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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Trump está perdido

Los demócratas están sabiendo aprovechar la constante autorreferencialidad trumpista tendiéndole trampas en las que cae una y otra vez, al tiempo en que tratan de acercarse a las preocupaciones del ciudadano agobiado

Foto: El expresidente de EEUU Donald Trump. (Reuters/Jeenah Moon)
El expresidente de EEUU Donald Trump. (Reuters/Jeenah Moon)
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Después de las próximas elecciones norteamericanas, ya es tradición, siempre se publican decenas de libros escritos por presuntos expertos explicando el secreto de la victoria vivida desde dentro. Ninguno de ellos estará basado en hechos reales. Quienes de verdad se dedican al negocio son discretos, quieren seguir en la pomada y saben que el resultado es siempre la consecuencia de un desempeño coral. Esta vez el engaño será todavía mayor porque lo trascendental será menos técnico y más político que nunca. Y los políticos nivel élite se llevan los secretos a la tumba.

Así que probablemente, nunca conoceremos todos los recovecos de estas semanas tan agitadas. Y mira que estaría bien, porque la sucesión de los acontecimientos no ha podido ser más tremenda y más veloz.

En poco más de un mes, hemos visto la mayor derrota de la historia en un debate televisivo, un intento de magnicidio, la extracción de un candidato que sigue siendo presidente, la designación de una sucesora y una vuelta en las tornas políticas de la primera nación occidental espectacular.

El inicio de la convención del Partido Demócrata pondrá un cierre a esta etapa que, en su conjunto, bien puede ser vista en términos de estrategia electoral como la fase del lanzamiento de la nueva candidata. Lo previsible es que el espectáculo cumpla el guion y el momentum alcance a retroalimentarse antes de que comience el periodo más encarnizado de la competición.

Foto: Kamala Harris habla frente a la sororidad universitaria Zeta Phi Beta en Indianapolis. (Reuters/Jon Cherry)

Es este, por lo tanto, un momento adecuado para evaluar el primer tramo de Kamala y, también, para reseñar los problemas de adaptación que está sufriendo Trump frente a un paisaje radicalmente distinto.

El equipo de los demócratas ha sido capaz, ya en la prórroga, de ejecutar una sucesión suave sin hacer crujir las bases del partido. La unidad de hoy es la consecuencia de que se hayan dado cero fricciones durante el instante más delicado.

Foto: El nuevo candidato demócrata a la vicepresidencia de EEUU, Tim Walz. (TNS/ZUMA Press Wire/Glen Stubbe)

En un tiempo récord el departamento de narrativa fue capaz de articular un relato sólido que dio materia prima a los de marketing para la producción de las primeras piezas y que, sobre todo, cambió de arriba abajo la campaña electoral que estaba diseñada.

La “reasson why” demócrata, la tecla para activar la decisión de voto de millones de votantes estadounidenses cambió en unos pocos días. Dejó de ser la “defensa de la democracia” frente a la amenaza de un tirano que venía versando Biden. Y pasó a ser la “lucha por la libertad”, más precisamente, por “las libertades”.

Los verbos no son demasiado distintos, ambos entran en la lógica de combate propia de una sociedad polarizada, la transformación está en la actitud: “defender” es pasivo, “luchar” es activo, conlleva asumir la iniciativa para un cuerpo social que se sentía abatido y perdedor.

Los sustantivos no están demasiado alejados, en el fondo, los dos conceptos comparten la raíz de lo que se dirime en noviembre –“el alma de la democracia norteamericana” con el que ya jugaron en 2020. La diferencia está en que la “democracia” es estructural y abstracta, mientras que la libertad –más todavía “las libertades” son tan concretas como lo es cada individuo.

Esos dos ajustes en la definición de la campaña que ahora pueden explicarse con facilidad requieren una dosis de talento y un volumen de investigación que sencillamente no se pueden calcular.

El resto son cosas que se pueden fabricar, más todavía desde espacios tan profesionales. El enorme aumento de las donaciones no responde únicamente al juego de intereses que entran en el tablero, también es una respuesta al cambio anímico que se ha producido y, como consecuencia, son también apuestas seriamente calculadas.

Veremos lo que pasa de aquí a la noche del recuento, pero hay algo que ya no se puede durar: esta resurrección de las expectativas del Partido Demócrata es de dimensión histórica. No tiene precedentes.

La “luna de miel” que buscan con ahínco los expertos en marketing nunca puede ser eterna pero está siendo duradera porque la comunicación emitida está muy controlada y porque, de nuevo, el trabajo político está siendo eficiente. El proceso de selección, designación y primera venta del candidato a vicepresidente también fue exitoso.

Todo parece nuevo. Y ese es el principal problema que afronta Donald Trump, víctima de una obsolescencia programada por los adversarios y también por el mismo.

Foto: El candidato republicano a la vicepresidencia de EEUU, J.D. Vance. (EFE) Opinión

La sociedad de aquel país está partida pero la fractura no es perfecta. Hay millones de personas calificadas por los sociólogos como “double haters” –hartos de los dos- y su participación en el proceso electoral puede terminar siendo determinante, singularmente en los estados decisivos.

En una época tan árida y tan marcada como la actual por el malestar y la consiguiente la pulsión de cambio, Trump podía representar el cambio frente a Biden pero no ante Kamala.

A su vez, la desaparición de Biden del escenario está dejando a Trump peleando solo en el ring porque se ha quedado sin antagonista y porque buena parte del mensaje del candidato republicano se localiza en el pasado –las infundadas acusaciones de robo en las elecciones de 2020-.

La desaparición de Biden del escenario está dejando a Trump peleando solo en el 'ring' porque se ha quedado sin antagonista

Los demócratas están sabiendo aprovechar la constante autorreferencialidad trumpista tendiéndole trampas en las que cae una y otra vez, al tiempo en que tratan de acercarse a las preocupaciones del ciudadano agobiado. Están mejorando en todas las capas sociales pero siguen teniendo dificultades entre los electores blancos peor formados y con menos ingresos.

Trump trata de encontrar el punto débil de su rival pero no consigue dañarla. Está probándolo todo y, seguramente, acabará localizando una zona blanda en la que golpeará y golpeará. Queda mucha carrera todavía.

Foto: Combinación de dos fotografías que muestran al expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y a la vicepresidenta de los Estados Unidos, Kamala Harris.( EFE/Allison Dinner nathan Howard)

A día de hoy, nadie puede decir que republicanos se encuentren ante problemas críticos, pero sí parece evidente que ya están bien dentro de la zona de los problemas y que no son capaces de identificar la salida.

Por lo tanto, sí que puede afirmarse que Trump está perdido según comienza la convención del Partido Demócrata. Otra cosa es que termine perdiendo. Para eso todavía falta mucho aunque ya no sea improbable.

Después de las próximas elecciones norteamericanas, ya es tradición, siempre se publican decenas de libros escritos por presuntos expertos explicando el secreto de la victoria vivida desde dentro. Ninguno de ellos estará basado en hechos reales. Quienes de verdad se dedican al negocio son discretos, quieren seguir en la pomada y saben que el resultado es siempre la consecuencia de un desempeño coral. Esta vez el engaño será todavía mayor porque lo trascendental será menos técnico y más político que nunca. Y los políticos nivel élite se llevan los secretos a la tumba.

Donald Trump Estados Unidos (EEUU)
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