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Corrupción, amnistía y elecciones: el triángulo de las Bermudas socialista
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Corrupción, amnistía y elecciones: el triángulo de las Bermudas socialista

Los socialistas se encuentran ante la oportunidad de asumir que la salida pasa por hundir el barco, salvar al líder y replicarlo

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Biel Aliño)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Biel Aliño)
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Lo reconozco. No alcanzo a distinguir qué me fascina más. Por un lado, veo a quienes nunca fueron socialistas lamentando el declive del PSOE como si fuese el de un ser querido. Y, por el otro, miro a los que siempre sintieron esas siglas como propias enmudecidos frente a la desgracia, unos desde la negación, y otros con una indiferencia completa.

Parece que los socialistas van a necesitar tiempo para darse cuenta de que perder es distinto de perderse. Y también para asumir que las dos cosas pueden ocurrir simultáneamente, como les pasa ahora. Hoy están derrotados y perdidos. Los hechos de la última semana perfilan una forma geométrica nítida sobre el mapa: el gobierno está en crisis por un caso de corrupción, la mayoría parlamentaria está en crisis porque las exigencias de Puigdemont no pueden satisfacerse, y el partido está en crisis por la reciente humillación en las urnas.

La tríada contiene un rasgo distintivo tremendo. Corrupción, amnistía, y elecciones: cada una de esas crisis potencia a las otras dos. La presunta corrupción del gobierno tensa a los socios progresistas de la mayoría, y daña la reputación de la marca PSOE poco antes de las vascas y europeas.

La humillación ante las exigencias de Puigdemont amplía la percepción de que el gobierno está sujeto a los delincuentes, y merma la capacidad de competir electoralmente. Y el declive en las urnas aumenta en los aliados parlamentarios la impresión de que el gobierno caducará, mientras crece la sensación ciudadana de que Sánchez no es trigo limpio.

Foto: Mural de Pedro Sánchez y Carles Puigdemont. (Europa Press/David Oller)

¿Cómo puede salir de ese triángulo quien tiró al mar su propia brújula? Complicado, cuando ni siquiera está del todo claro cuál de las crisis podría terminar siendo más devastadora.

La dificultad que afecta al gobierno radica en que la mancha de posible corrupción no se puede contener en la persona de Koldo García. Nadie puede creerse que alguna vez fuese el más listo de la clase. Y sí parece verosímil que haya sido el más torpe. Quedan, por lo tanto, demasiadas sombras de dudas, demasiadas sospechas razonables.

"Nadie puede creerse que alguna vez fuese el más listo de la clase. Y sí parece verosímil que haya sido el más torpe"

En este momento están marcados varios ministerios y dos territorios que entonces estaban gobernados por el PSOE. Pero también hay un par de referentes socialistas que, por motivos distintos, afrontan situaciones comprometidas. Caza mayor en ambos casos.

Primero, quien fue Ministro de sanidad y es candidato del PSC para las próximas elecciones catalanas. Ya no es posible que Salvador Illa pueda tener una campaña electoral limpia. Y segundo, nada menos, que el secretario de organización del PSOE. Raro será que Santos Cerdán no tenga que explicar qué le hizo traer a Koldo a Madrid, por qué le recomendó a Ábalos, y por qué colocó a su mujer en la dirección del partido en Navarra.

La posibilidad de sacrificar a Ábalos para que actúe como cortafuegos del resto no parece sencilla de aplicar. Ha tenido demasiado poder y eso implica que sigue teniendo demasiada información. Así que tendrían que ofrecerle algún tipo de recompensa con vistas a un futuro más o menos cercano, que evidentemente no le pueden garantizar. Querrán sacarle cuanto antes, está por ver qué pasa si él resiste.

Foto: María Chivite, Pedro Sánchez y el 'aizkolari' Koldo García en la celebración del Día de la Rosa, en Pamplona, 2015. (EFE)

La dificultad de la crisis que afecta a la mayoría parlamentaria tiene también su complejidad. Un poquito más cuando, ya es mala suerte, cumple Cerdán la función adicional de interlocución con Puigdemont. Yo no apostaría a verle dando la rueda de prensa posterior a un eventual acuerdo.

Bajo el episodio actual de descrédito social, el gobierno quiere, pero no puede satisfacer a Puigdemont. Intuye que la mayoría del constitucional pende de un hilo. Sabe que lo del terrorismo no habrá quien lo pare. Y es plenamente consciente de que la trama rusa es asunto de estado para todos los socios europeos. Todo parece indicar que andan buscando un incentivo capaz de saciar al de Waterloo. Pero, de encontrarlo, cosa que no es fácil después de tanta cesión, nada les puede asegurar que el fugado no se ponga travieso y dé la sorpresa subiendo la apuesta en el penúltimo minuto.

La dificultad de la crisis que afecta al Partido Socialista, la pérdida de competitividad electoral, no se va a aliviar a menos de dos meses de votar en Euskadi. Lo más probable es que se agrave. Desde luego porque no hay tiempo para corregir el tiro. Pero, sobre todo, porque es en las urnas vascas donde está esperando la factura de haber blanqueado al partido que actúa como albacea de los terroristas.

Foto: Urkullu se dirige a los periodistas para anunciar la fecha de las elecciones vascas. (EFE/Adrián Ruiz Hierro)

La media de encuestas actualizada coincide prácticamente con los últimos sondeos de Galicia. Pone a Bildu donde ponían al BNG (26 escaños) y coloca a los socialistas vascos donde colocaban a los socialistas gallegos (11), al final fueron 9. No se ven a corto plazo, salidas de este "Triángulo de las Bermudas". Y eso que en un alarde de autocrítica, muy propio de los líderes sin ego, considera Sánchez que el problema del PSOE es el PSOE, y que la solución pasa por los liderazgos fuertes.

Cierto es que los hubo, la lista de purgados ahí está. Y es verdad también que alguno queda, como García-Page y Lobato que quiere opositar a serlo. Pero conviene preguntarse qué significa ser un "líder fuerte" para el actual secretario general de los socialistas, no sea que para Sánchez el único fuerte sea Sánchez.

Qué significa ser un "líder fuerte" para el actual secretario general de los socialistas, no sea que para Sánchez el único fuerte sea Sánchez

De ser así, habría esperanza para las siglas. No habría motivo para la evaluación, tampoco para la reflexión, y mucho menos para la reflexión. La solución es la clonación. Los números son claros. Para Euskadi, un clon de Sánchez. Para las europeas, otro. Para las autonómicas, otro por cada región: 17. Para las generales, otro por cada circunscripción: 52. Y para las municipales, otro por municipio, 8.132.

Hay tiempo de sobra, que no cunda el pánico. Los socialistas se encuentran ante la oportunidad de asumir que la salida pasa por hundir el barco, salvar al líder y replicarlo. 8.203 minions de Sánchez y todo estará bien, ese es el mensaje. Un delirio entre la distopía y la parodia que no merece el PSOE y mucho menos España. En el reflejo del agua aguarda el naufragio.

Lo reconozco. No alcanzo a distinguir qué me fascina más. Por un lado, veo a quienes nunca fueron socialistas lamentando el declive del PSOE como si fuese el de un ser querido. Y, por el otro, miro a los que siempre sintieron esas siglas como propias enmudecidos frente a la desgracia, unos desde la negación, y otros con una indiferencia completa.

Pedro Sánchez
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