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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Sánchez solo gobierna para sí mismo

Hay una falsa paradoja en el hecho de que el gobierno solo gobierne para sí mismo con un Presidente cada vez menos capaz de gobernarse. Parece una contradicción, pero se puede despejar

Foto: Pedro Sánchez interviene en un evento del Grupo Prisa en octubre de 2024, en Barcelona. (EFE/Quique García)
Pedro Sánchez interviene en un evento del Grupo Prisa en octubre de 2024, en Barcelona. (EFE/Quique García)
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Llámenlo corazonada, si quieren intuición, elijan la palabra que quieran, da un poco igual. No logro deshacerme de una opinión: creo que Sánchez le ha dedicado esta semana más tiempo a la guerra de Prisa que a la guerra de Ucrania. El resto de los presidentes andan volcados en la emergencia porque están en el aire el bolsillo y la seguridad de la democracia, ya ven a Starmer y a Macron. Pero él está a otra cosa y, en su lógica, hasta podría resultar lógico.

España tiene un Gobierno congénitamente enfermo que se ve forzado a emplear todas sus energías, sus recursos y su tiempo a seguir viviendo a costa de lo que sea. Para lo demás, no alcanza. Viven al día. Y amanecen sin la certeza de cuál será la crisis que habrá de afrontarse durante la mañana. Cuando los socios de investidura quieren, toca crisis parlamentaria. Cuando la socia quiere sacar la cabeza que sabe puesta en la guillotina, toca crisis en el propio seno del Ejecutivo. Y cuando la verdad se publica o la justicia hace su trabajo, toca otra vuelta de tuerca en cualquiera de los múltiples casos de presunta corrupción.

Están a expensas de unos acontecimientos que no controlan y eso lo restringe todo. Para Moncloa, el largo plazo ya dura entre 7 y 14 días, tal y como hemos comprobado esta semana. Trataron de simultanear dos señales de vitalidad y terminaron emitiendo dos de debilidad. Buscaron la imagen de recomposición de la mayoría en el Congreso y acabaron encabronando a todos los españoles.

No logro deshacerme de una opinión: creo que Sánchez le ha dedicado esta semana más tiempo a la guerra de Prisa que a la guerra de Ucrania

Trabajaron un paso más en la ofensiva al sector privado y acabaron siendo públicamente humillados en la arena de su principal grupo de comunicación por una venganza que ni siquiera detectaron. La amnistía a la deuda catalana, acumulada durante años de negligencia y corrupción de las élites nacionalistas, no ha terminado blanqueada como pretendían.

Tenía mala venta desde el principio, porque no era más que el pago a la investidura de Illa que fijaron los de ERC. Pero se ha caído el disfraz de causa general y no ha funcionado el juego habitual de inversión de la carga para que fuese Feijóo quien terminase dando explicaciones.

España tiene un Gobierno enfermo que debe emplear todas sus energías, sus recursos y su tiempo a seguir viviendo a costa de lo que sea

Además, han quemado un poco más a María Jesús Montero como candidata andaluza. Supongo que Sánchez tomó nota de las deslealtades que ella cometió durante sus cinco días de desaparición pública y que la está castigando ahora. Por eso se le ve convertido en el director de campaña de Juanma Moreno Bonilla. Ha de reconocerse que le está poniendo esmero: nadie puede hacerle más daño a los socialistas andaluces que este secretario general del PSOE. Se está superando a sí mismo.

Mientras faltaba el respeto a los españoles con un argumento insultante, el poder político ha empezado a pagar en Prisa las primeras consecuencias de tratar a un tiburón como si fuese un militante del PSOE enchufado en un puesto público.

Foto: Marc Murtra. (Reuters / Susana Vera)

Yo no sé si habrá más empresarios que opten por la hostilidad frente a tanta arbitrariedad y ante la creciente imposibilidad de que pueda renovar su mandato. Pero sí que veo que cada vez encuentra Sánchez más hormas para su zapato. Y, desde luego, sí que considero que esta crisis solo podrá resolverse en modo cruento.

Habrá violencia, porque al sanchismo le va la vida en ello. Cualquier Gobierno polarizador necesita tener todos los altavoces a tope todo el rato. De otro modo, no puede mantener a su público en estado permanente de exaltación y enajenación.

El micrófono está en los atriles, pero el altavoz es la Cadena Ser. Los votantes socialistas consumen el recuerdo de esa radio y leen lo que queda de El País. Sin esos repetidores pierde pie la campaña de intoxicación sobre la que la adhesión de los votantes socialistas.

Cualquier Gobierno polarizador necesita tener todos los altavoces a tope todo el rato. De otro modo, no puede mantener a su público exaltado

El relato se cae en cuanto deja de reverberar. Un relato que consiste en confundir la alternancia con un hecho traumático insoportable para la mitad del país, muy en la línea de Largo Caballero en su momento.

La alternancia en el poder es una función biológica primordial de la democracia. Es más que deseable, es necesaria. Desde la toma de Prisa, el sanchismo ha estado inyectando cada mañana en la sociedad una idea que yo considero peligrosa porque conlleva juguetear con el colapso democrático. La idea de que la alternancia supone una amenaza existencial de tanta envergadura que legitima todo lo que pueda hacerse para evitarla y que, incluso, justifica cualquier mentira, cualquier tropelía y cualquier delito. La idea que permite la aplicación de la asimetría moral, según la cual un progresista no debe escandalizarse cuando el sujeto del escándalo es un compañero y debe aplaudir siempre que el correligionario se comporte como suelen comportarse los delincuentes.

Hay una falsa paradoja en el hecho de que el gobierno solo gobierne para sí mismo con un presidente menos capaz de gobernarse. Parece una contradicción, pero se puede despejar con facilidad. Me llama la atención que los distintos adversarios del sanchismo no den muestras de haber comprendido la fuerza motriz que explica las vueltas de tuerca autoritarias, la tosquedad de las maniobras y la zafiedad para comunicar.

Trabajaron un paso más en la ofensiva al sector privado y acabaron siendo humillados en la arena de su principal grupo de comunicación

Nada de eso, en mi opinión, responde a un incremento de la brutalidad porque la brutalidad ya no puede ir a más, venía de fábrica desde el principio. Si todo en su acción política se nos evidencia cada más tosco y más basto, es porque todas las partes responden a un mismo instinto más primario. Miro a Sánchez y le huelo el miedo.

No digo que haya dejado de ser peligroso. Pero huele a miedo. Huele mucho a mucho miedo. Y apuesto a que, cuanto mayor sea su temor, mayores serán las probabilidades de que colapse.

Está cometiendo errores no forzados, está midiendo peor, está teniendo episodios que podrían calificarse de descompensación. Queda mucho, intentará que hasta el final. Pero queda menos. Y no me refiero al tiempo, sino a él mismo.

Llámenlo corazonada, si quieren intuición, elijan la palabra que quieran, da un poco igual. No logro deshacerme de una opinión: creo que Sánchez le ha dedicado esta semana más tiempo a la guerra de Prisa que a la guerra de Ucrania. El resto de los presidentes andan volcados en la emergencia porque están en el aire el bolsillo y la seguridad de la democracia, ya ven a Starmer y a Macron. Pero él está a otra cosa y, en su lógica, hasta podría resultar lógico.

Pedro Sánchez
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