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Manual básico de hombría para Rubiales (y compañía)
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Manual básico de hombría para Rubiales (y compañía)

Es una pena tener que contarlo a estas alturas. A ver si al menos nuestros hijos logran interiorizar lo que quisieron transmitirnos nuestras madres

Foto: Protesta frente a la sede de la RFEF. (Reuters/Isabel Infantes)
Protesta frente a la sede de la RFEF. (Reuters/Isabel Infantes)
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Uno. Aprende a comportarte como un hombre florero. Cada vez que el foco esté sobre ella(s), haz todo lo necesario para que su brillo aumente. Es decir, no hagas nada. Cero sombras: no te metas en el plano, no interrumpas. Sé educado. Retírate sin retirar tu atención. Es su momento, no el tuyo. No eres más importante. Da un paso atrás y disfruta con su felicidad.

Dos. Respeta siempre su espacio (y sus espacios), más todavía cuando tienes una posición jerárquica de poder. Haz lo correcto, sé correcto. Ningún estado eufórico justifica la descortesía. Interiorizar ese principio conlleva asumir, por supuesto, que ningún episodio de enfado o de ira te legitima para actuar como un animal.

Foto: Luis Rubiales, en la rueda de prensa en la que anunció que no dimite. (EFE)

Tres. Escucha a quien te diga que puedes haber actuado inapropiadamente. Ser un hombre de verdad consiste (entre otras muchas cosas) en saber que uno no puede tener razón siempre, que escuchar es necesario y que el malestar generado nunca debe ser infravalorado. Sé empático. Podría ser tu madre, podría ser tu hermana, podría ser tu pareja y también podría ser tu hija.

Cuatro. Discúlpate inmediatamente: asume tu responsabilidad completa, sin matices y sin excusas. Sé recto. Culpabilizar a la mujer que se siente agredida o abusada es muy denigrante para ella, pero también para ti (aunque seas lo de menos). Ninguna coartada es admisible, todas aumentan el daño que has provocado y reducen a escombros tu honor. Más todavía cuando el perfil es público y se tiene la obligación de no dar mal ejemplo.

Cinco. Ten siempre presente que solo un miserable se victimiza a sí mismo. Sé íntegro. Ese recurso, tan propio del agresor violento, tan groseramente narcisista, demuestra que no has entendido nada, que no te sientes concernido por lo ocurrido y que, como consecuencia, puedes volver a cometer en el futuro algún error parecido.

"Culpabilizar a la mujer que se siente agredida o abusada es muy denigrante para ella, pero también para ti (aunque seas lo de menos)"

Seis. Nunca recurras a ningún tipo de maniobra de distracción. Tu caso es tu caso. Si eres adulto para cometer tu error, lo eres también para no diluir tu culpa. Sé cabal. Claro que el feminismo no está viviendo su mejor momento, pero esa evidencia no hace al machismo menos despreciable y, sobra decirlo, tampoco da un certificado de impunidad para cometer actos machistas. Atacar a las feministas para normalizar un abuso fomenta la peor violencia y eso merece un repudio social inequívoco.

Siete. Nada de parapetarse detrás de nadie. Ni con los subordinados, menos a la pareja y, desde luego, jamás detrás de las hijas. Hacerlo no es limpio, es poco decente y traerá facturas en el futuro. La primera disculpa se debe a la víctima y la segunda, a todas las mujeres que te acompañan. Puestos a genitalizar, los verdaderos huevos se demuestran al enfrentarse a la adversidad con un mínimo de dignidad. Sé valiente.

Ocho. Intenta comprender que la hombría consiste en proteger y que el machismo provoca exactamente lo contrario, sufrimiento. Sé reflexivo. Si solo puedes ofrecer un ególatra manual de resistencia a tu entorno, a tu organización y a tu país, eres un tipo derrotado y destructivo. Sé generoso. Si nada te importa más que tu culo no puedes concebir el perjuicio que estás generando a tu alrededor, no puedes darte cuenta de que te has convertido en un problema y tampoco detectar que ya se ha hecho imposible tu salvación, así que cavarás más hondo.

"La primera disculpa se debe a la víctima y la segunda, a todas las mujeres que te acompañan"

Nueve: la entereza se demuestra levantando la voz ante cualquier agresión, singularmente, frente al abuso de poder y, sobre todo, cuando quien rompe el silencio está abajo. Sed siempre cómplices de las mujeres valerosas y alentad a las demás. Tenemos que acompañarlas a todas, hombro con hombro pero un paso por detrás. Son pocos los jugadores que han mostrado la imprescindible solidaridad que merecen sus compañeras, ellos sí tienen hombría. Todos los demás, incluyendo todos los de mi equipo, tienen todavía que aprender muchas de las cosas más valiosas de la vida.

Diez: la hombría se demuestra apartando al hombre que se comporta irrespetuosamente. Sed honrados. Mirar hacia otro sitio, reír la gracia, celebrar o aplaudir lo inaceptable conlleva actuar en modo manada y eso reduce al hombre a nivel de borrego. Es la imagen que deja la asamblea del fútbol español y hay que cambiar esos cimientos. Calcular el dinero, contemporizar, dejarse someter por un superior sin autoridad moral, implica hundirse en la más profunda e irreparable de las pobrezas. Seréis para siempre unos esclavos. Nadie puede ser libre si no defiendes la libertad de las mujeres.

Es una pena tener que contarlo a estas alturas. A ver si al menos nuestros hijos logran interiorizar lo que quisieron trasmitirnos nuestras madres. Yo escribo esto para que el mío pueda leerlo y sepa, el día de mañana, comportarse como un hombre de verdad.

Uno. Aprende a comportarte como un hombre florero. Cada vez que el foco esté sobre ella(s), haz todo lo necesario para que su brillo aumente. Es decir, no hagas nada. Cero sombras: no te metas en el plano, no interrumpas. Sé educado. Retírate sin retirar tu atención. Es su momento, no el tuyo. No eres más importante. Da un paso atrás y disfruta con su felicidad.

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