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¿Encuestas? Olvídense, Trump tiene a los suyos militarizados
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Pablo Pombo

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¿Encuestas? Olvídense, Trump tiene a los suyos militarizados

Las medidas y el discurso del actual presidente podrán criticarse tanto como se quiera, pero lo que cuenta, a la hora de la verdad, es el juicio de quienes decidieron votarlo y, en ese público, no se aprecian demasiadas señales de disgusto

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump. (EFE/EPA/Samuel Corum)
El presidente de EEUU, Donald Trump. (EFE/EPA/Samuel Corum)
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Nos acercamos a los primeros 100 días de Trump en su segundo mandato y casi todos los titulares demoscópicos señalan lo mismo: su nivel de aprobación está bajando mucho. ¿Cómo interpretar ese dato sin dejarse llevar por la subjetividad? Profundizando.

Es verdad que los números no son buenos en general, pero tampoco resultan tan críticos como se quieren pintar. Su cifra actual de respaldo es parecida a la obtenida por Biden durante el mismo tramo, con la diferencia de que este Gobierno sí está operando con radicalismo y sin anestesia.

Es cierto que ha aumentado considerablemente el rechazo de los demócratas y en no poca medida el de los electores que se autocalifican como "independientes". Sin embargo, creo aconsejable fijarse casi exclusivamente en la opinión de quienes votaron en clave trumpista.

Al fin y al cabo, la sociedad estadounidense está partida en dos, más polarizada que nunca. Esa es la clave en términos de sociología electoral: como candidato, Trump hizo campaña para una mitad del país y, como gobernante, procede y procederá de la misma manera. No le interesa una adhesión más amplia. Pero sí la pretende igual o más fuerte, la quiere militarizada. Y puede decirse que la está manteniendo.

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump. (Reuters/Carlos Barria) Opinión
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Las medidas y las formas del actual presidente podrán criticarse tanto como se quiera, pero lo que cuenta, a la hora de la verdad, es el juicio de quienes decidieron votarlo y, en ese público, no se aprecian demasiadas señales de disgusto. Su base está aguantando bastante bien. ¿Cómo de bien? 8 de cada diez electores trumpistas aprueban el conjunto de la gestión del líder, nada mal en tiempos así de revueltos.

Todos hemos visto el desplome de las bolsas norteamericanas. Todos vemos a los expertos que alertan del riesgo de recesión y leemos a los analistas que subrayan el peligro de la incertidumbre. Cualquiera puede ver que los números coinciden con la opinión publicada, sin embargo, la opinión pública de la mitad de Estados Unidos está procesando los hechos, al menos por ahora, de un modo completamente distinto…

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump. (Reuters) Opinión

5 de cada 10 votantes de Trump tienen acciones en la bolsa (no viven en otro planeta),

6 consideran que el presidente tiene responsabilidad sobre lo que ocurra en los mercados (no son tontos),

7 responden que lo que ocurra en Wall Street afecta a su economía personal (no están locos)

Foto: Foto de archivo de estadounidenses reaccionando a la victoria de Trump. (EFE)

Pero… 8, a pesar de todo, aprueban específicamente el desempeño económico de la Casa Blanca.

¿Qué se nos está escapando? Asumamos la posibilidad de que la volatilidad bursátil no genere efectos inmediatos en la demoscopia, busquemos otro ángulo de análisis, cambiemos el mercado de valores por el supermercado. Es más tangible, constante e inevitable. El carrito de la compra es inapelable.

Los republicanos también están notando que la inflación no da tregua en los Estados Unidos. De hecho, en la misma proporción que los demócratas, consideran que el alza de los precios es el principal problema del país. No hay una preocupación mayor. A pesar de todo, vuelve a ocurrir lo mismo: 8 de cada 10 votantes de Trump aprueban su trabajo frente a la inflación.

