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Pradales ganó (a los puntos) el debate de las elecciones vascas
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Pradales ganó (a los puntos) el debate de las elecciones vascas

La intolerable agresión al candidato del PNV desató una sacudida capaz de cambiar el curso de una campaña que venía siendo plana

Foto: El candidato del PNV a 'lehendakari', Imanol Pradales (2i), durante el debate electoral, en la sede de EiTB en Bilbao. (Europa Press/H. Bilbao)
El candidato del PNV a 'lehendakari', Imanol Pradales (2i), durante el debate electoral, en la sede de EiTB en Bilbao. (Europa Press/H. Bilbao)
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Los debates electorales son apasionantes porque contienen uno de los ingredientes esenciales en cualquier espectáculo: el factor riesgo. Da igual cuántas horas puedan emplearse en la preparación, cuántos ensayos, y cuánta experiencia se tenga. La entrada del directo abre la puerta de la verdad. Y todo candidato se descubre sintiendo y pensando cosas que desconocía de sí mismo. La mezcla de tensión, competición, e incertidumbre, revelan la madera con que está hecho cada uno.

Eso es lo que cuenta el manual que saltó por los aires pocas horas antes del debate. La intolerable agresión al candidato del PNV desató una sacudida capaz de cambiar el curso de una campaña que venía siendo plana, y, desde luego, de transformar y condicionar enteramente el estado emocional con el que la audiencia comenzó a ver el debate.

Empezó el encuentro y todos nos fijamos en el ojo izquierdo de Pradales. Se le vio afectado, vulnerable, y eso le ayudó desde el inicio. El aire de debilidad le otorgó piel de ser humano a quien ha venido pareciendo un autómata durante toda la campaña. No puede decirse que el candidato del PNV ganase por eso, pero sí que puede sostenerse que su victoria habría sido bastante menor sin el plus emocional que añadió el injustificable ataque recibido.

El público televisivo y poco politizado tiene la mirada entrenada. Está acostumbrado a calar a la primera todo lo que está viendo. Tarda pocos minutos en forjarse una opinión. Y esa valoración puede o no coincidir con la que se ha ido forjando más lentamente entre los sectores más politizados.

Por eso, por el factor humano, ya habían fracasado las tres participantes antes de que finalizase el primer bloque sobre economía. Pudo verse pronto por qué los votantes de Vox, Podemos, y Sumar vienen otorgando valoraciones tan bajas a sus respectivas candidatas. Las tres plantearon estratégicamente mal el debate. Y las tres prepararon poco sus interpretaciones. Ninguna de ellas ganó un solo voto. Y ninguna podrá revertir la tendencia bajista de sus formaciones.

Los debates electorales son intensos porque los destellos pueden saltar en cualquier momento. Para que broten ha de romperse el guion, tiene que ocurrir algo imprevisto. Un choque. Un golpe de efecto. A veces, un simple descuido. Siempre, la pérdida del control psicológico.

Foto: Debate electoral con los candidatos y candidatas a 'lehendakari' el próximo 21 de abril. (Europa Press H.Bilbao)

El candidato socialista intentó una y otra vez que saltasen chispas. Es un buen fajador, superior a los candidatos del PSOE de los últimos tiempos. Eneko Andueza buscó el cuerpo a cuerpo contra todos. Y puntuó en bastantes ocasiones. Sin embargo, no consiguió doblegar al de Bildu, que supo plantarle cara sin demasiadas dificultades.

Teniendo en cuenta la madeja de contradicciones que representa, lo justo es señalar que es muy difícil hacerlo mejor. Debió salir satisfecho de la contienda: los votantes socialistas vieron a uno de los suyos. Y justo eso es lo que más necesitan. Ya no piden más.

Bastante más frío, estuvo el candidato del PP. Fue también reconocible para su base electoral, pero cometió tres equivocaciones incomprensibles por elementales: se olvidó de que el sanchismo existe, no llamó al voto útil para erosionar a Vox, y no se fue a por el 'abertzale' donde debía.

Foto: La portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, este martes, junto a los ministros Luis Planas,  Ana Redondo y Mónica García. (EFE/J. J. Guillén)

Conclusión: el debate ejecutado por Javier de Andrés fue otra oportunidad perdida para los populares en una campaña electoral increíblemente insípida.

Los debates electorales son decisivos porque alteran y condicionan los flujos de la opinión pública. Potencian o debilitan las tendencias finales. Seguramente, pronto podrá comprobarse de nuevo. Bildu, que entró al debate estando al alza, salió sin la posibilidad de impulsar una ola masiva a su favor.

Nadie puede decir que Otxandiano perdió el encuentro. Simplemente, no cumplió las expectativas que había generado. Suya, por tanto, fue la segunda posición.

Empezó bien, no rehuyó ningún pulso ideológico, pero sufrió psicológicamente y fue a menos. Eso sí, sin llegar a perder la serenidad a pesar del cansancio. Vivimos en una sociedad en la que confundimos la corrección formal con la moderación de fondo, y él lo aprovechó sin dar un solo paso atrás.

Sufrió porque el equipo de Pradales sí que fue capaz de hacer una buena lectura previa del encuentro. El sucesor de Urkullu empleó una y otra vez el mismo método. En lo racional, ocupó el espacio central, el de 'lehendakari' verosímil y creíble, una apuesta segura. En lo emocional, se apropió del sentimiento patriótico, el orgullo a la tierra. Y para combatir se centró exclusivamente en el candidato abertzale. Fue práctico, como práctico es el PNV. Señaló y subrayó los puntos del proyecto de los abertzales que pueden generar temor a las clases medias. Golpeaba y se marchaba una y otra vez, constantemente.

Queda por ver si es demasiado tarde. No si pudo extraer más rendimiento del debate. Logró superar y por mucho las expectativas que había en torno a él. Teniendo en cuenta sus circunstancias, y su propia naturaleza, Pradales puede sentirse más que satisfecho de una victoria clara pero no atronadora.

En lo racional, Pradales ocupó el espacio central, el de 'lehendakari' verosímil y creíble. En lo emocional, se apropió del sentimiento patriótico

Y queda, también, el posdebate. Porque siempre, al día siguiente, el marcador se convierte en el asunto central de la campaña. Es el tema del que todo el mundo habla. Quien no lo ha visto, quien se siente indeciso, toma nota. Y quien necesita el último empujón, también.

Bildu tiene la fuerza de las redes sociales para atraer lo que Sumar y Podemos han dejado huérfano. El PNV cuenta con el poder institucional para que los suyos vuelvan a casa. Ya no hay más pulso que ese. Y no está cerrado.

Los debates electorales son apasionantes porque contienen uno de los ingredientes esenciales en cualquier espectáculo: el factor riesgo. Da igual cuántas horas puedan emplearse en la preparación, cuántos ensayos, y cuánta experiencia se tenga. La entrada del directo abre la puerta de la verdad. Y todo candidato se descubre sintiendo y pensando cosas que desconocía de sí mismo. La mezcla de tensión, competición, e incertidumbre, revelan la madera con que está hecho cada uno.

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