Crónicas desde el frente viral
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Europa y España: claves de las encuestas 9-J
Se nos está hurtando a los votantes el debate centrado en el futuro de Europa. Todos los partidos están llamándonos a votar en clave nacional cuando se decide lo continental
El conjunto de la ciudadanía europea girará hacia la derecha el próximo 9 de junio. Y lo hará, según los sondeos, de manera incontestable.
- Dentro del bloque ideológico de toda la izquierda europea, solo subirían los escaños de los extremistas (+6), bajarían los socialistas (-5), y se desplomarían los verdes (-18).
- Los liberales sufrirían una debacle (-20).
- En el bloque de la derecha, crecerían los populares (+4), también los conservadores y reformistas de Abascal y Meloni (+12), y además los de Identidad y Democracia de Le Pen y Alternativa Para Alemania (+24).
Como consecuencia de lo anterior, cualquiera de las dos familias de la extrema derecha podría duplicar a la extrema izquierda y empatar con los liberales. Una eventual unión de esas dos fuerzas superaría ampliamente la representación de los socialistas (+28).
Visto en clave ideológica, el cambio podría ser más que contundente: la derecha está a pocos días de duplicar su distancia respecto a la izquierda hasta rebasar limpiamente los 100 escaños.
Pero contemplado en términos nacionales, la transformación que viene anuncia tintes históricos. Después de tantos años hablando del eje París-Berlín, en Francia la pregunta no es si ganará Le Pen sino por cuánto lo hará, y en Alemania la duda consiste en saber si Alternativa Para Alemania acabará superando a los socialistas que ahora gobiernan el país, como ya señalan las encuestas.
Hay más casos. Italia es el tercer país más poblado de la Unión Europea y nadie discute la victoria de Meloni, Polonia es el quinto y la extrema derecha disputa el triunfo a los populares cuadruplicando a los socialistas.
La arquitectura europea es compleja, habrá todo tipo de movimientos estabilizadores. Pero, si el escrutinio general confirma las estimaciones, puede darse por hecho que el continente tomará un rumbo muy distinto al que nos resulta conocido.
Mientras en España hablamos de Milei y de la ley de amnistía, Europa está a punto de dar un volantazo hacia el militarismo, el proteccionismo en política agraria e industrial, el endurecimiento en las migraciones, y la relegación del ecologismo. Todo ello y más, a pocos meses de que Trump pueda retomar el poder.
Aquí, sin embargo, estamos viviendo una campaña diferente y verdaderamente floja. Los españoles, además de sufrir cierto déficit de atención por la sucesión de urnas en lo que va de año, tenemos la conversación nacional secuestrada por los enfrentamientos entre políticos y no por el contraste entre las distintas formas de hacer política.
Se nos está hurtando a los votantes el debate centrado en el futuro de Europa. Y no está de más denunciarlo. Todos los partidos están llamándonos a votar en clave nacional cuando se decide lo continental.
Y eso supone maltratar la naturaleza de nuestro voto, además de obligarnos a tragar una mentira adicional, porque todo lo doméstico seguirá igual de paralizado después del 9 de junio.
Sánchez no está esperando a ver qué ocurre en las europeas para ver si adelanta las generales. De hecho, importa más el resultado de la consulta entre los militantes de ERC para la investidura catalana, que el de todos los españoles en las europeas.
Tenemos tan degradada la política, tan anémica la democracia deliberativa, que ya aplicamos la dinámica plebiscitaria hasta cuando no hay plebiscito a la vista. El sanchismo nos implantó esa lógica confrontativa para la convivencia y movilizadora en el camino hacia las urnas. Y la mecánica funcionará mientras sea aceptada.
Las encuestas no son malas para el PSOE y pueden mejorar. Los sondeos actuales señalan una distancia favorable al PP de unos cinco puntos. Falta poco para el 'Día D' pero todavía es temprano para descartar el escenario de que populares y socialistas terminen cerca del empate. No es lo más viable, pero sí es verosímil.
Falta lo más decisivo pero, por el momento, los vientos de cola vienen distintos. Los de Ferraz han sumado un punto durante la última semana. Y los de Génova perdido cerca de dos. La distancia parece estar estrechándose y queda mucho, muchísimo por delante. El 5% de hoy no está escrito en piedra.
Precisamente por eso, unos y otros andan actualizando casi a diario sus expectativas en las filtraciones e intoxicaciones que distribuyen a los medios. Ahora mismo, los del PSOE (30%) tratan de vender como digerible una derrota inferior a esos cinco puntos, y los del PP (35%) intentan colocar la idea de que cualquier victoria será un triunfo.
Pendientes de la participación, que lo condicionará todo, los dos principales partidos comparten su visión del campo de juego. Saben dónde se juegan los cuartos.
Aquí hay dos grandes bloques con tamaños parecidos y algo de ventaja de la derecha sobre la izquierda. Por lo tanto, para terminar en la zona del empate, tendrían que ocurrir básicamente dos cosas.
Primero, una mejora del PSOE desde un siniestro total de Sumar, que dejaría a los de Yolanda Díaz por debajo del 5% en el recuento (hoy superan ligeramente el 6%).
Y segundo, una bajada del PP hacia una mejoría de Vox, que colocaría a los de Abascal por encima del 12% (hoy están a unas décimas del 11%).
Ese dibujo es de trazo grueso porque las transferencias de voto son más complejas que los vasos comunicantes (Sumar puede perder hacia Podemos y hacia la abstención), pero sirve para hacer un ejercicio de anticipación que debería rearmar al PP en el tramo definitivo de la campaña.
Y vale también para comprender la campaña del PSOE. Está tan escorada a la izquierda porque quiere parasitar a sus socios, simultáneamente, nutre a Vox cuanto puede para erosionar al PP. Es una operación sencilla, está en el primer capítulo del manual antipatriótico electoral.
Conclusión: Europa está a punto de propiciar una crecida histórica de la extrema derecha, y la historia de España contará cómo el socialista espoleó a la derecha extrema. Es tremendo, los años veinte de ahora son los viejos años treinta.
El conjunto de la ciudadanía europea girará hacia la derecha el próximo 9 de junio. Y lo hará, según los sondeos, de manera incontestable.
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