El mártir Pedro y la madre de todas las conspiraciones

Estamos viendo cosas que nunca habríamos creído ciertas. Y habrá más por lo que parece. Pero, de momento, esta primera semana de viacrucis judicial sanchista ya ha provocado un salto retórico que quiebra la relación de sus fieles con la realidad.

Estamos escuchando declaraciones tan delirantes, tan inquietantes, que bien podrían haber sido escritas cuando el "boom latinoamericano", en aquellas novelas que mostraban las contradicciones de los sistemas autoritarios, su afán de absurda grandiosidad y su obsesión para retorcer y deformar la realidad.

La televisión transmite testimonios tan enajenados, tan insanos, que hasta parecen emitidos por miembros del evangelismo más sectario con el zumbado aliento de los personajes imaginados por los hermanos Coen.

¿Exagero? Me quedo corto. En muy poco tiempo, hemos pasado del mayor acto de culto al líder nunca visto en nuestra democracia –el Congreso del PSOE- a un discurso mesiánico y obsceno.

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“Desde Madrid […] donde milita nuestro secretario general […] queremos mandarle un abrazo, un reconocimiento, una solidaridad fraternal, de todo este partido porque estamos contigo, porque sabemos que quieren rodearte familiarmente, porque sabemos que van a por ti, porque nos representas. Representas lo mejor del progreso de España”.

Esas palabras fueron pronunciadas por la ministra Montero un día antes de que El Mundo publicase los mensajes entre su jefe de Gabinete y Koldo…

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“Por favor, llámame cuando puedas, me está quitando la vida estos dos temas me está generando un problema personal, ayúdame y en cuatro años solo te llamaré para cenar juntos con lo de Ferraz y pase lo que pase, por favor, ven a las cenas”.

Ese contraste entre lo que se dicen entre ellos y lo que nos cuentan a nosotros refleja los problemas que tiene el sanchismo para ejercer tanto su defensa judicial como su defensa social bajo el aluvión actual de presunta corrupción.

Los casos son tantos y están localizados tan cerca del presidente que hacen imposible un discurso racional capaz de aislarle y mantenerle intacto. Perdido eso, quedan el pensamiento mágico para convertirle en víctima y el sectarismo para canonizarle.

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Sucede, sin embargo, que para ser elevado a santo deben comprobarse los milagros, es decir, tiene que haber evidencias indiscutibles de la divinidad en lo material. Y aquí no las hay porque el Gobierno no puede gobernar.

Por ese motivo, la vicepresidenta Montero no afirma “van a por ti por lo que estás haciendo” sino por lo que representas –“representas lo mejor del progreso de España”-. Esa es una idea interesante para el evangelio sanchista, está bien traída: “el one” no puede ser un santo, pero “el puto amo” sí puede ser el mártir del progreso.

Uno se convierte en mártir cuando muere en defensa de sus ideales o se sacrifica en la lucha contra el mal. Y, como vivimos en una cultura judeocristiana, encontramos la historia muchos ejemplos de líderes políticos que han terminado convirtiéndose en mártires civiles: Martin Luther King, Che Guevara, Juana de Arco, Gandhi…

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El caso de Salvador Allende es distinto, él estaba en el poder y permanece como mártir de la democracia y de la izquierda porque perdió su vida tras el golpe de 1973.

La idea del golpe, del golpismo, encaja bien con el pasado español. Pertenece al territorio simbólico. Y, con el objetivo de restar importancia a la corrupción, está siendo desenvuelta por los progresistas de nuestro país que ya sólo combaten ideológicamente en el pasado. Montero: “Sabemos que van a por ti”.

¿Quiénes? ¿Quiénes van a por el Mártir? La propia vicepresidenta daba la clave en la misma intervención un minuto antes: “Ellos que creen que el poder les pertenece, de siempre, creen que por cuna, por estatus, por riqueza, el poder les pertenece a ellos”. Los malos, la gran conspiración. Agárrense porque es lo que viene. Ya huele.

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Según vaya estrechándose el cerco, según vayan cayendo una detrás de otra las pobres barreras levantadas para contener la mierda, veremos a los minions sanchistas defender la tesis de la gran conspiración con el mismo fervor con el que los diputados socialistas aplaudieron a Ábalos en el Parlamento.

Están a punto de recibir el argumentario. Prepárense, queridos lectores, para aguantar la respiración. El hedor en el aliento del poder político, en eso que llaman el relato y no es otra cosa que un cuento chino, está a punto de ser esparcido.

Nos dirán que a por el Mártir llegan, armados hasta los dientes, los jueces y Pablo Motos, los populares y Netanyahu, los periodistas y Donald Trump, la Guardia Civil y Vicente Vallés, las grandes empresas y Roro, los poderes ocultos y Ayuso, la banca y Desokupa, el Rey y Nacho Cano, la banca y los nazis de Paiporta, las grandes corporaciones y Ketty Garat, Elon Musk y el franquismo sociológico, Dani Carvajal y Amancio, Ana Rosa y el CNI, también el muy sinvergüenza de Iker Jiménez… Vienen todos…

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Y como vienen, nada de dimitir si un miembro del Gobierno es imputado, tampoco el fiscal general y mucho menos si fuese el presidente, porque aquí lo importante no es si debe o no debe haber principio de responsabilidad política, si la ética está o no siendo violada, si los indicios de delito provocan el vómito o el llanto. Lo único que importa es que el Mártir esté bien. Importa, claro, porque si él cae lo que se viene abajo es el chiringuito entero.

El proceso de canonización de Sánchez que se inicia ahora también acabará siendo insostenible. Podría caer porque la narración está llena de contradicciones insalvables. Pero lo hará porque el escándalo ya resulta inatajable. Cada jornada demuestra cómo la realidad revienta la ficción del día anterior.

Una tarde das un mitin como el de la vicepresidenta Montero y a la mañana siguiente salen en la prensa los mensajes de tu mano derecha. No es la excepción, sino la norma. Y apuesto a que la agenda de esta semana y el calendario del año que viene serán la demostración.