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Bildu: la fuerza más racional del sanchismo
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Bildu: la fuerza más racional del sanchismo

Son los más previsibles y los que menos problemas están generando. Y, también, los que más rédito electoral y social están obteniendo

Foto: El coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi. (EFE/Luis Tejido)
El coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi. (EFE/Luis Tejido)
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Ninguno de los partidos del bloque sanchista está aplicando un comportamiento político más coherente que el de los herederos políticos del terrorismo. Son los más previsibles y los que menos problemas están generando. Y, también, los que más rédito electoral y social están obteniendo. Su normalización avanza a toda máquina. Por el camino en que van, están llamados a crecer y a convertirse en la fuerza dominante tanto en el País Vasco como en Navarra. Es una simple cuestión de tiempo, aunque tienen un techo que les costará superar.

Ya veremos si termina habiendo investidura como parece y si después nos toca soportar una legislatura tan áspera como la transcurrida entre 1993 y 1996 (la última en el Gobierno de Felipe González). Parece un escenario verosímil, seguramente atravesaremos unos años todavía más feroces que aquellos. En esta ocasión, no habrá remilgo alguno para mantenerse en el poder. Irán con todo.

Foto: Pedro Sánchez saluda al senador de Bildu Gorka Elejabarrieta en presencia de Santos Cerdán y Mertxe Aizpurua. (Europa Press/Eduardo Parra)

Es arriesgado predecir en qué estado llegará cada partido a ese momento de alternancia en el poder político. Sin embargo, no hay riesgo en dar por hecho que los de Bildu disfrutarán de una situación mejor (todavía mejor) que la actual. Tienen una estrategia clara, la están aplicando con método y vienen demostrando una alta capacidad para beneficiarse de los errores cometidos por sus competidores.

A lo largo de la pasada legislatura ya fueron capaces de completar la primera fase, le arrancaron al PNV su principal atributo. Sus adversarios electorales ya no son los únicos que pueden ofrecer al votante vasco o navarro una capacidad de interlocución, negociación y fiabilidad respecto a Madrid.

Foto: Otegi durante un mitin en San Sebastián el pasado mayo. (EFE/Javier Etxezarreta)

Durante los últimos años, los de Bildu no han planteado ni un solo órdago a la Moncloa mientras todos los demás representaban aspavientos y esgrimían faroleras amenazas de ruptura. Trabajaron con rigor y discreción para llevarse su parte en cada acuerdo. Y luego fueron capaces de explotar cada éxito político con habilidad para comunicar. Sin demasiadas fanfarrias, fueron capaces de ir poniéndose una tras otra las medallas en el pecho, desde la reforma laboral a la subida del salario mínimo, pasando por la eutanasia y el aborto.

Ese método de trabajo, tan contrario al de Podemos, tan superior por su pulcritud al de los nacionalistas catalanes, ha demostrado mucho mayor refinamiento del aplicado por el PNV. Como consecuencia natural, los resultados de la seriedad no tardaron en llegar a las urnas. Primero en mayo, donde el botín fue sustancioso. Y después en las generales, cuando todos los socios de Sánchez fueron penalizados pero ellos no.

Foto: Otegi, Junqueras y Rufián. (EFE/Javier Zorrilla)

Sus datos son impresionantes. Pero el mayor triunfo es de carácter intangible y con más largo recorrido. El proceso de blanqueamiento es su conquista estratégica verdadera. La naturalización de Bildu carburada desde la Moncloa genera algo más valioso que el ensanchamiento de la marca, propicia su redefinición de cara al público sin alterar ni un milímetro la naturaleza política del producto.

La democracia venció al terror. Pero sus albaceas no han renunciado a nada: custodian la voluntad de reescribir una historia distinta a la que sucedió (hiriendo la memoria de las víctimas y la fibra moral de nuestra sociedad), mantienen la estrategia de reventar el sistema constitucional y, por supuesto, la unidad de España. Sin embargo, están recibiendo un pago sustancioso por mantener a Sánchez en el poder. Los de Otegi no sienten ninguna presión y tampoco ningún incentivo para dejar de ser lo que son ni para dejar de hacer lo que hacen.

