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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Lo que durará la próxima legislatura

Es verdad que el Partido Socialista sufrió un golpe severísimo en su poder territorial tras las elecciones autonómicas de mayo y que el desgaste en la imagen de Sánchez es palpable

Foto: Pedro Sánchez, presidente del Gobierno en funciones. (Europa Press/A. Michailidis)
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno en funciones. (Europa Press/A. Michailidis)
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En los restaurantes caros madrileños, las aceitunas son gruesas, jugosas y sin hueso. Y en las mesas, se da por bastante seguro que habrá investidura, ya descontada. Se especula sobre la duración del próximo gobierno. Tiende a pensarse que la legislatura será corta, el "dos años como mucho" se repite de mesa en mesa como un mantra. También es frecuente la comparación del momento actual con el año 1993. ¿Pueden equivocarse? Desde luego, el próximo mandato de Sánchez podría ser más tranquilo de lo esperado, completar los cuatro años y hasta ser el preludio de otro posterior.

El cálculo del escenario 96 (la salida de Felipe González tras un trienio final tormentoso) se sostiene sobre un análisis de las debilidades del bloque sanchista, que son obvias.

Es verdad que el Partido Socialista sufrió un golpe severísimo en su poder territorial tras las elecciones autonómicas del pasado mayo y que el desgaste en la imagen de Sánchez resulta palpable. Es cierto que Yolanda Díaz vale mucho menos de lo que se nos vendió y que su formación es una jaula de grillos. Es evidente que todo depende del impredecible Puigdemont. Y que por esa línea de razonamiento puede avanzarse mucho más, vale.

Además, a la incertidumbre de dentro se suma la de fuera. La guerra de Ucrania parece ir para largo y puede que lo de Israel no vaya tan para corto como se decía. El grifo de Bruselas ya no da para más. Todo parece remar a la contra y cuesta encontrar indicios para el alivio en la estrecha situación económica de las clases medias. El agobio y el malestar social apuntan mucho más a continuar que a evaporarse.

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. (EFE/Olivier Hoslet)

Visto así, no sobran motivos para augurarle demasiada estabilidad al próximo gobierno, el cambio en el poder resulta abiertamente verosímil. Sin embargo, quizá merezca la pena mirar un poco más, cuestionarse si con eso basta para tener el mapa completo. Preguntarse, por ejemplo, si Sánchez y compañía, además de debilidades tienen también sus fortalezas. Yo creo que sí.

Por lo pronto, con el actual reparto de escaños, no se darían las condiciones para una moción de censura efectiva. En algún momento ("y puede que esto pase dentro de muchos, muchos años"), tanto los electores como los dirigentes de la derecha tendrán que asumir que la sola presencia de Vox en la Carrera de San Jerónimo inhibe cualquier opción de que el bloque sanchista pueda agrietarse.

Foto: El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. (EFE/Julio Muñoz) Opinión
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Mientras los conservadores sigan divididos, sus opciones de obtener la necesaria mayoría parlamentaria permanecerán bastante cegadas. De hecho, ni siquiera la reunificación garantiza del todo su éxito. Aznar necesitó el apoyo del nacionalismo para llegar a Moncloa en 1996.

Por otro lado, no está de más echarle un vistazo al calendario. Aventurar lo que puede ocurrir en las próximas citas electorales:

En junio de 2024 se celebrarán las europeas. Parecen unas urnas prometedoras para el PP. En esos comicios suele aumentar el voto de castigo al gobierno, la izquierda española tiende a fragmentarse más y los nacionalistas no obtienen malos resultados. También es plausible que VOX llegue en una situación más debilitada que la actual (veremos lo que ocurre con Abascal después). Pero el PP tendrá que mejorar su desempeño competitivo y acertar con la candidatura, cosa que no ha venido sucediendo en las últimas ocasiones.

Foto: Yolanda Díaz, Irene Montero y Enrique Santiago. (EFE/Kiko Huesca)

A lo largo del año que viene, podrían adelantarse las elecciones catalanas. Y no parece prudente descartar que los socialistas puedan llegar a hacerse con el gobierno regional. Si eso ocurre, por mucho que mejoren los de Feijóo su resultado (algo viable tras la desaparición de Ciudadanos y los problemas de VOX, aunque no seguro porque necesitan reformular la oferta y reorganizar al partido), podría generarse un cambio de dinámica. Resultará difícil lo que ahora es fácil: discutir la idea de que la situación se ha desinflamado.

En el primer semestre, habrá urnas en el País Vasco. A día de hoy el margen de mejora electoral de Bildu es una incógnita. Pero la futura presencia de socialistas en ese gobierno es una certeza. El margen de mejora del PP es marginal: puede rascar a VOX e incluso al PNV pero, al final, en el mejor de los casos, lo más previsible es que no deje de ser un actor secundario.

Y por las mismas fechas, Galicia. ¿Puede el PP perder la mayoría absoluta? Puede, claro que puede. No es lo más probable pero nadie debería darlo por imposible. En esa cita se concentra la mayor amenaza para el proyecto de Feijóo y para el Partido Popular en su conjunto. Lo que ocurra ahí puede poner la pizarra entera del revés, no sólo los ánimos.

Foto: El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, en el Senado entre Juanma Moreno y Pere Aragonès. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

A continuación, echemos un vistazo a otros territorios sin urnas a corto plazo pero determinantes por su peso poblacional. En Andalucía y en Madrid, el PSOE está en sus horas más bajas. ¿Pueden los socialistas levantar cabeza y reducir su distancia con los populares? La salida de Mónica García hacia el gobierno ofrece una oportunidad inmejorable para Lobato. Más compleja parece la reanimación de los andaluces, eso es así, aunque también lo es que no hay otro territorio más sembrado sociológicamente para que la resurrección pueda ocurrir.

Esas son las fortalezas del bloque sanchista que podríamos denominar "dinámicas", también las hay estáticas. Mencionaré sólo algunas: ningún otro gobierno ha tenido mayor respaldo mediático en la historia reciente de España, la contestación interna en el Partido Socialista está desactivada, la colonización de las instituciones traerá sus frutos, los mecanismos de control y la separación de poderes seguirá comprometidos, la determinación irá a más y no a menos.

En los restaurantes caros madrileños, el café es tan malo como en todos los demás sitios. Se come permitiendo que el deseo se confunda moderadamente con la realidad. Se juega así. En Madrid está el hábitat del poder y la capital de los funcionarios. Después del recreo, como en cualquier ciudad de provincias, se pone una vela a Dios y un par al diablo. Por si acaso.

En los restaurantes caros madrileños, las aceitunas son gruesas, jugosas y sin hueso. Y en las mesas, se da por bastante seguro que habrá investidura, ya descontada. Se especula sobre la duración del próximo gobierno. Tiende a pensarse que la legislatura será corta, el "dos años como mucho" se repite de mesa en mesa como un mantra. También es frecuente la comparación del momento actual con el año 1993. ¿Pueden equivocarse? Desde luego, el próximo mandato de Sánchez podría ser más tranquilo de lo esperado, completar los cuatro años y hasta ser el preludio de otro posterior.

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