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La razón de voto del 28-M que está pasando bajo el radar
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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La razón de voto del 28-M que está pasando bajo el radar

El Gobierno emite una promesa que se posterga: algo parecido a "estamos doblando el pico de la curva inflacionaria y dentro de unos meses bajará hasta los niveles de la nueva normalidad". Pero los precios suben más y más

Foto: Sánchez y Calviño, en el Congreso de los Diputados. (EFE/Chema Moya)
Sánchez y Calviño, en el Congreso de los Diputados. (EFE/Chema Moya)
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Por alguna razón que desconozco se ha vuelto corriente telegrafiar las estrategias electorales, hasta tal punto es así que hasta se incorporan al discurso político con una naturalidad desconcertante. Desde hace meses, en realidad años porque el mantra surgió con la pandemia, vienen repitiendo las terminales socialistas que las expectativas del PSOE subirán con fuerza en cuanto llegue la ansiada y potente recuperación económica que no termina de llegar.

El triunfalismo del gobierno respecto a las cuentas del país es tan constante, tan de trazo grueso, como groseros son el maquillaje de algunas cifras y los ataques a las instituciones y organismos que tienen la costumbre indisciplinada de contar la realidad tal cual es.

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Sin embargo, por debajo de la retórica partidaria, los españoles mantienen una extraña manía: vivir. Y como viven tienen que comprar y pagar sus facturas. Tienen en definitiva que tomar decisiones diarias sobre el pan nuestro de cada día. De manera que también tienen su interpretación personal de cómo anda la economía.

El Índice de Confianza del Consumidor, elaborado por el CIS, es un buen instrumento para ir tomando la temperatura. Ofrece datos, como todos los que hoy compartiremos, que valen también para medir la distancia entre el mensaje oficial y la percepción social.

"Por debajo de la retórica partidaria, los españoles mantienen una extraña manía: vivir"

Acaba de publicarse el barómetro del mes de febrero y lo primero que se aprecia es una bajada en el ánimo ciudadano respecto al mes de enero. Ese bajón debe estar preocupando al gobierno. Primero porque se ve cada vez más cerca de las elecciones de mayo y con menos tiempo para reaccionar. Y segundo porque el clima económico ya estaba bastante congelado en el mes anterior.

La situación económica de las familias españolas es objetivamente mala y subjetivamente muy dura. Menos de 13 de cada cien hogares de nuestro país se ven mejor que hace medio año, 37 igual y la mitad peor. El siguiente gráfico refleja en alta definición el contraste que se está dando entre el discurso del poder político y la vida cotidiana en nuestras casas.

Ante datos como estos, cualquiera tardará poco en llegar a la conclusión de que, por muy presentes que estén el Tito Berni e Irene Montero en la actualidad diaria, resulta materialmente imposible que la situación económica familiar pese menos en la decisión de voto del 28-M que la corrupción del PSOE y el desgarro provocado desde el Ministerio de Igualdad.

Habrá quien piense que la adversidad del momento pasará, que podrá atemperarse con la esperanza, con el optimismo respecto a lo que viene. Los números dicen lo contrario. El pesimismo sube respecto al mes previo. Estando tan mal como estamos, solo 23 de cada cien hogares creen que lo suyo mejorará, 41 que seguirán igual y todo un tercio se ve todavía peor dentro de medio año.

Estando tan mal como estamos, solo 23 de cada cien hogares creen mejorarán, 41 que seguirán igual y un tercio se ve peor dentro de medio año

Ya desde antes de la guerra y con bastante regularidad, el gobierno emite una promesa que constantemente se posterga: algo parecido a "estamos doblando el pico de la curva inflacionaria y dentro de unos meses bajará hasta los niveles de la nueva normalidad".

Pero los precios suben acumulando cada subida sobre la subida anterior. De hecho, lo único que parece bajar es el volumen de españoles que auguran un descenso en los precios durante el próximo año, ahora está por debajo del 20%. Estando todo tan caro como está, más de un cuarto de la sociedad piensa que la inflación persistirá y casi la mitad considera que los precios aumentarán todavía más.

La mayoría de los españoles comparte un análisis categórico respecto a lo que ocurrirá con los tipos de interés

Son datos contundentes a menos de 90 días de unas urnas en las que el Partido Socialista se juega buena parte de su presencia territorial y casi todas las opciones de poder competir en las generales. Pero no son los más tajantes.

La inmensa mayoría de los españoles comparte un análisis categórico respecto a lo que ocurrirá con los tipos de interés durante los próximos doce meses. Solo el 5% piensa que bajarán, menos del 20% pronostica que se mantendrán en las cifras actuales y dos tercios dan por hecho que todavía no han tocado techo. No parece un dato inocuo a la hora de tomar decisiones en torno a la mesa de la cocina sobre la economía nacional.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, escucha la intervención del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante un pleno del Senado. (EFE)

Hasta aquí llegan los datos del panorama general. Y ahora es cuando o —más bien menores— en las estimaciones, todas las encuestas electorales coinciden en señalar que el PSOE lleva desde noviembre sufriendo en la lealtad de voto y con fugas significativas hacia la abstención y el Partido Popular.