Los de Otegi no sienten ninguna presión y tampoco ningún incentivo para dejar de ser lo que son ni para dejar de hacer lo que hacen

Por este motivo, puede darse por descontado que seguirán perseverando. De hecho, lo están haciendo. Desde las elecciones generales de julio, Bildu es la única formación del bloque sanchista que no ha formulado ninguna exigencia al PSOE. No les hace falta, les va muy bien así. Y lo mejor les está por llegar.

Tienen a la Moncloa entregada. Tienen al resto de los socios trabajando para ellos. Y tienen al PNV completamente desarbolado: superados culturalmente, debilitados porque sus dirigentes están cascados y sin relevos, estratégicamente acorralados desde que cometieron el histórico error de atarse a Sánchez y entregaron toda su autonomía política, y, esto es clave, electoralmente envejecidos.

Foto: Andoni Ortuzar se dirige a los asistentes en el Alderdi Eguna. (EFE/Adrián Ruiz Hierro)

Los de Ortuzar conservan, desde luego, mecanismos de control social que no se deberían infravalorar. Pero se están quedando sin más oferta política que la tradición (una razón de voto poco propicia en estos tiempos de tanta demanda iconoclasta). ¿Qué pueden ofrecer en las próximas elecciones vascas?

En lo territorial, un producto light comparado con el de Bildu.

En lo económico, un producto antónimo al que refrendarán en Madrid votación tras votación.

Y en lo social, un modelo templado (gestión correcta de los servicios públicos) ante el malestar que la permacrisis viene calentando.

Foto: Ortuzar y Puigdemont se reúnen en Waterloo. (EFE)

Su alianza con los socialistas ya no se sostiene como ocurría antes sobre el terreno ético, ni siquiera sobre lo ideológico, ahora solo estamos ante una pareja circunstancial. Todos sabemos que la relación se mantendrá mientras haya suma, pero nadie sabe si la suma durará mucho más.

Así que veremos a los socialistas vascos votando a favor de la investidura para lendakari del candidato de Bildu y quienes expresemos nuestra repulsa seremos llamados fascistas.

Es probable que no ocurra a la próxima —aunque yo no me atrevo a descartarlo—, pero pasará. Se dan todas las circunstancias necesarias para que los de Otegi sigan subiendo. Y falta una, esta difícil de ejecutar, para que su partido se vea definitivamente propulsado.

Foto: El líder de EH Bildu, Arnaldo Otegi. (EFE/Javier Etxezarreta) Opinión

Del mismo modo que el nacionalismo catalán tendrá que desembarazarse de toda la generación que fracasó en el golpe y envenenó la política catalana y española, resulta también imprescindible que Bildu se deshaga de Otegi y compañía si quiere hacerse con la posición dominante. La decisión racional es esa. Y, esta es la paradoja, cualquiera puede comportarse racionalmente cuando la razón no está de su parte.

La plantilla es clara: Gerry Adams fue (como Otegi en ETA) miembro activo de la banda terrorista IRA, dejó de ser el líder del Sinn Féin hace un lustro. El año pasado, su partido obtuvo la victoria en Irlanda del Norte. El tiempo lo puede casi todo, sería deseable que no le pudiese también a la memoria.

Ninguno de los partidos del bloque sanchista está aplicando un comportamiento político más coherente que el de los herederos políticos del terrorismo. Son los más previsibles y los que menos problemas están generando. Y, también, los que más rédito electoral y social están obteniendo. Su normalización avanza a toda máquina. Por el camino en que van, están llamados a crecer y a convertirse en la fuerza dominante tanto en el País Vasco como en Navarra. Es una simple cuestión de tiempo, aunque tienen un techo que les costará superar.

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