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Lamine Yamal es más español que Abascal
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Lamine Yamal es más español que Abascal

Yamal es un jugador único, pero también un chaval igual a nuestros hijos. Y erigirse en referente de cualquier causa política o social le competerá a él cuando sea adulto

Foto: La Selección se prepara para la final ante Inglaterra. (EFE)
La Selección se prepara para la final ante Inglaterra. (EFE)
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Puestos a elegir, me gustaría que Morata marcase el gol de la victoria. Se ve que es buena gente y está siendo víctima de una humillación inmerecida. Pero si no puede ser él, que marque Lamine Yamal. Está bien que le convirtamos en icono de un fútbol distinto. Y no tanto en símbolo de la diferencia, porque no lo es.

Es un jugador único, pero también un chaval igual a nuestros hijos. Y la opción de erigirse en referente de cualquier causa política o social le competerá única y exclusivamente a él cuando sea adulto. Tiene tiempo por delante. Dejémosle jugar y permitámonos el lujo de disfrutarle con la camiseta de la selección.

A lo largo de esta competición, diariamente, hemos tenido que soportar a una minoría ruidosa señalando a este chaval y a Nico Williams. Perfiles de extrema derecha poniendo en duda su españolidad, planteando una guerra cultural ya antes vivida en otras naciones, que la izquierda más boba no ha dudado en alimentar.

Prueba de ello es la triste, deliberada y errada portada de El País de hace unos días. A dos columnas, un titular falso: "Las autonomías del PP rechazan el reparto por ley de menores inmigrantes". A la derecha, una foto enorme de Lamine. Los progres de barrio rico tienen tendencia a exhibir una superioridad moral impostada, muy útil para que la extrema derecha extraiga rendimiento electoral en las zonas populares.

Está bien que le convirtamos en icono de un fútbol distinto. Y no tanto en símbolo de la diferencia, porque no lo es

Yamal es negro y es español, no es un inmigrante irregular. Esos son los hechos. Y conviene fijarlos para evitar que la ultraderecha, como hizo antes en Italia y en Francia, explote una confusión que les permita promover aquí la xenofobia desde el racismo. Esa es la clave.

Y si nos dejamos llevar por el buenismo moralizador, si no disputamos cada una de las confusiones que inyecta el extremismo en el imaginario colectivo, terminará pasándonos aquí lo que ha ocurrido en los países vecinos.

En mi opinión, se puede (y se debe) defender la españolidad de Yamal. Y también la de los críos que juegan al fútbol en el patio con nuestros hijos, sin estigmatizar a nadie.

Foto: Lamine Yamal con la camiseta de La Roja. (Europa Press)

Se puede (y se debe) defender que hace falta una política seria respecto a las migraciones porque estamos en la frontera sur del continente.

Se puede (y se debe) defender el principio de solidaridad entre nuestras regiones porque Canarias no es menos España que ningún otro lugar.

Se puede (y se debe) defender que tenemos el reto demográfico a futuro, pero el problema inmediato de no poder acoger a todo el mundo porque nuestros recursos no son infinitos. Se puede (y se debe) defender que el rollito multicultural ha fracasado y que la laicidad debe blindarse en nuestra sociedad, porque el islamismo se muestra voluntariamente incompatible con la cultura liberal democrática.

Se puede (y se debe) defender que el rollito multicultural ha fracasado y que la laicidad debe blindarse en nuestra sociedad

Y se puede (y se debe) defender los derechos humanos de los menores migrantes denunciando el mensaje de odio que utiliza Abascal al criminalizarlos.

Quienes nos consideramos demócratas compartimos la obligación cívica de disputarle a la extrema derecha cada una de las confusiones que quiere inyectar en nuestra sociedad para instalar su proyecto autoritario.

Esa tarea ciudadana se libra llamando a las cosas por su nombre, con la verdad en el terreno democrático de la autoridad política:

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, en el Congreso de los Diputados. (Europa Press/Alberto Ortega)

Abascal está acusando a niños, que son víctimas del hambre y de la guerra, después de callar mientras Le Pen hablaba de cerrar las fronteras francesas a los tomates españoles y después, también, de bajar la cabeza cuando Trump imponía aranceles a nuestro vino y a nuestro aceite.

Abascal está atreviéndose a hablar de delincuencia, después de que las siglas que él lidera hayan sido condenadas esta misma semana por financiación irregular.

Abascal tiene el descaro de pronunciar la palabra "seguridad" después de haber convertido su partido en la sucursal de una multinacional europea que tiene la sede en Moscú.

Foto: Una bandera de Francia en un tractor de agricultores franceses. (EP/Lorena Sopêna)

Abascal comete la hipocresía de hablar de España después de haber decidido fundirse en Bruselas con la extrema derecha flamenca que ha sostenido a Puigdemont y con la de Salvini que ha sido reiteradamente partidaria de la independencia vasca y catalana.

Yo le niego a Abascal autoridad política para referirse al interés general, porque ha convertido a Vox en un negocio del que se está beneficiando una secta tras haber expulsado a personas decentes con las que no puedo coincidir ideológicamente.

Y, sinceramente, me resbalan los motivos por los que ha tomado la decisión de romper los gobiernos autonómicos que mantenía con el PP. Tiene razones para estar preocupado por Alvise, que le está comiendo el electorado menor de 45 años. Y puede tener la intención de convertirse en un peón putinista. Me da igual. Lo que ha hecho está mal. Y, encima, está mal hecho. Otra chapuza, como es habitual.

Abascal comete la hipocresía de hablar de España después de haber decidido fundirse en Bruselas con la extrema derecha

Ahora bien, me alegro de las consecuencias que este error tendrá dentro de Vox y en el conjunto de nuestra democracia. Y me hace gracia el generoso análisis de quienes piensan que todo esto responde a un plan. Sonrío porque me parece ingenuo confiar en la capacidad del material humano que habita en la calle Bambú.

Está por ver si el PP tendrá la habilidad necesaria para aprovechar la triple ocasión que les ha generado el error del adversario. En lo autonómico, Juanma Moreno Bonilla e Isabel Díaz Ayuso ya dejaron el manual escrito para construir mayorías absolutas. En el Parlamento, será más fácil llamar a la puerta del PNV y ya veremos si a Junts. En lo electoral, la pasarela para que transiten los moderados que votaron PSOE por rechazo a Vox ya está tendida.

Foto: La presidenta del Govern balear, Marga Prohes, y el presidente del Parlament, Gabriel Le Senne. (Isaac Buj/Europa Press)

Mientras todo eso llega, veremos a un grupo de chavales que unen y no dividen, que no hablan de muros porque se tiran paredes, que dañan a los rivales en lugar de fortalecerles cuando peor lo están pasando, que respetan las reglas del juego, que tienen talento y que trabajan duro.

Compartimos una selección plural y extraordinaria. Cualquiera de nuestros jugadores es mejor que cualquiera de los que han permitido esta barbaridad de Vox. Lamine Yamal, por poner un ejemplo, es bastante mejor que Abascal. Muchísimo más español, dónde va a parar. No hay color.

Puestos a elegir, me gustaría que Morata marcase el gol de la victoria. Se ve que es buena gente y está siendo víctima de una humillación inmerecida. Pero si no puede ser él, que marque Lamine Yamal. Está bien que le convirtamos en icono de un fútbol distinto. Y no tanto en símbolo de la diferencia, porque no lo es.

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