Crónicas desde el frente viral
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Suite francesa: cinco claves de una noche electoral histórica
La sociología electoral francesa es tan fiable que nadie pondrá en duda el resultado y, a diferencia de lo que ocurre aquí, no escucharemos ningún "vamos a esperar cómo evoluciona la noche"
Faltará un minuto y todos los canales televisivos activarán la cuenta atrás en las pantallas. Serán las ocho y veremos un fondo más bien neutro, quizá con el palacio de Matignon filtrado en tono azulado. Superpuestas, distinguiremos las imágenes de los distintos candidatos, en la misma escala. Y, rápidamente, el rostro del ganador será destacado.
A esa hora, el recuento estará apenas comenzando y dará igual. La sociología electoral francesa es tan fiable que nadie pondrá en duda la estimación del resultado. A diferencia de lo que ocurre aquí, no escucharemos ningún "vamos a esperar cómo evoluciona la noche".
Uno: La participación
Sin embargo, estas no son unas urnas fáciles de predecir. Los actores son distintos. Hay 577 circunscripciones distintas, cada una sujeta a su propia lógica. Y la participación siempre puede generar sorpresas.
Fue lo que ocurrió durante la primera vuelta. Terminaron votando más franceses de los esperados, muchos más. Y la victoria del lepenismo fue casi tres puntos menor de lo previsto sin dejar de ser contundente.
Mañana, se espera otra movilización masiva: 68%. Veremos si no es mayor. En cualquier caso, hay, por ejemplo, una fuerte predisposición a votar en todos los tramos de edad, curiosamente, mayor cuanto mayores son los votantes. Hasta tal punto es así que alcanza el 81% entre los mayores de 70 años.
Quizá no sea un indicio irrelevante. Y tampoco el hecho de que las mujeres parezcan más inclinadas a votar que los hombres. En general, ellas son más propensas que ellos a respaldar las opciones estabilizadoras.
Dos: La victoria
Todos los sondeos dan por descontada la victoria de Bardella. Su porcentaje parece escrito en piedra y la lealtad de voto hecha de hierro. Y no hay ninguna proyección de cara al reparto de escaños que vea al bloque de la extrema izquierda obteniendo mayor representación que el de la extrema derecha.
Los números son consistentes. Pero el hecho no deja de ser tremendo visto con un mínimo de perspectiva. Por mucho que responda al espíritu de la época, por mucho que refleje la tan tratada normalización del extremismo, no deja de erizar la piel la posibilidad, más que cierta, de que esto pueda ocurrir en la cuna de la democracia moderna.
Cuando uno de cada tres jóvenes decide respaldar la opción de que gobierne Bardella, no puede hablarse de un sarpullido. Estamos ante un cambio social y político que perdurará.
Tres: El funcionamiento del frente republicano
El pacto entre izquierdistas y moderados para la segunda vuelta cristalizó. La recíproca retirada de los candidatos menos competitivos frente a la extrema derecha parece estar funcionando sobre el papel. Pero la incertidumbre no ha desaparecido del todo, por eso el lepenismo se esfuerza por reiterar el mensaje de que la mayoría absoluta no ha dejado de ser imposible.
Uno de cada cinco simpatizantes del Frente Popular considera que el pacto republicano que se ha activado es una mala idea porque el juego de los políticos priva a los ciudadanos de elegir verdaderamente entre las diferentes opciones. Uno de cada cuatro macronistas piensa de manera parecida.
Por lo tanto, queda por ver cómo se comportan esos electores más disgustados y en el fondo sectarios. Esperemos que no vuelva a demostrarse la vieja ley de que no hay nada más peligroso para la democracia que un dogmático. En este caso, no hay pocos.
Cuatro: El Parlamento
Si los pronósticos se cumplen, el lepenismo —210/240— se quedará lejos de la mayoría absoluta e, incluso, de llegar a los 289 escaños necesarios con el completo respaldo de los Republicanos —25/45—.
El bloque de la izquierda se quedaría entre los 170 y los 200. No hay quien se atreva a apostar por la durabilidad del proyecto. Hoy es evidente que Mélenchon ha actuado como un lastre. Y, a partir del domingo, será importante para el futuro de la izquierda el número de representantes que logre cada integrante de la coalición electoral.
Todo parece indicar que la Francia Insumisa será predominante en ese sector —zona de los 60—, que los socialistas terminarán haciendo un negocio aceptable para una fuerza de carácter secundario —en torno a los 50—, que los verdes podrán salir satisfechos —treintena— y que los comunistas salvarán los muebles sin llegar a la decena. El macronismo, paradójicamente, será salvado por el bloque de las izquierdas. Sufrirá un batacazo importante, pero sin peligro aparente de pronta defunción —95/125—.
Cinco: El gobierno
Un arco parlamentario semejante al que pintan las distintas casas de encuestas podría resultar difícil para Macron sin dejar de ser, seguramente, la situación deseada por el propio presidente.
Entre los analistas de riesgos viene ganando enteros la posibilidad de que este Parlamento sólo pueda terminar dando lugar a un gobierno técnico, que no podría recibir una moción de censura durante un año y que, con suerte, podría llegar hasta las presidenciales de 2027 gracias a la dinámica de vetos cruzados.
Visto lo visto, el escenario de que la segunda potencia europea disponga a partir de ahora de un ejecutivo de mínimos, limitado a gestionar lo cotidiano sin margen para tocar los fundamentos, no parece del todo malo a corto plazo.
El tiempo histórico, sin embargo, funciona de otra manera. Apenas ha pasado un suspiro, sólo 82 años, desde que Irène Némirovsky fue arrestada por ser judía. Hoy la izquierda francesa es antisemita.
La autora de Suite francesa fue asesinada en Auschwitz. Y su manuscrito permaneció inédito hasta 2004. La primera parte se tituló Tempestad en junio y nos cuenta la huida de los parisinos provocada por la invasión nazi. Veinte años después, sólo veinte, la tempestad puede venir en julio si los pronósticos saltan por los aires. Si no ocurre, el peligro no habrá desaparecido…
"¿Qué me hace este país? Ya que me rechaza, considerémoslo fríamente, observémoslo mientras pierde el honor y la vida".
Faltará un minuto y todos los canales televisivos activarán la cuenta atrás en las pantallas. Serán las ocho y veremos un fondo más bien neutro, quizá con el palacio de Matignon filtrado en tono azulado. Superpuestas, distinguiremos las imágenes de los distintos candidatos, en la misma escala. Y, rápidamente, el rostro del ganador será destacado.