Es noticia
Un Gobierno para levantar un muro
  1. España
  2. Crónicas desde el frente viral
Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

Por

Un Gobierno para levantar un muro

Los ministros de Sánchez se encargarán de levantar el muro, los de Yolanda Díaz, de que miremos a otro sitio, y todos en fila india obedecerán sumisamente a Puigdemont y compañía

Foto: La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, saluda al recién nombrado presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, saluda al recién nombrado presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Ahora es cuando comienza a cobrar sentido político la palabra cuidadosamente elegida y doblemente empleada durante el debate de investidura: muro. El propósito es levantarlo y para eso hace falta un buen número de operarios expertos.

El diseño del nuevo Ejecutivo encaja a la perfección con la voluntad demostrada en el Parlamento de enfrentar a los españoles, durante toda la legislatura, para que la fractura social vaya ocultando el estropicio democrático inminente y la posterior perpetuación en el poder.

Un muro. Nos quiere levantar un muro, entre amigos y familiares, un Gobierno que se nos presenta como muralla frente a la extrema derecha mientras, en el sótano, se somete a la derecha nacionalista supremacista, y renuncia a la obligación de gobernar para todos por igual.

Un muro. Nos quiere levantar un muro para atravesarnos los bares y los barrios, un Ejecutivo de 22 ministerios que, a lo mejor, terminan resultando pocos, porque aquí sobran los dineros y se ve que el poder nunca tiene suficientes torres para que los francotiradores nos disparen la propaganda y las palabras más duras que las piedras.

Un muro. ¿Cuánto tardará en completarse ese muro? ¿Dejará algún día de subir y subir, de separarnos más y más, hasta que unos y otros nos seamos del todo extranjeros?

Tendrá que ser altísimo si esto va de que no veamos los hilos que todo lo manejan desde Waterloo.

Tendrá que ser muy grueso para que nos separe de la memoria y olvidemos que la democracia era otra cosa.

Tendrá que ser, sin duda, una colosal obra de ingeniería social.

¿Y qué mejor ministro de obras públicas para levantar un muro que Óscar Puente? Le vimos sacando la pistola cada vez que sonaba la palabra respeto, ahora podrá disparar con el dinero de todos. Tiene marcados a todos los que puedan atreverse a chistar frente al agravio territorial que le fue impuesto a la Moncloa. Conviene no dudar mucho de su disposición a castigar a las administraciones azules, lo que, en el fondo, implica castigar a los ciudadanos por no haber votado como deberían.

Foto: Mónica García y Yolanda Díaz. (EFE/Rodrigo Jiménez)

No hay diferencia entre tratar a los territorios de manera distinta en función del color de su Gobierno y tratar de forma diferente a los ciudadanos en función de su afiliación política.

¿Quién podría ser mejor ministro de Presidencia para minar la vida pública desde el Ejecutivo? ¿Y quién el mejor para barrenar los tribunales? ¿Y quién el mejor para perforar las Cortes? Uno para dominarlos a todos, el nuevo ministro de demoliciones. Bolaños frente a la separación de poderes para separarnos de la normalidad democrática.

No hay muro que no se levante sobre un territorio previamente derribado y ese es el ministerio encargado de desmontar, uno tras otro, los fundamentos del hogar que los españoles fundamos en 1978.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la sesión de investidura. (EFE/Javier Lizón) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
Un Gobierno para sostener y no enmendar
José Antonio Zarzalejos

¿Quién podría ser mejor ministro para garantizar la seguridad del muro? Ninguno mejor que Marlaska. El más admirado por las organizaciones humanitarias tras su éxito en Melilla. El más celebrado por los servidores públicos que se juegan la vida para proteger la nuestra.

¿Quiénes las mejores para financiar el muro? Una que se quiere ir, Calviño. Y otra, María Jesús Montero, que gusta de romperse las manos aplaudiendo, mientras nos quiebra el principio sagrado de la solidaridad territorial, pues eso es lo que ha permitido con la entrega de la soberanía fiscal al País Vasco y Cataluña. Y así todo por ese lado…

Pero quédense, por favor, con esta clave: los ministros de Sánchez se encargarán de levantar el muro, los de Yolanda Díaz, de que miremos a otro sitio, y todos en fila india obedecerán sumisamente a Puigdemont y compañía.

¿Cómo intentarán que miremos hacia otro sitio? Planteándonos constantes guerras culturales que polaricen la sociedad para distraernos de lo sustancial.

Irene Montero se empeñó en hacerlo durante la pasada legislatura. Y lo consiguió en buena medida. El problema es que su propia gestión fue tan nefasta que al final terminó sacándola del tablero, y desactivando la causa de la mujer como arena para el enfrentamiento.

Dejó el feminismo enfrentado, descosido y tristemente desprestigiado. Por eso vuelve esa cartera al Partido Socialista. Ana Redondo García (este podría ser el acierto) viene para reparar todo lo que la otra rasgó. Necesitará tiempo.

Foto: El nuevo ministro de Industria, Jordi Hereu. (EFE/Mariscal)

Sin ese campo de batalla para el enfrentamiento entre españoles, se abre otro con la creación del Ministerio de Juventud e Infancia para Sira Rego (ella podría ser la nueva Montero en términos de sectarismo y hostigamiento de la libertad).

Prepárense, porque tiene pinta de que la ministra de adoctrinamiento ha sido nombrada pensando más en mejorar la delicada situación de Vox que el frágil futuro de nuestros hijos. No es menos dogmática que Irene Montero, sí es igual de radical, pero tiene mucha más experiencia: lleva en el negocio desde 2007.

La casta morada se ha impuesto sobre el proletariado mudado a Galapagar. Mónica García buscará el enfrentamiento con las comunidades del PP hablando de la terrible situación de los hospitales en los que nadie la recuerda trabajando. Ayuso se encargará. Y el enfrentamiento nos distraerá.

Foto: Ana Redondo. (EFE/Nacho Gallego)

Bustinduy hará tándem con Yolanda Díaz para que nos sintamos afortunados por vivir en el país más progresista de la vía láctea, según sigue expandiéndose el agobio de las clases medias. Y Urstasun distribuirá subvenciones a los satélites culturales del nacionalismo vendiéndonos que lo moderno es olvidar que el pasado existe. No hará política cultural de Estado, permitirá que la cultura se convierta en un elemento instrumental de la ingeniería social.

La ingeniería material diseña y construye estructuras y sistemas físicos.

La ingeniería social diseña y construye estructuras y sistemas políticos explotando las debilidades del ser humano.

Nuestra ira, nuestro miedo, nuestros deseos de recompensas inmediatas, nuestros problemas para mantener la atención, nuestra necesidad de sentirnos parte de algo van a ser hurgados para levantar un muro que no veremos, un muro para no escucharnos, que nos quitará las ganas hasta de hablar.

Sucede, sin embargo, que los muros —incluso los virtuales— tienen una mala relación con la historia y con la esencia social del ser humano. La pasión por la libertad no ha dejado de ser consustancial a nuestra naturaleza. Esa es la baza. La esperanza. La ventaja.

Ahora es cuando comienza a cobrar sentido político la palabra cuidadosamente elegida y doblemente empleada durante el debate de investidura: muro. El propósito es levantarlo y para eso hace falta un buen número de operarios expertos.

Pedro Sánchez
El redactor recomienda