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Crónicas desde el frente viral
Por
Cosa Nostra: los recados de Sánchez y Ábalos
Los recados de Sánchez a Ábalos parecen más cercanos a los guiones de Puzo que a los usos y costumbres de una democracia. ¿Por qué? Las amenazas solo surten efecto cuando son verosímiles; la ira solo surte efecto si provoca un miedo razonable
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La publicación de los mensajes telefónicos entre Sánchez y Ábalos abre una vía adicional de agua al Gobierno y marca el inicio de otra semana negra para el sanchismo. La crisis política es de primera, de amenaza existencial, porque nadie descarta que el antiguo número dos sea la fuente y todo el mundo está seguro de que tiene mucha información sensible, de momento parece sólo un aviso, pero ahí está. Y la crisis de comunicación es seria porque la exclusiva ha dejado retratado a Sánchez sin maquillar.
Es curioso, ayer contaba nuestro periódico que el gasto en maquillaje del Gobierno se ha duplicado en cuatro años. Tiene lógica que sea así, los años pasan y los problemas crecen, hacen falta más y más potingues para hacer el mismo efecto. Previsiblemente, habrá que aumentar el presupuesto todavía más, harán falta toneladas.
La imagen del presidente, como la de Gloria Swanson en 'El crepúsculo de los dioses', está cada vez más acartonada. Sin embargo, los recados publicados por 'El Mundo' le muestran tal como es al natural, sin el maquillaje que utiliza para hablar en público a través del teleprónter.
La noticia es de indudable interés público porque demuestra cómo transmite órdenes un dirigente que no respeta a las personas, que no cree en el trabajo colectivo, la dignidad de los cargos y el respeto que merece cualquiera. Tono Donald Trump, de autócrata deshumanizador.
Seguramente, empleará los mismos términos respecto a sus propios ministros y también para referirse a los gobernantes de otros países. Si habla así sobre sus propios colaboradores, cabe preguntarse qué pensará de quien ni siquiera conoce, por ejemplo, de Usted.
Desde las terminales mediáticas sanchistas, tratan de argumentar que la conversación refleja la dinámica habitual en el partido y ahí está, precisamente, la raíz del problema. Desde hace años, lo habitual es que el PSOE sea dirigido con fondos y formas incompatibles con los de un partido democrático. En España también es habitual que ocurra lo mismo, porque la concepción del poder se aplica por la misma persona y con idéntica manera en los dos sitios.
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Sánchez no se ve a sí mismo como un inquilino en Ferraz o en Moncloa sino como un propietario, por eso el Partido Socialista es una triste sombra de lo que fue y por eso corre nuestro país el riesgo cierto de que termine sufriendo una desgracia equivalente.
El presidente no pide a su mano derecha en el PSOE un "habla con aquel" o "explícale a ese", exige pegar "toques" a todos como si hablase con su capataz y los representantes socialistas no fuesen más que rebaño.
¿Qué significa "dar un toque"? ¿Qué paso se aplica si "el toque" es desatendido? Los recados de Sánchez a Ábalos parecen más cercanos a los guiones de Mario Puzo que a los usos y costumbres de una democracia avanzada. ¿Por qué? Porque las amenazas sólo surten efecto cuando son verosímiles, porque la ira solo surte efecto si provoca un miedo razonable.
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Si el secretario general del PSOE abusa de su posición de poder y ordena "dar un toque" para amedrantar a un compañero protegido por su posición institucional y por el respaldo electoral, cabe preguntarse si el presidente ha ordenado también que se den otros "toques" a ciudadanos más indefensos pero también molestos.
¿Cuántos empresarios o periodistas han recibido algún "toque" desde dentro o desde el entorno del Gobierno?
¿Cuántos abusos y cuántas amenazas han sido vertidos sobre el principio de libertad que nos ampara a todos los españoles?
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¿Cuántos castigos o reprimendas se han aplicado y cuántos pueden llegar a aplicarse si no se frena la dinámica habitual?
Puede que los discos duros de Ábalos puedan iluminar las respuestas a estas y otras preguntas y, desde luego, puede que lo publicado sea un ligero toque y no veamos más que este pequeño aviso sobre lo que puede pasarle a Sánchez si vienen males mayores para su antiguo capataz. Si fuese así, Mario Puzo nos diría que la exclusiva con los mensajes equivaldría al pescado envuelto en papel de periódico de sus mafiosos: una advertencia.
La lógica de los recados de la Cosa Nostra también valdría, en mi opinión, para aproximarse al aparentemente cariñoso mensaje posterior. Sánchez: "Gracias, José Luis. La verdad es que he echado de menos muchas veces trabajar contigo. Siempre he valorado mucho tu criterio político. También tu amistad".
El Padrino: "Mantén cerca a tus amigos y más cerca a tus enemigos". En ese momento, Ábalos estaba en peligro y su estrategia de defensa ya amenazaba con resultar peligrosa para el presidente. Por eso le recuperó, porque antes fue amigo y después se convirtió en enemigo potencial. Cerca, claro, mejor mantenerle cerca.
Visto de esa manera, el mensaje del presidente no expresa la mecánica de ningún cariño, revela un juego de sobrentendidos entre dos personas que se conocen bien y se reconocen con armas suficientes para destruirse mutuamente.
A mí me resulta sobrecogedor lo que considero que Sánchez dice sin decir en ese mensaje a su antiguo número dos. Ninguna película de Coppola o de Scorsese ha mostrado a un personaje capaz de emplear una doblez emocional semejante. Le echó, no le explicó el motivo y luego trató de mantenerle cerca, nada más que para protegerse a sí mismo.
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Ha pasado mucho tiempo desde entonces, el equilibrio se mantiene todavía. En Ferraz, le pusieron un pijama de hormigón al expediente abierto hace 15 meses contra Ábalos, sigue sin resolverse. La exclusiva trae un crujido. Veremos si las cosas siguen así, puede que el todopoderoso número dos se encuentre al borde del procesamiento. Entonces, comenzaría el violento tercer acto de una película conformada por hombres que, a mi juicio, no son de honor.
La publicación de los mensajes telefónicos entre Sánchez y Ábalos abre una vía adicional de agua al Gobierno y marca el inicio de otra semana negra para el sanchismo. La crisis política es de primera, de amenaza existencial, porque nadie descarta que el antiguo número dos sea la fuente y todo el mundo está seguro de que tiene mucha información sensible, de momento parece sólo un aviso, pero ahí está. Y la crisis de comunicación es seria porque la exclusiva ha dejado retratado a Sánchez sin maquillar.