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La paradoja perversa de las encuestas: lo peor para el PSOE es lo mejor para Sánchez
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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La paradoja perversa de las encuestas: lo peor para el PSOE es lo mejor para Sánchez

La entrada del proyecto de Yolanda Díaz no altera la dinámica entre los bloques ideológicos. No afecta a la derecha, que incluso sube algunas décimas en las últimas semanas

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. (EFE/Kiko Huesca)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz. (EFE/Kiko Huesca)
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Se cumple el primer mes desde el lanzamiento de Sumar y comienza a asentarse el polvo tras el corrimiento de tierras en nuestro sistema de partidos. Ya pueden extraerse las primeras conclusiones sólidas. Mientras tanto, la demoscopia destapa una paradoja que tiene la virtud de no ser coyuntural. Solo refleja en números la perversa constante histórica que sufren los socialistas bajo el sanchismo.

Primera conclusión: la entrada del proyecto de Yolanda Díaz no altera la dinámica entre los bloques ideológicos. No afecta a la derecha, que incluso sube algunas décimas en las últimas semanas. No altera el trasvase de votantes del PSOE hacia el PP, en todos los sondeos por encima del medio millón. Y tampoco frena la pequeña brecha que ha abierto Vox entre los votantes del Partido Socialista.

Si los números de Sigma2 fuesen los del recuento electoral, 1,1 millones de votantes de Iglesias pasarían a Yolanda Díaz

Segunda: los de Abascal aguantan. Ni suben, ni bajan. Queda por ver lo que ocurrirá tras el 28-M, cuando el juego se convierta en otro. Pero lo cierto es que, a día de hoy, su suelo electoral es rocoso.

Tercera: Podemos sufre pero resiste y hay indicios de que podrá aguantar. Si los números de Sigma2 fuesen los del recuento electoral, 1,1 millones de votantes de Iglesias pasarían a Yolanda Díaz.

Probablemente, sea el techo de la trasferencia, la forma en que ambos se han enzarzado durante las últimas semanas puede erosionar el atractivo de la dirigente de Sumar entre quienes optaron por el morado.

Foto: Irene Montero y Yolanda Díaz. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Solo 12 de cada 100 electores de Podemos en 2019 consideran que Iglesias es el responsable de la fractura que está sufriendo la izquierda. El dato es de 40DB. No será fácil que Podemos desaparezca del arco parlamentario nacional.

Cuarta: el PSOE corre el riesgo de terminar siendo el principal perjudicado del surgimiento de Sumar. En este momento, Sánchez está entregando a Díaz 685.000 votos y puede que ese sea el suelo de la transferencia socialista a Sumar. La manera en que Moncloa ha promocionado y blanqueado a la nueva formación conlleva un efecto electoral indeseado: no ha generado anticuerpos entre quienes optaron por el Partido Socialista.

La situación es estratégicamente endiablada para el Partido Socialista. Tienen un problema de movilización porque un tercio de los electores de 2019 no repetirían hoy su decisión. Y tienen abiertas dos vías de agua de igual dimensión: se van tantos votantes hacia la derecha —PP y Vox— como hacia la izquierda —Sumar—. Si mañana hubiese elecciones generales quedarían 1,7 millones de votos por debajo de Feijóo, una distancia punitiva para el reparto de escaños.

Si la izquierda va fragmentada en tres, sacará menos escaños, aunque el PSOE aguantará mejor en el número de diputados

Quinta conclusión: unanimidad demoscópica respecto al impacto de la fragmentación de la izquierda. Todas las casas de encuestas coinciden al elaborar sus proyecciones del arco parlamentario. Y exactamente aquí es donde emerge la paradoja.

Si la izquierda va fragmentada en tres, sacará menos escaños, aunque el PSOE aguantará mejor en el número de diputados.

Pero si la izquierda compite con dos candidaturas, el volumen de escaños conjunto será mayor con un Partido Socialista desplomado en su representación.

La agresión a las generaciones anteriores de socialistas se ejecutó como ejecuta el cirujano un proceso de ablación

Dicho de otro modo, lo que objetivamente es peor para el PSOE es mejor para Sánchez, que tendría más opciones de revalidar su mandato y reeditar al Frankenstein, esta vez dopado hasta las trancas porque los socialistas tendrían todavía menos autonomía política.

