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Sicarios: Sánchez ha importado el modelo de los Kirchner
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Sicarios: Sánchez ha importado el modelo de los Kirchner

El kirchnerismo, asediado por la corrupción, hizo lo que aquí está comenzando. Terminó condenado en los tribunales y derrotado en las urnas. La verdad siempre se abre camino

Foto: Pedro Sánchez y Begoña Gómez en Granada. (Europa Press/Álex Cámara)
Pedro Sánchez y Begoña Gómez en Granada. (Europa Press/Álex Cámara)
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Quienes consideran que nuestra democracia está fuera de todo peligro harían bien en recordar la historia de la rana metida en una olla llena de agua. Si la temperatura sube de pronto, salta. Si lo hace despacio, grado a grado, el animal permanece dentro hasta el final.

Dentro de nuestra democracia, hace no demasiado tiempo, el calor empezó a subir de esa manera y así lo hemos venido contando. Describimos la erosión grado a grado.

Escribimos que en esta época el ocaso de las democracias no se produce mediante golpes violentos, sino desde dentro y poco a poco. Por ejemplo, erosionando la separación de poderes o colonizando las instituciones. Sin embargo, hubo un día en que las cosas cambiaron y el termómetro agarró más velocidad.

El fuego pasó a subir de cinco en cinco grados cuando comenzó a publicarse la información sobre los feos asuntos de la esposa del presidente.

En esta época el ocaso de las democracias no se produce mediante golpes violentos, sino desde dentro y poco a poco

En aquella retirada de cinco días, aquí lo anticipamos, nunca existió la posibilidad de que Sánchez abandonase el gobierno. El cambio era otro: la importación del método que aplicaron los Kirchner para tapar su corrupción agrediendo a jueces y periodistas argentinos.

El primer paso ya se dio durante la campaña de las europeas, en las que Ferraz trató –sin éxito- de convertir a Begoña Gómez en un activo electoral. Y en las que sí logró instalar en el imaginario la idea de que la pareja va en pack, como hicieron los Kirchner en Argentina.

Mientras aquello ocurría, naturalmente, no hubo explicaciones ni ante los medios ni en las instituciones. El sentimentalismo y el silencio fueron utilizados para tratar de sustraer a la opinión la gravedad ética de los hechos. Y, poco después, se inició una sucesión de cortinas de humo que ahora se entienden mejor.

El segundo movimiento se anunció pronto. El poder político anunció un plan de regeneración democrática que ahora se activa. Ese envoltorio mantiene una relación conflictiva con el tiempo: si toca regenerar es porque hubo degeneración, supongo que alguna responsabilidad debe tener quien lleva seis años gobernando y diez al frente del Partido Socialista.

Foto: Pedro Sánchez y María Jesús Montero este lunes en el Congreso. (EFE / Javier Lizón)

En realidad, lo que oculta esa cobertura es la intención de aplicar una ley de censura. Otra subida de cinco grados, clásica entre quienes buscan la anemia democrática, tan predecible como la ofensiva contra la integridad del poder judicial que también se está produciendo.

Cualquiera que repase nuestra historia reciente tardará poco en comprobar que, aquí y en todos sitios, todos los presidentes han mantenido relaciones tensas con la prensa. Las vivió Felipe González y muy duras. Y también Aznar, Zapatero y Rajoy.

Ahora bien, ninguno de ellos fue tratado mejor que Sánchez ni se victimizó. Ninguno tuvo más medios a favor, ni más voceros en nómina que este presidente. Y ninguno puso al periodismo en el punto de mira aprovechando su posición.

Sánchez no tiene un problema con la prensa, sino con la verdad de los hechos, acuciado en la actualidad por la ola de casos de corrupción

Cualquiera puede llegar a la conclusión de que Sánchez no tiene un problema con la prensa, sino con la verdad de los hechos, acuciado en la actualidad por la ola de casos de corrupción que afrontan a su entorno más inmediato.

El sanchismo, como el kirchnerismo, no es una ideología, sino una forma de ejercer el poder en la que la verdad, simplemente, no resulta necesaria. Es más, ni siquiera existe. El relativismo moral permite el borrado de los principios y facilita los cambios de opinión, convierte la acción política en algo tan líquido como el capricho.

Esa pérdida de valor de la verdad permite, a su vez, un tratamiento del rival político en el que los límites desaparecen. Así quedó probado durante la campaña electoral de las generales con el empleo de fuertes recursos económicos para emitir materiales falsos y destructivos en las redes sociales. Bulos. Propaganda.

placeholder Pedro Sánchez. (EFE/ Sergio Pérez)
Pedro Sánchez. (EFE/ Sergio Pérez)

En 2023 se contrataron especialistas y se crearon equipos destinados a verter mierda en la vida pública. Ese precedente sirve para comprender buena parte de lo que está pasando y para adelantar lo que vendrá. Es útil porque deja probada la creación de una primera burocracia dentro de un partido político con el único fin de destruir al adversario con la munición de la falsedad.

La información publicada por este medio da fe de la creación de una segunda burocracia en el interior del Partido Socialista orientada a la ejecución de métodos de guerra sucia contra jueces y periodistas. Todo parece indicar que en el PSOE profundo hay sicarios encargados de obstaculizar la labor de la justicia y la libertad, tanto de información como de opinión. De ser así, como mínimo, la posición de Santos Cerdán sería insostenible.

La existencia de esas prácticas no es nueva en el mundo, el kirchnerismo fue pionero, el bolsonarismo y el trumpismo las perfeccionaron. Pero nunca antes se habían dado, desde dentro, en nuestro país y tampoco en nuestro continente.

Poner en la diana a periodistas debería poner en alerta a cualquier ciudadano y hacer saltar las alarmas en los distintos organismos europeos

El hecho de que el poder político pueda haber puesto en su diana a periodistas y servidores públicos, que pueda haber diseñado campañas de destrucción masiva y que las pueda haber ejecutado con toda su potencia de fuego debería poner en alerta a cualquier ciudadano y hacer saltar las alarmas en los distintos organismos europeos.

Habrá quien piense que escribir, que contar lo que opinamos, podrá hacérsenos más difícil dentro de poco. A mí, y a muchos otros, nos ocurrirá lo contrario: disfrutaremos más, seremos más conscientes de que el ejercicio de la libertad no es solo un derecho, sino también un deber. ¿Por qué?

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, atiende a los medios. (EFE/Archivo/Zipi)

En la película “Buenas noches, y buena suerte” un periodista emite un mensaje que me tatuaré según envíe este texto: “Nos proclamamos, porque lo somos, defensores de la libertad en el mundo donde quiera que exista. Pero no podemos defender la libertad ajena olvidándonos de la propia”.

En la historia, reciente, hay una muestra de cómo pueden terminar estas cosas: el kirchnerismo, asediado por la corrupción, hizo lo que aquí está comenzando. Terminó condenado en los tribunales y derrotado en las urnas. La verdad, en democracia, siempre se abre camino.

Quienes consideran que nuestra democracia está fuera de todo peligro harían bien en recordar la historia de la rana metida en una olla llena de agua. Si la temperatura sube de pronto, salta. Si lo hace despacio, grado a grado, el animal permanece dentro hasta el final.

Pedro Sánchez
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