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Fútbol Club Barcelona: la otra amnistía
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Fútbol Club Barcelona: la otra amnistía

Con la mayor estafa nunca vista en la historia del deporte, sucede exactamente lo contrario: todo resulta enrevesado menos los resultados

Foto: Joan Laporta, presidente del FC Barcelona. (EFE/Igor Kovalenko)
Joan Laporta, presidente del FC Barcelona. (EFE/Igor Kovalenko)
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Las teorías de la conspiración ofrecen relatos simples con villanos claros. Son estructuras narrativas básicas, tan fáciles de asimilar como de compartir. Papillas de manipulación antifactual para la digestión de situaciones complejas. Sencillez frente a complejidad.

Con la mayor estafa nunca vista en la historia del deporte, sucede exactamente lo contrario: todo resulta enrevesado menos los resultados. Los hechos están documentados y son evidentes. Las pruebas de adulteración de la competición son abrumadoras. Sin embargo, casi todo lo demás queda en la sombra. Complejidad frente a sencillez.

Foto: El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta. (EFE/Enric Fontcuberta)

El sentido común hace razonable pensar que para un fraude de esta envergadura, televisado cada fin de semana durante décadas, hace falta algo más que un pequeño circuito de corrupción consolidado. Para la sostenibilidad del negocio, se requiere, también, el concurso de actores políticos, mediáticos y económicos. La misma plataforma que ha tolerado impunidad en el terreno de juego y ahora busca la amnistía, el "sigan, sigan, no ha pasado nada".

Sin ese entramado, un club de fútbol andaluz, asturiano o de cualquier otro territorio en las mismas circunstancias del FCB estaría en estos momentos liquidado. Parece, por lo tanto, razonable, preguntarse por la clase de intereses que mantienen al Barcelona bajo un grado de protección descaradamente ajeno al principio de igualdad ante la ley.

El Barcelona dejó de ser "más que un club" y comenzó a estrechar sus vínculos con el nacionalismo, justo cuando Negreira comenzaba a operar. Aquellos fueron los años y puede ser una coincidencia temporal, desde luego. Ahora bien, en toda la década anterior, no puede discutirse que el Camp Nou ha actuado como altavoz del separatismo. Ese estadio ha venido siendo el escenario principal de la propaganda indepe, siempre con la complicidad de las distintas directivas.

Se hace difícil explicar convocatorias como las de Marc Bartra, Carles Aleñá o Eric García

Quienes han llevado las riendas del club parecen diferentes, pero no lo son tanto, unos y otros han ido pasándose el testigo según llegaban a los tribunales. No existe ninguna otra institución deportiva con sus cuatro anteriores presidentes imputados —Josep Lluís Núñez, Joan Gaspart, Sandro Rosell y Josep María Bartomeu—. Ese es el nivel. Queda por ver cuánto falta para que Laporta complete el repóquer —bajo su primer mandato se incrementaron los pagos a Negreira, podría estar en toriles—.

No puede encontrarse otro club en el mundo con un antiguo jugador del club reconvertido en agente ejerciendo una influencia, tan aparentemente clara, como la de Iván de la Peña en la selección nacional —sonrojante con Luis Enrique en el banquillo—. De otro modo, se hace difícil explicar convocatorias como las de Marc Bartra, Carles Aleñá o Eric García. Este último, ya en el Girona, equipo que los nacionalistas quieren convertir en el segundo de Cataluña en perjuicio del Espanyol.

No hay otro país en el que un jugador en activo intervenga directamente en la Federación nacional para ver donde debe celebrarse una competición oficial, con pelotazo de por medio, como escuchamos aquí con los audios de Rubiales y Piqué. Nada ocurrió a pesar del escándalo.

Foto: Patricia Pérez, jefa de prensa de la Selección femenina de fútbol, a su salida de la Audiencia Nacional. (EFE/Javier Lizón)

Tampoco es fácil dar con un ejemplo en el que el presidente de La Liga cambie las normas económicas —como hizo Javier Tebas el pasado verano— beneficiando la angustiada situación del Barcelona para que pueda fichar nuevos jugadores. Nada ocurrió a pesar del escándalo.

La diferencia entre la higiene general en la gestión del FCB y su influencia continuada sobre el departamento arbitral —Negreira—, los medios de comunicación —Roures—, la Federación —Rubiales— y La Liga —Tebas— reflejan una corrupción sistemática en el fútbol español que nunca se frenó y ni se afrontó porque así lo ha venido impidiendo el poder político que ostentan los nacionalistas.

Ahora que el juez da por cierta la corrupción, por imputado al club, por probado que durante cerca de veinte años el Barcelona pagó más de siete millones de euros para verse sucia y tramposamente beneficiado; puede haber algún inocente preguntándose cómo y cuántas serán las sanciones, y cuándo llegarán. Nada pasará. No lo duden, los separatistas también conseguirán esa otra amnistía que es igualmente inaceptable.

Foto: El exárbitro José María Enríquez Negreira en una imagen de 1990. (EFE)

Prepárense porque vamos a verlo: La Liga y la Federación no tomarán medida alguna, probablemente tampoco la UEFA y la FIFA. El gobierno español no levantará una ceja, para eso sirve tener a Iceta como ministro del tinglado. Y la Fiscalía, por supuesto, seguirá sin mover un músculo.

Acostúmbrense a vivir en una España en la que los delitos probados y condenados no tengan castigo alguno porque quien los cometió tiene cogido por el cuello al gobierno. Y háganse a la idea de que además tendrán que soportar que las víctimas sigan siendo maltratadas desde la superioridad moral.

Unos días, los veremos burlándose de la acción de la justicia, como hacen Xavi Hernández o Ponsatí. Otros, se nos presentarán como mártires, como hacen Laporta y Puigdemont. Pero seguirán. En la política, con "lo volveremos hacer", y en el deporte lo siguen haciendo, basta con ver esta temporada de arbitrajes inimaginables en un país desarrollado.

Foto: Una pareja de la Guardia Civil ante la sede de la Real Federación Española de Fútbol en la localidad madrileña de Las Rozas. (EFE/Mariscal)
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La impunidad es todo esto, esta interferencia sobre la libertad. Lo contrario al imperio de la ley, a la seguridad jurídica, al principio de igualdad entre españoles. Este lento resquebrajamiento de nuestro sueño democrático y de nuestra confianza en las reglas del juego. Se hace complicado mantener la esperanza, pero hay que hacerlo.

Lo difícil, sin embargo, es desentrañar qué clase de satisfacción sienten los que levantan banderas que no sostiene la mayoría o los que levantan trofeos que no se habrían alcanzado sin corrupción, con qué tipo de tranquilidad pueden vivir quienes han hecho de su vida el marcador de las trampas y las mentiras.

Las teorías de la conspiración ofrecen relatos simples con villanos claros. Son estructuras narrativas básicas, tan fáciles de asimilar como de compartir. Papillas de manipulación antifactual para la digestión de situaciones complejas. Sencillez frente a complejidad.

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