La belleza de esa paradoja es atroz porque está cristalizada en números y, por lo tanto, no puede discutirse. Es tan cruda como un proceso degenerativo. Sin embargo, no es efímera. Es una constante histórica y devastadora para el socialismo que se inició cuando comenzó el sanchismo.

La victoria de Sánchez en las primarias se hizo a costa de apagarle al PSOE una porción importante de su identidad. La agresión a las generaciones anteriores de socialistas se ejecutó como ejecuta el cirujano un proceso de ablación. Fue lo mejor para el líder, pero era lo peor para el partido.

Foto: La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. (EFE/J. J. Guillén) Opinión

La inmediata naturalización ideológica del populismo de extrema izquierda y la desactivación de las neuronas del discurso socialdemócrata dieron lugar al segundo episodio del borrado mental. Simultáneamente, también sin anestesia, se llevó a cabo la endodoncia de los mecanismos de control interno, la implantación del cesarismo. Fue cuando el alzhéimer se hizo irreversible. Fue lo mejor para el líder, pero era lo peor para el partido.

La moción de censura se aplicó con una mayoría parlamentaria que se justificó por razones de urgencia y con el objeto de convocar unas elecciones inmediatas. Las urnas tardaron, pero la mayoría se quedó como si hubiese existido siempre, como si no hubiese habido un golpe en Cataluña, como si los albaceas del terrorismo fuesen demócratas de toda la vida. En aquel momento, la memoria ya funcionaba como un intermitente, la identidad del PSOE parpadeaba. Fue lo mejor para el líder, pero era lo peor para el partido.

La entrada de Podemos en el Ejecutivo, la conversión del populismo neocomunista en una fuerza con capacidad de gobierno y la sumisión de las fuerzas adversarias al régimen constitucional, desencadenaron la necrosis en el modelo y el método socialista de gobernar. Se pasó de gobernar para todos a gobernar siguiendo la agenda de las minorías. Fue lo mejor para el líder, pero era lo peor para el partido.

Foto: Momento en el que se ha impedido al ministro de Presidencia, Felix Bolaños (c), subir a la tribuna del acto cívico militar por el Dos de Mayo. (EFE/ Juan Carlos Hidalgo)

El lanzamiento de Sumar, tan promocionado desde palacio, responde a la misma constante histórica. Dejar de ser lo que se fue a cambio de permanecer en el poder. Renunciar a ser un partido de vocación mayoritaria y convertirse en el primer partido de una minoría de perdedores. No hay más.

La propia campaña que estamos viendo, metiendo a Bolaños con una motosierra en el quirófano socialista y sacando de foco a los candidatos socialistas, sirve para confrontar al estilo Sánchez, saltándose los límites del terreno de juego, pero le es más útil al contrario que a los compañeros que tienen pavor a la desmovilización. ¿Por qué?

¿Por qué hay tanto miedo en todos los territorios a que las estimaciones de las encuestas no se correspondan con la movilización del votante socialista en el día decisivo? Porque cada paradoja contiene la maldición de engendrar otras.

Vótanos por lo que fuimos, no por lo que somos. Vótanos, votante de Felipe, de Zapatero, votante socialista de toda la vida

La paradoja principal está en que lo malo para el PSOE es lo deseable para Sánchez, siempre lo ha sido. Pero la paradoja central de esta y de la próxima campaña electoral reside en que la dirección socialista necesita tirar de patriotismo de partido para activar a los suyos.

Vótanos por lo que fuimos, no por lo que somos. Vótanos, votante de Felipe, de Zapatero, votante socialista de toda la vida. Esa es la trampa tendida sobre los que se sienten emocionalmente vinculados con el socialismo. Y justo ahí es dónde está el problema operativo. No es posible recurrir a la identidad después de maltratar la memoria hasta borrarla.

Se cumple el primer mes desde el lanzamiento de Sumar y comienza a asentarse el polvo tras el corrimiento de tierras en nuestro sistema de partidos. Ya pueden extraerse las primeras conclusiones sólidas. Mientras tanto, la demoscopia destapa una paradoja que tiene la virtud de no ser coyuntural. Solo refleja en números la perversa constante histórica que sufren los socialistas bajo el sanchismo.

Pedro Sánchez Yolanda Díaz
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