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Ábalos, 'Anora' y la Tercera Guerra Mundial
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Ábalos, 'Anora' y la Tercera Guerra Mundial

El melodrama de las "señoritas" parece generar más atención y más escándalo que la instalación de una casta con costra incorporada. Estamos confundiendo el síntoma con la enfermedad

Foto: El exministro de Transportes José Luis Ábalos. (Europa Press/Fernando Sánchez)
El exministro de Transportes José Luis Ábalos. (Europa Press/Fernando Sánchez)
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La información que viene publicándose sobre las relaciones sexuales del anterior número dos del Partido Socialista puede ser útil para atrapar el aroma a impunidad del poder político actual, pero sobre todo vale para contar algunas cosas de la sociedad española. “El mundo se derrumba y tú y yo…”, tú y yo estamos pendientes de la porquería. ¿Por qué?

Básicamente, porque los españoles seguimos siendo unos puritanos con tendencia a ver la corrupción como algo inevitable que, además, debe juzgarse de manera selectiva, es decir, en función de si el color político del presunto delincuente coincide o no coincide con el nuestro.

España es todavía puritana porque los españoles seguimos sosteniendo que el sexo sólo puede darse cuando hay amor y eso permite el cinismo de justificar la prostitución mediante la sentimentalización.

En mi opinión, la cuestión requiere un debate público serio en el que tanto abolicionistas como despenalizadores cuentan con razones muy respetables. Ahora bien, no termino de estar seguro de que la mejor manera de afrontar el asunto sea con el libro de Romeo y Julieta en la mano.

Foto: Carolina Perles, tercera esposa de José Luis Ábalos. (GTRES)

En esencia, ese es el argumento que ha mantenido Ábalos, al juguetear con los términos “novia” y “pareja” que tantos medios de comunicación han dado por buenos.

La sentimentalización del posible trabajo sexual ofrece, en este caso, un puente para refugiarse en el terreno de la intimidad y diluir el problemita de que pueda haber habido dinero poco limpio de por medio.

El mañana ha sido sustituido por la proyección de una inmediatez teñida de filtro de Instagram

Como es lógico, esa construcción emocional puede crujir frente a informaciones que involucren a más mujeres. Y el romanticismo postizo se desmorona si no puede hablarse de “relación monógama”. En ese punto, hay más dificultad para hablar de amor en lugar de decir sexo.

La recién oscarizada Anora aborda la trampa de la sentimentalización desde el ángulo de la trabajadora sexual. Y, al hacerlo, nos desvela la transformación que ha sufrido el “sueño americano” y, como consecuencia, toda la cultura occidental.

En esta época nuestra, tener éxito ha dejado de ser lo que fue antes. La noción del proyecto vital ya no consiste en formarse y formar una familia, en trabajar y tratar de ahorrar para tener tranquilidad en el futuro. El día de mañana ha sido sustituido por la proyección de una inmediatez teñida de filtro de Instagram.

Foto: 'Anora', de Sean Baker. (Neon)

La película nos cuenta que el éxito de ahora, como el de Anora, cabe en una imagen efímera que renuncia a los afectos y encumbra el exceso por medio del exhibicionismo.

La casa de lujo, el deseo llovido del cielo y todo lo demás que atraviesa el primer acto es un espejismo. Es un cuento de hadas digitales. Es una mentira que amenaza a la trabajadora sexual con su vuelta a la casilla de salida y la imposibilidad de salir del bucle.

Eso sí, la vida del cliente no se altera ni un milímetro. Es el mercado, amigos. Y siempre ha sido así. En el negocio del intercambio de fluidos no sólo se trafica con el placer, también se comercia con las satisfacciones.

Foto: Jéssica a la entrada de su declaración en el Supremo. (EFE/Javier Lizon)

Y las satisfacciones están frecuentemente conectadas con la posibilidad de anestesiar, aunque sea por un rato, a los complejos.

Quizá el complejo de clase podría explicar la abundancia de estos servicios en los casos de presunta corrupción que ensucian las siglas socialistas.

Muchas décadas atrás, los señoritos tenían mantenidas. Y no era extraño que las clases altas recurriesen a sus contactos en las altas instancias de la administración para sustituir el mérito por el enchufismo.

Foto: Mikey Madison y Sean Baker con dos de sus estatuillas por 'Anora'. (Carlos Barria/ Reuters)

En este país nuestro, se aprecian hoy cada vez más indicios de conductas que no parecen muy distantes del modo de vida disfrutado por las élites extractivas del franquismo, con la diferencia –no menor- de que el pago por algunas prestaciones podría corresponderle no al bolsillo del cliente sino al del ciudadano.

En el resto de comportamientos las distinciones aparentan ser menos relevantes. El “Usted no sabe con quién está hablando” ha perdido el “Usted” pero es igual de soberbio y no menos empleado.

Y la celebración de cacerías ha dejado de ser necesaria para el reparto discrecional de los recursos nacionales porque por WhatsApp se hace más y más rápido. Son simples matices, lo sustancial está en otra parte y viene ahora.

Adoramos los memes, las nuevas bromas en la barra de bar pero desde el sofá. Y es que hay que ver lo cachondos que somos los españoles

Algo no debe marcharnos muy bien cuando el melodrama de las “señoritas” parece generar más atención y más escándalo que la instalación de una casta con costra incorporada. Creo que estamos confundiendo el síntoma con la enfermedad.

Y veo que nos gusta revolcarnos en la moralina. Lo hacemos mientras el poder ejecutivo da una muestra tras otra de comportarse como si su poder fuera absoluto y los casos de presunta corrupción dibujan el círculo del entorno inmediato del presidente del Gobierno.

Peeero… nos gustan las chanzas y adoramos los memes, las nuevas bromas en la barra de bar pero desde el sofá. Y es que hay que ver lo cachondos que somos los españoles. Nadie como nosotros.

Foto: Óscar Puente, ministro de Transportes, en la Comisión de investigación del caso Koldo en el Senado / EFE. Kiko Huesca.

Convertimos un catálogo de trabajadoras del sexo en una fiesta y, cuando los saludos nazis se normalizan, resulta que tenemos resaca.

Da bajona contar que la extrema izquierda y la extrema derecha están trabajando para el enemigo. Pero siempre quedan fuerzas para comparar a Ábalos con Torrente. Al fin y al cabo todos somos un poco Torrente y, por lo tanto, también un poco los dos. ¿Verdad?

En cualquier lugar desarrollado la corrupción estaría marcando, además de la actualidad, la conversación nacional.

En este momento, en todo occidente, el gran debate público gira en torno a la necesidad de prepararse frente a la amenaza existencial que está planteada.

“El mundo se derrumba y tú y yo nos enamoramos”. La frase es de Casablanca, una película con la Segunda Guerra Mundial de fondo. Aquí preferimos descojonarnos.

La información que viene publicándose sobre las relaciones sexuales del anterior número dos del Partido Socialista puede ser útil para atrapar el aroma a impunidad del poder político actual, pero sobre todo vale para contar algunas cosas de la sociedad española. “El mundo se derrumba y tú y yo…”, tú y yo estamos pendientes de la porquería. ¿Por qué?

José Luis Ábalos
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