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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Casi todo va al revés de como quiere Trump

Por debajo del flujo constante de comunicación saturada y viral, lo cierto es que Trump está cometiendo errores, está encontrando resistencias no previstas y topándose con resultados indeseados

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump. (Reuters/Carlos Barria)
El presidente de EEUU, Donald Trump. (Reuters/Carlos Barria)
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Todos pensamos lo mismo tras el aplastante triunfo de noviembre, dimos por hecho que la revolución iliberal tomaría todavía más velocidad. El pesimismo y el temor se extendieron en todo occidente, aumentó el miedo a que la democracia termine siendo un paréntesis histórico. Sin embargo, los hechos no parecen ir en esa dirección, al menos por el momento. Puede que sólo sea un espasmo, una especie de canto del cisne, eso se puede debatir. En cualquier caso, no puede discutirse que existe una reacción.

Creímos que Estados Unidos entraría en un episodio de euforia económica y no ha sido así. El estado actual es de shock: la bolsa ha caído, el malestar con la inflación ha aumentado y la percepción del riesgo de recesión se ha multiplicado. El discurso electoral del éxito inmediato choca con lo que están sintiendo las empresas y las familias norteamericanas. Como consecuencia, el respaldo social al presidente viene bajando semana tras semana, singularmente entre los propios votantes.

El golpe a la democracia norteamericana se está ejecutando a toda velocidad, eso es cierto. Pero la opción del tercer mandato sigue pasando por una conjunción de circunstancias: límite biológico, reforma constitucional, apagado de los mecanismos de equilibrio y control -jueces y Estados-, apoyo ciudadano e incomparecencia del Partido Demócrata. A pesar de la velocidad de los acontecimientos, el escenario central permanece: Trump no será candidato en 2028.

Creímos que la multinacional de la ultraderecha se robustecería rápidamente, no ha sido así. Hoy las tensiones son mayores que antes. En Francia se ha producido un distanciamiento: Bardella emitió una contundente muestra de rechazo al saludo nazi de Bannon. Italia no emite la misma cercanía: Meloni se ha aproximado más a Bruselas que a Washington, sus resistencias respecto al gasto en defensa tienen más que ver con lo interno que con lo internacional. En Alemania: la AfD obtuvo un resultado histórico pero la interferencia espoleada por Elon Musk -cuyos problemas se han multiplicado- tuvo un efecto electoral nulo. Son tres ejemplos -hay más-. Son las tres naciones europeas con más peso.

En España, la llegada de Trump al poder ha frenado el ciclo alcista que Vox venía disfrutando en las encuestas desde la dana. Las críticas internas por la sumisión al trumpismo -aranceles y atlantismo- han aumentado tanto como los conflictos internos. No puede hablarse de un periodo de “luna de miel”, más bien sucede lo contrario, la lógica apunta más al divorcio.

Foto: Santiago Abascal y sus socios europeos. (EFE)

Por debajo del flujo constante de comunicación saturada y viral, lo cierto es que Trump está cometiendo errores, está encontrando resistencias no previstas y topándose con resultados indeseados. Creímos que la dinámica del nuevo imperialismo se haría irrefrenable, no ha sido así. Desde luego, no en el propio continente americano: México está sabiendo responder al acoso arancelario con más eficacia y astucia de las esperadas. Y Canadá se ha puesto en pie.

Los liberales de Trudeau estaban 23 puntos por debajo de los conservadores en los sondeos del 1 de enero. La amenaza y el cambio de liderazgo en el partido han dado la vuelta a la tortilla: hoy están 2 puntos por encima. Han adelantado las elecciones y tienen serias opciones de gobernar. Hay mejores ideas que tratar a las naciones amigas como si fuesen colonias. Y hay que ser bastante ingenuo para creer que una agresión de carácter nacionalista no generará una respuesta igualmente nacionalista en el agredido.