Como es habitual, existe un sesgo ideológico a la hora de evaluar la economía; los electores de los partidos gobernantes tienden a ser más benévolos en sus juicios y más optimistas sobre el porvenir. Eso está pasando en nuestro país. Ahora bien, incluso teniendo eso en cuenta, la percepción de los votantes socialistas respecto a la situación económica de sus hogares tendría que estar siendo una preocupación de primer orden en el cuartel electoral socialista.

El impacto en la reputación de la marca provocado por el Tito Berni no es menor y no va a ir a más. La importancia del desafecto que está generando en el electorado del PSOE el desastre de la ley del solo sí es sí y la derrota cultural que está sufriendo Ferraz ante Podemos no puede ser menospreciada. El problema está en que mientras todo esto pasa, solo el 14% de quienes votaron a Sánchez piensa que la situación económica de su hogar está mejor que hace medio año, el 47% lo ve igual y nada menos que casi el 40%, peor.

2,65 millones de votantes socialistas piensan que la economía de sus casas ha empeorado en los últimos seis meses. Y mientras eso ocurre, Moncloa no puede emitir más propaganda con un discurso económico más feliz respecto a la economía española. ¿Está calando la euforia económica del gobierno en el electorado del PSOE? No lo parece. Más de la mitad de sus votantes ven a nuestro país peor. Y no creo que la reforma de los delitos de malversación y de sedición sirvan para cambiar la valoración respecto a la dirección de España.

Volvemos al ámbito de lo subjetivo, a nuestras casas, que es donde está el corazón de nuestras vidas. Y centrémonos en las expectativas. Menos de 1 de cada 4 votantes socialistas piensa en estos momentos que la economía del hogar será mejor dentro de medio año, el 40% piensa que lo suyo irá igual y hasta un tercio cree que su situación económica empeorará.

¿Cómo planea Moncloa convencer a esos 2,2 millones de votantes socialistas que ven su horizonte económico vital en negro de que el 28-M tienen que votar al PSOE? ¿Atacando a los empresarios? ¿Diluyendo las cifras? ¿Persistiendo en la destrucción de Feijóo mientras el PP respalda la reforma de la ley del solo sí es sí? En este estado de cosas, por el camino de la polarización, lo más que pueden lograr es evitar que las fugas no se vayan hacia la derecha sino hacia la abstención, pero la retención de voto es dificilísima.

Sobre todo porque la inflación no da respiro. Lo mejor que puede ocurrir no es que los precios bajen, eso está fuera de la realidad, sino que dejen de subir tanto como están subiendo. Y ya veremos si eso es posible a corto plazo. Los votantes socialistas no lo tienen nada claro. Solo el 27% piensa que los precios crecerán menos a lo largo del año próximo, el 31 piensa que crecerán igual y el 37 da por hecho que irán a más.

¿De verdad aspira el comité de campaña del PSOE a utilizar el cuento de que viene el lobo de la extrema derecha para movilizar a los 2,5 millones de votantes socialistas que pronostican que los precios subirán y subirán hasta doce veces durante los próximos doce meses?

¿Qué promesa, qué proyecto piensa Moncloa ofrecer al 62% de socialistas que hacen cada noche números en casa calculando que los tipos de interés subirán incluso más hasta bien entrado 2024? Llámenme escéptico, pero no tengo la impresión de que dar por cerrado el caso de un tipo como el Tito Berni sirva para tranquilizar la fuerte inquietud con los afilados tipos de interés que hoy sienten los 4,2 millones de españoles que votaron a Sánchez.

O llámenme descreído por atreverme a dudar de que la flamante presidencia europea sirva, como sirven los productos lisérgicos, para alterar la percepción de la realidad económica que tienen los socialistas en concreto y los españoles en general. Pensar que la pasarela internacional puede obnubilar al votante es el ejercicio definitivo de narcisismo. Lo de acercarse tanto para verse en el reflejo del agua que vas y te caes, vas y te ahogas en el río del tiempo, en el cauce del hartazgo, en el caudal del malestar.

Por alguna razón que desconozco se ha vuelto corriente telegrafiar las estrategias electorales, hasta tal punto es así que hasta se incorporan al discurso político con una naturalidad desconcertante. Desde hace meses, en realidad años porque el mantra surgió con la pandemia, vienen repitiendo las terminales socialistas que las expectativas del PSOE subirán con fuerza en cuanto llegue la ansiada y potente recuperación económica que no termina de llegar.

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