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Crónicas desde el frente viral
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Los problemas del PSOE en las encuestas
Cualquiera que dedique un rato al estudio de la opinión pública, llegará a la conclusión de que Sánchez no recibirá una sola encuesta en 2025 que le invite a convocar elecciones
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¿Cuándo caerá el PSOE en las encuestas? La pregunta circula entre los españoles conservadores con un punto de ansiedad, como si creyesen que cualquier día de estos podrían retumbar las trompetas demoscópicas del apocalipsis, cinco minutos antes de que la línea roja caiga a plomo en todos los sondeos. Nada de eso ocurrirá. Sin embargo, la bajada ya se está dando.
Viene pasando en términos históricos. Sánchez ha sido candidato a presidente en cinco ocasiones. Suyos son cinco de los seis peores resultados de la historia reciente del socialismo.
Y está pasando, también, en términos que podríamos llamar de coyuntura. Apenas ha transcurrido un año y medio desde la pasada llamada a urnas. De entonces a ahora, tal y como señalan los sondeos más recientes, el PSOE ha perdido más de un millón de votos.
Y si el Partido Socialista “aguanta” –el verbo “aguantar” pertenece más al pensamiento mágico que al sociológico- es porque la crisis en la extrema izquierda está siendo terminal. El trasvase desde Sumar está maquillando la bajada de los socialistas, aunque no parece que quede ya mucho electorado por transferir.
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Conviene recordar que el presidente, tras haber perdido, se presentó al país no como el representante de un partido sino como el dirigente de un bloque político que hoy tendría mucho menos respaldo electoral del que tuvo.
Cualquiera que dedique un rato al estudio de la opinión pública patria, llegará a la conclusión de que Sánchez no recibirá una sola encuesta en 2025 que le invite a convocar elecciones. Quien haga un análisis dinámico no tardará en concluir que las cifras difícilmente mejorarán.
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Según Sociométrica, el 44% de los votantes socialistas sostiene que la unidad de España ha empeorado respecto al año 2000. En ese mismo electorado, el 46% piensa que la igualdad entre españoles ha ido a peor. Y el 64% sostiene que la calidad de nuestra democracia ha bajado. No parecen los mejores datos para un Ejecutivo que lleva gobernando desde 2018.
Y no da precisamente la impresión de que la percepción de deterioro sistémico sea un cuento de la fachosfera. El desencanto y la decepción con el camino que lleva España son transversales.
Con bastante frecuencia y sin un porcentaje en la mano, los minions sanchistas suelen argumentar que la cuestión territorial está amortizada. Desarbolar esa falsedad no lleva demasiado trabajo, un poquito de rigor basta para medir la distancia sideral que hay entre el verbo de las élites sanchistas y el sentimiento de los votantes socialistas.
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Centrémonos de nuevo en quienes votaron PSOE en julio de 2023: 57% de rechazo a la financiación singular para Cataluña, 60% de rechazo a que se pueda negociar con Junts en Bruselas, 67% de rechazo a que se transfieran a la Generalitat el control de la inmigración y las fronteras.
Cuando hablamos de “análisis dinámico” nos referimos justo a esto, a lo que viene, a las exigencias que el nacionalismo le ha dictado al presidente. No parece el más estimulante de los posibles horizontes para el electorado socialista.
La opción de refugiarse en el discurso social, seña de identidad histórica del socialismo contemporáneo, no parece muy promisoria, se miran un poco los números. Esos votantes no emiten valoraciones muy positivas. Respecto al año 2000, el 63% considera que ha empeorado la educación, el 74% que ha empeorado la sanidad, el 88% que ha empeorado el acceso a la vivienda. Los seis años de Gobierno de Sánchez han desposeído al Partido Socialista de una de sus principales fortalezas: las políticas sociales.
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A continuación, profundicemos en la inmigración, otra cuestión que marcará la actualidad de 2028. También aquí puede medirse la separación entre el planeta de las élites sanchistas y los barrios de los votantes socialistas. Seguimos resaltando únicamente a los que votaron PSOE la última vez. El 43% opina que la inmigración es excesiva –cinco puntos más de los que la ven adecuada-. El 44,5% cree que se tienen que endurecer las medidas contra la inmigración ilegal –cinco puntos más de los que se oponen-.
A lo largo de esta década, la socialdemocracia ha redefinido su posición sobre la cuestión migratoria siendo consciente de que la demanda de su base electoral es clara, piden “control”. La única excepción está en el PSOE que sigue sin adaptarse y no por una cuestión de principios, sino por una anemia ideológica que ha provocado la parálisis ideológica.
Resulta más que complicado encontrar en la sociología algún número al que pueda agarrarse el sanchismo para tener algo de esperanza en este 2025. El año se les va a hacer peor que duro, entre otros motivos porque los casos de presunta corrupción en el entorno del presidente apuntan a monopolizar la conversación por mucho que se quiera inyectar más y más polarización.
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Todo parece indicar que nos quedan muchas cosas por ver. Pero en los sondeos ya pueden verse cosas que nunca habríamos imaginado. Retomemos una encuesta, elaborada también por Sociométrica, el pasado 24 de noviembre –antes de que se publicasen no pocas informaciones respecto a las siguientes cuestiones-…
El 33% de quienes votaron al PSOE en las últimas elecciones generales creen que Aldama sí pagó sobornos al jefe de gabinete de la ministra de Hacienda.
El 38% piensa que Aldama sí pagó 15.000 euros a Cerdán.
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El 50% considera que Aldama sí pagó 25.000 euros a Koldo y 650.000 a Ábalos.
Hace un mes y medio, dentro del electorado socialista, el 25% pensaba que Sánchez debía dimitir por su responsabilidad política, el 29% que tendría que dimitir si se demuestra que otros altos cargos cobraron sobornos. Sólo 47% de sus votantes sostenía que el presidente no debería dimitir en ningún caso. Ante la presente aceleración de los acontecimientos, no parece insensato preguntarse cómo estarán esas cifras dentro de otro mes y medio.
Después de seis años de gobierno, los votantes socialistas no están satisfechos con la dirección que lleva España, tampoco con las políticas sociales, existe una clara preocupación con la inmigración que no está siendo atendida, el rechazo a la barra libre que se concede a los independentistas no va a menos y la corrupción está actuando sobre el ánimo.
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La transferencia de votos socialistas hacia el PP se ha abierto, la autopista hacia la desmovilización está inaugurada. Lo que llega de Sumar no da para mucho más.
El descrédito de Sánchez, que ya parece ser el presidente más rechazado- por no decir odiado- que se recuerda, hace del líder un peso muerto.
La velocidad hacia el golpe puede variar, eso está por decidirse. En mi opinión, lo relevante es que la trayectoria es irremediable y no se ve pedal para frenar.
¿Cuándo caerá el PSOE en las encuestas? La pregunta circula entre los españoles conservadores con un punto de ansiedad, como si creyesen que cualquier día de estos podrían retumbar las trompetas demoscópicas del apocalipsis, cinco minutos antes de que la línea roja caiga a plomo en todos los sondeos. Nada de eso ocurrirá. Sin embargo, la bajada ya se está dando.