviene despreciar y que ha sabido cuidar desde el Ministerio de Trabajo. Comisiones Obreras tiene un grado de penetración territorial, formación de cuadros y potencia organizativa de primer nivel.

Con estos mimbres, no es de extrañar que fuese señalada por el dedo de Pablo Iglesias. Otra cosa es el incomprensible error de haber pensado que podría teledirigirla. La emancipación de Yolanda Díaz era tan previsible como lo muestra su propia biografía, nunca hubo margen para la sorpresa. Tiene una larga lista de víctimas.

Ya desde su entrada en el Gobierno se veía que, por una simple cuestión de capacidad, superaría a Irene Montero en todos los planos. Por otro lado, la constante conjugación de la polarización de Sánchez dejaba todo un espacio disponible para una figura no confrontativa. Desde esa posición, la ministra de Trabajo ha ido marcando algunos tantos y cometiendo pocos errores.

Foto: Pablo Iglesias, junto a Yolanda Díaz, en el acto de cierre de campaña de 2021. (EFE/David Fernández.) Opinión

El resto de su ascenso en la valoración de la opinión pública tiene más que ver con otros dos factores. Primero, la provinciana y recurrente fascinación que siempre surge en las élites de la M-30 ante cualquier cosa que parezca novedosa. Y, segundo, el inteligente aprovechamiento de las fricciones provocadas por las contradicciones internas de la coalición. No quemarse es más fácil cuando renuncias a encender fuegos.

Esa cierta prudencia no es casual, responde a una estrategia con la que está siendo coherente. Su plan pasa por construir una oferta política sobre las cenizas de los demás, una tarea que socialistas y podemitas parecen empeñados en facilitar, abrasándose mutuamente con una asombrosa tenacidad.

No tiene prisa. De todos los líderes nacionales, ella parece la más consciente del punto y aparte que marcarán las próximas elecciones de mayo. Podemos colapsará y el PSOE lo pasará mal. En ese momento de decaimiento general progresista, es cuando ella tiene previsto emerger y articular el mecano de confluencias que Errejón deseó montar e Iglesias quiso desmontar.

Foto: La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, durante la rueda de prensa tras la reunión del Consejo de Ministros. (EFE/J. J. Guillén)

En los cenáculos de los madriles, se especula y se especula sobre ella. Unos la sobrestiman, otros la subestiman, pero lo único seguro es que hasta el momento no ha cometido ningún error relevante y no parece improbable que termine siendo la única referencia positiva a la que agarrarse en medio del sentimiento de orfandad que puede aguardarle a la izquierda.

Su definitiva entrada en la carrera, tal y como están los números en nuestro país desde hace muchos meses, no servirá para evitar que Feijóo termine gobernando. La derecha está fuerte, consolidada en la zona del 48%, y la izquierda anda unos nueve o 10 puntos por debajo. La continuidad del color en el Gobierno es una apuesta poco segura, más todavía desde la ley del solo sí es sí. Hay anchura en el cauce de los electores que transitan del PSOE al PP.

Sin embargo, al menos sobre el papel, la formación liderada por Yolanda sí que estaría en condiciones de reordenar el espacio político progresista por completo. Para que eso ocurra, eso sí, tiene que desactivar su amenaza fantasma.

Foto: Yolanda Díaz y Pilar Llop, este miércoles en el Congreso. (EFE/Mariscal)
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Sumar no echará raíces en el sistema de partidos español si la izquierda española llega a las elecciones generales partida en tres. De hecho, correría el riesgo de convertirse en flor de un día porque tendría una formación sin esqueleto territorial y sin espinazo orgánico. Incluso Podemos estaría mejor preparado para asumir la travesía del desierto con un puñado de escaños.

Ahora bien, si Yolanda Díaz consigue reunir en torno a sí a todo lo que está a la izquierda del PSOE, el juego ya se convertiría en otro. De saque, frenaría en seco y activaría bastante retorno de la transferencia de votantes de Podemos que mantiene al PSOE en la zona del 25%. No es un caudal menor, ese volumen de transeúntes anda entre el 12 y el 15%, cerca de medio millón de votos, casi dos puntos menos para los socialistas, que pasarían a perder electores por la izquierda y por la derecha.

También de saque, aunque sean cuentas de la vieja, habría que añadir al 11% —estimación actual de Podemos— el 3% de Más Madrid. En esa zona del 14%, sin rodar el balón, Sumar ya estaría en condiciones de disputarle a Vox la tercera posición —15%—.

Foto: La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. (EFE/Fernando Alvarado) Opinión

El resto ya es análisis dinámico de cara a las generales, con un PSOE fundido, una oferta nueva en la competición y siempre, siempre, la misma suma de la izquierda —38-39%—. La opción de que el Partido Socialista taladre su suelo electoral y caiga por debajo de los 85 escaños —hasta los 82 del 20,9%— que planteaba Sociométrica el otro día es plausible.

Esa simulación es un escenario verosímil que sirve para perfilar el sentido del proyecto que encabeza Yolanda Díaz: reordenar la izquierda con los socialistas en su peor momento histórico frente a un Gobierno del PP respaldado por Vox.

La próxima estación de Yolanda Díaz bien puede ser una estación intermedia hacia el sorpaso a los socialistas que los comunistas de nuestro país llevan soñando desde hace ya… 102 años.

No acierto a precisar el qué, pero algo tendrá esa agua cuando la bendicen. Está la izquierda cansada y enfrentada, está la derecha en máximos demoscópicos, pero ella destaca, sobresale, en la valoración de líderes políticos. Ahora que la legislatura se agota, tiene sentido reflexionar sobre la transformación que el proyecto Sumar puede propiciar en el sistema de partidos español.

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