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Elecciones USA: Trump es un adversario formidable
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Elecciones USA: Trump es un adversario formidable

Con independencia de lo que cada uno piense del candidato republicano, lo cierto es que su desempeño resulta objetivamente admirable

Foto: El candidato republicano a las elecciones de EEUU, Donald Trump. (Reuters/Brian Snyder)
El candidato republicano a las elecciones de EEUU, Donald Trump. (Reuters/Brian Snyder)
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El Partido Demócrata lo está haciendo todo bien. Está desplegando un campañón, digno de estudiarse en las facultades. El planteamiento estratégico es brillante, la captación de recursos asombrosa y todos los productos emitidos son impecables. Pero, a pesar de todo, Donald Trump mantiene opciones de cara al -5N.

Con independencia de lo que cada uno piense del candidato republicano, lo cierto es que su desempeño resulta objetivamente admirable. Está mayor, no ha cambiado ni actualizado nada, su juego es evidentemente peligroso. Y ahí está.

La competición electoral en la primera democracia occidental genera una sensación comparable al ciclismo de los años 90. Estamos ante una etapa reina, de las de alta montaña. Vemos a Harris escalando el puerto con todas sus fuerzas, con pedalada idónea, en ritmo tremendo, pero sin abrir hueco. Tiene a Trump pegado a la rueda, sentado además en la silla, sin aparentar un esfuerzo descomunal.

Si Kamala no consigue abrir una brecha de cinco puntos a escala nacional, la victoria se dirimirá en los últimos 100 metros y habrá otro sprint, a muerte, con foto finish entre demócratas y republicanos. Ese arreón imprevisible vendrá concentrado en siete estados como mucho, todos con sus peculiaridades, aunque igualmente permeables a la corriente nacional.

Foto: Debate presidencial Harris-Trump organizado por ABC en Filadelfia, Pensilvania. (Reuters/Brian Snyder)

Hace dos semanas, en vísperas del debate, las encuestas en esos siete territorios determinantes daban empate técnico porque todas las estimaciones cabían dentro del margen de error de los sondeos. Hoy la situación es algo más favorable para Harris, pero no esencialmente distinta. Las distancias entre los porcentajes de ambos siguen siendo muy exiguas.

Hay consenso estadístico en el marcador del debate, los norteamericanos consideran que la demócrata ganó el debate (a los puntos). Pero el resultado del encuentro no parece haber generado el gran efecto rebote buscado por los demócratas. La media de encuestas nacionales de hoy es igual a la de hace 15 días, clavada: 50% para ella, 46 para él.

Cabe, por lo tanto, preguntarse por las razones –más específicas- que podrían explicarnos la leve, pero importante mejoría del equipo de Kamala en los territorios clave. Como estamos hablando de Estados Unidos, no hay que darle demasiadas vueltas al asunto. El motivo suele estar relacionado con el dólar.

Durante los meses de marzo, abril y mayo, la candidatura de Trump recaudó más dinero que la de Biden. Pero solo durante agosto Kamala recibió prácticamente el triple que su contrincante. La convención, ahora se ve, fue un éxito en todos los sentidos, incluyendo uno crucial: el económico.

Ahora es cuando la diferencia de ingresos empieza a notarse, sobre todo en los millones de inversión publicitaria (radio, televisión y digital) que cada uno ha destinado a los distintos campos de la batalla electoral durante el mes de septiembre. Es difícil ver una tabla más rotunda que la siguiente.

Para seguir las encuestas, follow the money. En mi opinión, no hay indicador más fiable para desvelar las prioridades estratégicas territoriales que el destino de sus recursos económicos.

Visto así, se ve que los dos pelean con todo en Pensilvania, que Trump defiende Georgia y Arizona (justo los dos lugares donde los sondeos le mantienen con ventaja), que los demócratas están apostando fuerte por Nevada (comienzan a conquistarla) y considerando a Wisconsin absolutamente primordial.

La cuestión está en cómo es posible que los republicanos resistan después de haber perdido el debate, con mucho menos dinero en el bolsillo, mientras los demócratas han completado con éxito una delicadísima sucesión, han convertido a una mujer con fuertes indicadores de rechazo en una candidata atractiva y la están poniendo en el escaparate disponiendo, además, de todos los medios creativos imaginables.

Foto: Kamala Harris y Donald Trump. (Reuters/Marco Bello y Jeenah Moon)

Trump sigue a rueda de Kamala porque cuenta con un público cautivo que prácticamente suma la mitad del país. Queda por ver si podrá mantener, a corto plazo, el nivel de resistencia actual (muy probable), si logrará llegar a los últimos días en condiciones de disputar el sprint (verosímil) o si está aguardando a un contragolpe (menos plausible). Pero hay algo seguro, los suyos están dispuestos a llegar hasta el final.

Y el final puede ser cualquier cosa, incluyendo los peores escenarios. Si hay un elemento constante en la campaña del expresidente, es la contundente retroalimentación del victimismo agresivo para legitimar el uso de la violencia en caso de que el resultado sea suficientemente estrecho.

Esa dinámica obliga a Kamala a lograr algo más importante que ganar. Los demócratas necesitan que la victoria termine siendo inapelable. Y, al menos hoy, no se dan las circunstancias para que eso ocurra.

Foto: Trump con Vance en la Convención republicana. (Reuters/Bryan Snider)

Está tan enquistada la sociedad norteamericana, tan enferma por la polarización, que los dos polos parecen del todo petrificados. Ni siquiera los dos intentos de magnicidio han servido para alterar a la opinión pública norteamericana. Las agujas en los sismógrafos de la sociología electoral no han variado sustancialmente (igual que con el debate).

En otro tiempo, en otro país, cualquiera de esos acontecimientos agitaría las placas, voltearía la campaña aunque solo fuese durante unos pocos días. Ya no.

Las pequeñas variaciones que apreciamos al poner la lupa, las décimas que una a una va sumando Kamala en cada lugar, son el resultado de inversiones económicas millonarias que se ejecutan mediante la segmentación, prácticamente, persona a persona.

Ante una competición como esta, tan reñida, ni siquiera el color del dinero y la precisión de la tecnología aseguran nada. Por eso Donald Trump sigue siendo un adversario formidable. Después de todo lo ocurrido y ante todo lo que puede venir, todavía puede ser elegido si el 5 de noviembre va y llueve en un pequeño condado de Pensilvania.

El Partido Demócrata lo está haciendo todo bien. Está desplegando un campañón, digno de estudiarse en las facultades. El planteamiento estratégico es brillante, la captación de recursos asombrosa y todos los productos emitidos son impecables. Pero, a pesar de todo, Donald Trump mantiene opciones de cara al -5N.

Donald Trump Estados Unidos (EEUU)
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