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La competición destructiva en la izquierda española
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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La competición destructiva en la izquierda española

Ya hemos llegado al punto en el que deglutir a todo lo que está a la izquierda del PSOE es una cuestión de supervivencia para Sánchez

Foto: Pedro Sánchez, Yolanda Díaz y Carlos Cuerpo. (EFE)
Pedro Sánchez, Yolanda Díaz y Carlos Cuerpo. (EFE)
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David Lynch descubrió que si la vida no tiene sentido tampoco tiene por qué tenerlo el cine. Y con la actualidad política comienza a ocurrirnos algo parecido. Ahora que la búsqueda del bien común ha desaparecido, el análisis de la actualidad queda restringido a la reflexión sobre las posibles direcciones de unos intereses parciales que están condicionados por la variabilidad de las circunstancias.

Los comportamientos de los distintos actores partidarios han dejado de ser sólidos. Casi cada día, comprobamos que lo que antes valía para unos se torna útil y válido para los contrarios, incluso legítimo después de haber sido criticado, tal y como ocurre, por ejemplo, con la relación de unos y otros con Puigdemont. Antes no, ahora sí y así con todo.

El poderío de lo absurdo se nos muestra todavía mayor, al comparar el presente con la realidad de hace unos pocos años. Ha pasado poco tiempo, por poner un ejemplo, desde que Errejón fascinaba al público con aquel vocabulario cursi e intrincado que parecía distinto a todo lo anterior… Supongo que más de uno recordará la chorrada aquella del "núcleo irradiador". Y puede que alguno no haya olvidado su tesis de la "competición virtuosa". Ese segundo concepto tenía su interés y, desde luego, ha tenido consecuencias irreversibles en España.

En aquel momento concreto, el marco de la "competición virtuosa" servía para contar al progresismo que había suficiente espacio para que Podemos y el PSOE creciesen simultáneamente sin llegar a dañarse mutuamente. La construcción intelectual contenía una derivada estratégica, práctica. Conllevaba asumir como lógico y deseable que los socialistas terminasen cediendo varios ministerios a la extrema izquierda, cosa que nunca antes había sucedido en nuestro país e implicaba una transformación completa en la naturaleza del Partido Socialista.

Hoy hay suficiente espacio para que el Partido Popular y VOX crezcan simultáneamente sin llegar a dañarse, eso proyectan los sondeos

Durante aquellos años, llevados por la moda y los complejos, casi todos los progresistas prefirieron mirar hacia otro lado y no pensar en lo que vendría después, en lo que estamos viviendo ahora. Fuimos muy pocos los que advertimos la dificultad de encontrarle la virtud a la "competición virtuosa" que vendía el populismo teñido de progresista.

El tiempo ha pasado y nos trae en 2025 una fisura de la lógica política que bien podría haber firmado David Lynch. Resulta que la "competición virtuosa" ha cambiado de bando, que está latiendo en el bloque conservador. En el estado actual de las cosas, hay suficiente espacio en la derecha para que el Partido Popular y VOX crezcan simultáneamente sin llegar a dañarse. De hecho, esa es la imagen que los distintos sondeos vienen proyectando desde hace meses.

Hasta tal punto es así, que no resulta arriesgado anticipar el escenario de que los de Abascal puedan llegar a la zona del 18% mientras los de Feijóo permanezcan instalados en torno al 35%. Nunca antes había pasado algo parecido. En el pasado, el PP reuniendo a casi todo el electorado conservador llegó a alcanzar el 44%; ahora, juntos, superan o superarán pronto la mitad.

El volumen del espacio progresista es hoy menor que nunca. Donde antes pudo haber "competición virtuosa" hoy hay destrucción

Si nos fijamos en la coyuntura, veremos que los populares atraen votos que fueron socialistas y que VOX, a quien tanto he criticado por su torpeza, parece estar empezando a comportarse de una manera que puede disgustar en lo ideológico, pero que no deja de ser electoralmente racional. Mientras la nueva "competición virtuosa" toma forma, son pocos los liberales y los conservadores que reflexionan sobre las implicaciones que esta dinámica puede tener para el conjunto de nuestra nación y para la naturaleza del PP.

No está de más señalar que la sinergia de la derecha será tan poco inocua como la que hubo antes en la izquierda. Y no creo que quienes antes no se preocuparon por lo que pasó entre Podemos y el PSOE tengan demasiado derecho hoy para echarse las manos a la cabeza por lo que parece venir entre VOX y el Partido Popular. A estas alturas, escandalizarse selectivamente es un capricho que, en mi opinión, refleja tanta incoherencia como inmadurez democrática.

Lo cierto es que las tornas han cambiado y además del todo. El volumen del espacio progresista es hoy menor que nunca, por lo tanto, donde antes pudo haber "competición virtuosa" ya solo puede haber competición destructiva. El paisaje es otro. El Partido Socialista se ha adaptado y los de Sumar ni siquiera están siendo capaces de detectar el cambio.

La única suma viable para el PSOE es competir con el PP en escaños y que la suma con los nacionalistas alcance a ser bastante

Al sanchismo ya no le interesa que el proyecto de Yolanda Díaz pueda levantar cabeza porque el tamaño del pastel se ha reducido. Es más, los socialistas necesitan que fracase y están trabajando con denuedo para que ocurra cuanto antes. Hoy, en Ferraz, el punto de mira central apunta a la Ministra de Trabajo y luego a Podemos, a los que tanto pecho sacan y no tienen pulmones.

Ya hemos llegado al punto en el que deglutir a todo lo que está a la izquierda del PSOE es una cuestión de supervivencia para Sánchez. No tiene más opciones. Aunque sea remotísima, la única suma viable para mantener el poder requiere que el Partido Socialista pueda competir con el PP en la distribución de escaños —eso requiere la menor distancia posible— y que la suma con todas las fuerzas nacionalistas alcance a ser bastante.

La extrema izquierda dejó preñado al Partido Socialista de populismo y la criatura ya anda sola

Visto así, da lastimita ver a Yolanda Díaz porfiando con el ministro Cuerpo. Está tratando de echarle un pulso a quien el Presidente ha designado como enterrador de Sumar. La extrema izquierda de este país, tan habituada a repartir carnés de fascista desde una superioridad moral que no tiene, distribuye ahora certificados de buena o de mala persona en función del casito que reciba de su adversario existencial. Ese es el nivel.

Y, a pesar de todo, del fracaso de sus siglas, de la mediocridad en el ejercicio del liderazgo, de la derrota cultural que ni siquiera han detectado, nadie puede decir que el fracaso de la extrema izquierda sea ideológico. Dejaron preñado al PSOE de populismo y la criatura ya anda sola. Los socialistas van poniendo velitas a la extrema derecha para ver si, de la peor de las maneras posibles, hay suerte.

David Lynch descubrió que si la vida no tiene sentido tampoco tiene por qué tenerlo el cine. Y con la actualidad política comienza a ocurrirnos algo parecido. Ahora que la búsqueda del bien común ha desaparecido, el análisis de la actualidad queda restringido a la reflexión sobre las posibles direcciones de unos intereses parciales que están condicionados por la variabilidad de las circunstancias.

Carlos Cuerpo Yolanda Díaz Sumar
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