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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Buen acuerdo, mal vendido

Los francotiradores del sanchismo distraen al público de la acción y tratan de llevar el foco hacia las cuestiones de mera imagen. Esperar que el PP pueda competir en esa liga no pasa de ser una aspiración voluntarista

Foto: Feijóo se reúne con sus 'barones’ populares. (Europa Press)
Feijóo se reúne con sus 'barones’ populares. (Europa Press)
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El concierto firmado por los socialistas con los separatistas catalanes es un peligro para nuestra sociedad y, a la vez, una oportunidad para el PP mucho mayor que la generada por la Ley de la Amnistía.

Es poco frecuente que los vaivenes de la política ofrezcan una ocasión tan clara para alinear el interés del país con el interés del partido. Los de Feijóo harían bien en no desaprovecharla y para eso conviene funcionar adecuadamente en todos los planos.

Creo que el acuerdo rubricado por los populares es un paso en la buena dirección. Pero también considero que no ha estado bien ejecutado. El partido de la oposición emitió muy poco durante el mes de agosto, en parte porque su líder no estaba en condiciones de hacerlo, cierto, pero pudieron buscar otra forma de comunicar y no lo hicieron. Esa desconexión ha impedido fijar en la opinión pública la verdad de cuatro hechos que requieren un combate político frontal.

Primero, el texto es una estafa: el PSC nunca habló de nada parecido durante la campaña y lo acordado con ERC sigue siendo muy opaco. No se puede reventar la arquitectura fiscal de todo un país a cambio de una investidura regional. Segundo, es el documento más reaccionario firmado por los socialistas en todos sus años de historia porque implica la renuncia basal del principio de distribución de la riqueza. Más para los que más tienen y menos para los que menos.

Si el PP hubiese exprimido el mes de agosto para combatir ideológicamente el acuerdo, hoy serían mayores las dificultades del Gobierno

Tercero, el concepto vehicular del pacto es contrario al espinazo de nuestra Constitución porque la "bilateralidad" es esencialmente confederal y eso no tiene cabida en nuestra Carta Magna. Cuarto: más allá de la voladura del modelo de financiación, que ya es gravísima, el texto tiene un objetivo político muy preciso: la soberanía, la independencia. El contrato es rotundo. Tal y como dijo ERC en el Senado, "es el mayor avance hacia la soberanía política de Cataluña desde 1979".

Si el PP hubiese exprimido el mes de agosto para combatir ideológicamente el acuerdo, hoy serían mayores las dificultades del Gobierno y sus terminales para distraer a los españoles con debates técnicos y con cortinas de humo. Buscan distraernos y hartarnos para alejarnos de un debate en el que todos nos lo jugamos todo. Y nadie les ha puesto obstáculos.

María Jesús Montero salió viva tras su comparecencia en la Cámara Alta porque el senador del PP se lo permitió

Posteriormente, le faltó tino al PP para sacar zumo de una fecha marcada a fuego en el calendario. María Jesús Montero salió viva tras su comparecencia en la Cámara Alta porque el senador del PP se lo permitió. Ella se trabajó a fondo su discurso y su réplica, de su rival no se puede decir lo mismo. Falló.

A lo anterior hay que añadir la habilidad de Moncloa para comunicar. A la misma hora en que la Vicepresidenta se la jugaba en la Cámara Alta pasaron más cosas, muchas demasiadas: el presidente del Gobierno daba su discurso de principio de curso, el Ministro de Economía hablaba de lo del Banco de España y, un poco más tarde, se hacía público el nombre del sucesor de Escrivá. Resultado de la contraprogramación que los socialistas se aplicaron a sí mismos: el debate sobre el concierto quedó diluido en medio de todo el caudal informativo. Agua.

Hay pocas cosas más complejas para un líder de la oposición que poner de acuerdo a 14 presidentes autonómicos. Hacerlo tiene mérito

A continuación, el PP, sin que nadie se lo pidiera, en la víspera de la fecha del encuentro sobre el que venía concentrando todas las expectativas desde hace bastantes semanas, decidió darse un tiro en el pie que nadie les había pedido. Lastraron su imagen de unidad antes de que pudiese hacerse la fotografía e introdujeron en la actualidad una cuestión que objetivamente les perjudica ante la ciudadanía.

Sin embargo, mientras se sucedían los errores no forzados, los populares han estado trabajando a saco para conseguir algo verdaderamente difícil: hay pocas cosas más complejas para un líder de la oposición que poner de acuerdo a 14 presidentes autonómicos de su propio partido en un tema tan endiablado como la financiación. Haberlo conseguido tiene un mérito notable.

La posición fijada por Feijóo trenza el interés del PP con el bien común, emite unidad interna y capacidad de darle brío a la unidad del país; es un ejercicio de política responsable y propositiva, diametralmente opuesta al partidismo y al oportunismo.

Los socialistas son mucho más eficaces que los populares en el ámbito de la comunicación es un ejercicio de ingenuidad difícil de aceptar

No es la primera vez que ocurre, es el tercer acierto en poco tiempo. El Partido Popular aceptó el órdago de VOX y mantuvo la defensa del principio de solidaridad entre españoles ante la crisis de los menores migrantes en Canarias. Y, posteriormente, puso sobre la mesa una serie de condiciones razonables que abrían la puerta a la negociación de la Ley de Extranjería.

En esta ocasión, han sabido identificar el punto de debilidad de todo el argumento de Sánchez, le han visto la jugada. Por eso le invitan a negociar seriamente la reforma del sistema de financiación que lleva atascada desde la noche de los tiempos, así como a aparcar un acuerdo partidario que daña al conjunto a cambio de que Illa y Sánchez compartan el mismo secuestro político por parte de los indepes.

Naturalmente, los francotiradores del sanchismo distraen al público de la acción y tratan de llevar el foco hacia las cuestiones de mera imagen, con eso ya contábamos todos a estas alturas. Sorprenderse de que los socialistas sean mucho más eficaces que los populares en el ámbito de la comunicación es un ejercicio de ingenuidad difícil de aceptar. Y esperar que el Partido Popular pueda competir en esa liga no pasa de ser una aspiración voluntarista que nunca quedará satisfecha. Ninguna de las dos cosas va a cambiar.

Este PP de Feijóo es exactamente así: puede hacer política de la que está bien tirada y luego puede tirar gran parte del esfuerzo porque ni sabe venderla, ni vigila su propia cartera. Quizá haya algún votante conservador atormentado por ello. A lo mejor no estaría mal que se preguntase si quiere lo contrario: buena comunicación y mala política. Es lo que hay enfrente

El concierto firmado por los socialistas con los separatistas catalanes es un peligro para nuestra sociedad y, a la vez, una oportunidad para el PP mucho mayor que la generada por la Ley de la Amnistía.

Partido Popular (PP)
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