Foto: Mark Carney, el nuevo primer ministro canadiense, estrecha la mano del presidente francés, Emmanuel Macron. (Seal Kilpatrick/Europa Press)

Creímos que el multilateralismo se vería aniquilado, no ha sido así. Es cierto que el golpe a la OTAN es de muy difícil recuperación, pero no está de más echarle un ojo a lo que viene sucediendo en el Reino Unido, no sea que termine dándose una reconfiguración de la reorganización. El Brexit marcó el inicio de la ola iliberal, fue el evento pionero. Pero ahora Gran Bretaña parece decidida a emprender el camino en sentido contrario. Nadie ha hecho más por el tendido de puentes entre Londres y el continente que Donald Trump y nadie puede hacerlo más rápido.

La Unión Europea se ha visto sacudida en el doble sentido de la palabra y, como ocurre en todas las crisis, ha reaccionado. Los cambios sí están activándose: el eje París-Berlín-Varsovia está tomando forma, el giro en materia de seguridad es de 180 grados y no parece muy desquiciado apuntar la posibilidad de que la reindustrialización venga de manos del sector armamentístico.

El aumento del gasto en defensa no es fácil, pero la opción de que Ucrania pueda tener tropas europeas sin el paraguas de Washington era antes del todo inimaginable. Empiezan a plantearse debates que antes parecían imposibles -servicio militar obligatorio-. El mastodonte burocrático de la UE que tantas veces, y con tanta razón, nos ha parecido paralizado está dando pasos espoleado por una Alemania que ya no puede evadir su liderazgo.

Foto: La ministra de Defensa, Margarita Robles. (EFE/Sergio Pérez)

Creíamos que la guerra de Ucrania terminaría pronto porque la retirada del apoyo estadounidense precipitaría los acontecimientos y porque dábamos por hecho una estrategia compartida con Moscú. Creímos que Zelenski saldría pronto del tablero porque la campaña de acoso desde Washington era más que intensa. Sin embargo, tampoco ha sido así.

Trump ha avanzado en la explotación de los recursos minerales ucranianos pero está siendo gestionado por Putin en los tiempos de lo bélico. Las opciones de alto al fuego a cortísimo plazo no han desaparecido pero sí da la impresión de que el precio será mayor al esperado.

La población del país invadido por Rusia sigue sin afligirse. Las dificultades han azuzado el ardor. Datos de este marzo elaborados por Ipsos: el 58% no quiere cesiones territoriales a cambio de la paz, el 59% cree que se puede ganar y el 74% quiere seguir luchando sin el apoyo de Estados Unidos.

Foto: El presidente de EEUU, Volodímir Zelenski, en Arabia Saudí. (Europa Press)

Respecto a Zelenski, de nuevo, vuelve a ocurrir lo contrario a lo que todos pensamos. Después de la encerrona en la Casa Blanca se ha fortalecido su liderazgo interno: si se celebrasen elecciones, obtendría un 46% -15 puntos más que su adversario Zaluzhni-, el 72% de los ucranianos aprueba o aprueba fuertemente la labor del presidente.

Conclusiones:

1-. Es muy pronto para saber lo que terminará ocurriendo con la democracia y con la economía estadounidense, pero ya puede apuntarse que, suceda lo que suceda, ese país se está dejando y se dejará jirones de prestigio y de fiabilidad en el escenario global.

2-. No sabemos todavía si el modelo liberal occidental podrá sobrevivir, pero, para que pueda lograrlo, cada vez resulta menos necesario el papel de Estados Unidos.

3-. Europa puede parecer más o menos decadente, pero hoy está mejor que cuando los norteamericanos votaron.

Todos pensamos lo mismo tras el aplastante triunfo de noviembre, dimos por hecho que la revolución iliberal tomaría todavía más velocidad. El pesimismo y el temor se extendieron en todo occidente, aumentó el miedo a que la democracia termine siendo un paréntesis histórico. Sin embargo, los hechos no parecen ir en esa dirección, al menos por el momento. Puede que sólo sea un espasmo, una especie de canto del cisne, eso se puede debatir. En cualquier caso, no puede discutirse que existe una reacción.

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