Foto: El presidente Trump en el Air Force One. (Reuters/Kent Nishimura) Opinión
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Adoptemos un tercer ángulo para descartar la posibilidad de habernos topado con dos espejismos seguidos, fijémonos en la cuestión arancelaria que también protagoniza allí la conversación política.

Quienes votaron a Trump pueden parecernos sectarios pero no están hipnotizados. Comparten el núcleo diagnóstico que se está haciendo en todo el mundo: 7 de cada 10 consideran que los aranceles subirán los precios. Pero, simultáneamente, sostienen un pronóstico completamente distinto. En la misma proporción 8 sobre 10, auguran que la guerra arancelaria producirá "dolor económico a corto plazo para generar, después, crecimiento de la economía".

¿Qué conclusiones podemos extraer de ese respaldo tan constante y tan férreo?

Foto: El presidente Trump en el Despacho Oval. (Reuters/Nathan Howard) Opinión
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Primera: el juego de expectativas. Donald Trump consiguió volver al poder tras generar unas enormes expectativas de cambio rápido. El sentido común podría indicar que la falta de resultados inmediatos tendría que operar en su contra. La lógica del juego es otra, el cumplimiento no resulta imprescindible si las expectativas se renuevan constantemente. Sólo así puede comprenderse lo contrafactual, la transformación de la ilusión inmediata difumina la percepción del presente.

8 de cada 10 votantes trumpistas señala que la economía está igual o que está mejorando. Sólo el 16% señala que está empeorando.

Segunda: la superación de lo posmoderno. Trump ofrece una respuesta contundente a la posmodernidad mediante un regreso a los grandes relatos, ofrece una óptica sencilla, totalizadora y creadora de sentido histórico. Dota a su base electoral de una "hiperverdad".

Foto: Obama participa en una entrevista con Ezra Klein y Sarah Kliff. (Reuters/Carlos Barria)

Sus electores ven lo que está pasando, 1 de cada 4 tiene claro que ahora mismo las cosas en Estados Unidos están fuera de control. Pero es que ya lo estaban antes, la diferencia es que ahora tienen puestas unas gafas en las que puede verse algo parecido a una dirección. Alcanzar el destino marcado requiere esfuerzos pero, sobre todo, exige contar con un líder fuerte.

La proporción de electores trumpistas que consideran al presidente como "débil" en el ejercicio del liderazgo es marginal. Casi 2 de cada diez le consideran "fuerte" y casi 8 de cada le califican como "muy fuerte".

Tercera: el portal del tiempo. El cuerpo electoral trumpista es y está tan compacto. Tanto que el actual inquilino de la Casa Blanca puede disponer de un margen de tiempo mayor del que parece para mantener el respaldo de los suyos a pesar de los malos datos económicos. Desde luego, no parece haber motivos para que esa mitad de la sociedad estadounidense esté dispuesta a rebelarse frente al deterioro democrático o la aceleración del autoritarismo.

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump. (EFE/EPA/Pool/Yuri Gripas) Opinión
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El grado de militarización en la base republicana es enorme: 8 de cada 10 votantes consideran que el presidente está preocupado y ocupado de sus necesidades y de sus problemas cotidianos.

Cuarta: el vacío. El vacío de poder en el Partido Demócrata y la contrastada capacidad de Trump para inundar el paisaje de la comunicación mantiene al electorado republicano impermeable a cualquier lectura alternativa de la realidad. Está por ver cuánto puede prolongarse la irresponsabilidad que los demócratas mostraron a lo largo de todo el año 2024. Aquello no fue menos histórico de lo que ahora está ocurriendo. Siguen sin apreciarse señales de vida inteligente en aquel partido.

Nos acercamos a los primeros 100 días de Trump en su segundo mandato y casi todos los titulares demoscópicos señalan lo mismo: su nivel de aprobación está bajando mucho. ¿Cómo interpretar ese dato sin dejarse llevar por la subjetividad? Profundizando.

Donald Trump Estados Unidos (EEUU) Partido Republicano
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